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¡UY, QUE ROLLO!

El gobierno y los accionistas se resisten a dictar el acta de defunción del proyecto Papelcol

23 de mayo de 1988

Sin luz, sin agua, sin teléfono, y sin con qué pagarle a sus trabajadores, el proyecto papelero más grande de América Latina, Papelcol, completó tres años paralizado y sin encontrar una fórmula que le permita superar la profunda crisis en la que se debate. Nadie se atreve a enterrarlo porque se trata de un hecho irreversible, pero nadie se compromete a darle un diagnóstico de larga vida, aunque sus accionistas y acreedores alimentan en el fondo la esperanza de que no todo está perdido.
Una asamblea de accionistas reunida la semana pasada, fue el fiel reflejo de lo que sucede con Papelcol. El encuentro de propietarios se verificó no en la sede de años anteriores, en un exclusivo centro comercial de Cali, sino en una pequeña casa cuya recepción es un desolado garaje y cuya sala de juntas no es más que una sala-comedor. Y las decisiones allí adoptadas volvieron a sembrar la incertidumbre. La empresa no se puede liquidar porque tiene que culminar su proceso concordatario, y hay que esperar a que pasen las elecciones francesas para que los bancos de ese país vuelvan a tener cabeza para negociar sus intereses en el problema.
Son precisamente los franceses quienes se encuentran entre la espada y la pared. El mismo gobierno colombiano ha señalado a la banca gala como culpable de la inactividad del proyecto que desde 1985 tiene anunciada la producción de su primera hoja de papel, lo cual no ha podido realizar.
Los problemas financieros surgieron en 1984, cuando tras la intervención de las autoridades en el Grupo Grancolombiano, uno de los mayores accionistas de Papelcol, Granfinanciera, no efectuó los aportes de capital que le correspondían. Tampoco lo hicieron los socios Papel América y Papel Ameriza, del grupo del español Manuel Isidro Tejedor, porque -como vino a descubrirse recientemente- también se nutrían de recursos del Grancolombiano, específicamente del Banco de Colombia en Panamá.
Pero tampoco la Creusot Loire Enterprises, CLE, que sumimstró los equipos y la asistencia técnica para el complejo papelero, y además se hizo socia, entregó sus aportes de capital.
A causa de todos esos incumplimientos, los bancos franceses bloquearon los desembolsos de los créditos aprobados. Tras un acuerdo fueron desbloqueados parcialmente a finales de 1984, pero en 1985 Papelcol se paralizó totalmente. Luego de algunos contactos con Francia y de decisiones del Conpes, el Instituto de Fomento Industrial, IFI, y el gremio cafetero decidieron sustituir los aportes de Granfinanciera, entidad que desapareció del proyecto. Hubo un acuerdo entre accionistas, bancos y Papelcol para asegurar la culminación del proyecto, pero con el paso del tiempo, se hizo evidente que ese acuerdo habia quedado en letra muerta.
La desfinanciación es tal en estos momentos que la planta no cuenta con servicios públicos y los trabajadores no reciben sus salarios: Se necesitan $42 millones mensuales para "mantener en cuidados intensivos" a la papelera. Los franceses ya se mostraron dispuestos a colaborar en esos gastos y el ministro de Desarrollo, Fuad Char, pidió al IFI y a los cafeteros mantener al menos esos aportes.
Hasta el momento se han invertido US$400 millones en el establecimiento de la planta en Caloto, Cauca. En total, US$285 millones fueron suministrados por la banca francesa que, según los observadores, tiene dos alternativas: perder la totalidad de la deuda, o recuperar una cuarta parte de ella, vendiéndosela en mercado secundario al IFI, es decir, por un monto entre US$60 millones y US$80 millones. De concretarse esa operación, el IFI entraría a formar una nueva sociedad. Pero además de ese dinero, el Instituto deberá desembolsar unos US$80 millones extras para comenzar la producción papelera y otros recursos extras para pagar a la banca local y a otros acreedores.
Se estima la necesidad de unos US$200 millones, casi $60 mil millones, para salvar a Papelcol. Y eso es justamente lo que hace que ya no sea rentable. La nueva junta directiva deberá resolver en los próximos días el futuro del proyecto, en el que están interesados en participar empresas del sector nacional de las artes gráficas.
Sin embargo pocos creen posible esta salida, pues la cantidad de dinero en juego hace casi imposible acercarse a la papelera. Por ahora deberá esperarse la culminación de las elecciones francesas y la aparición de una solución que juegue un nuevo papel en el proyecto, antes de saber si, definitivamente y como lo sugirió el presidente renunciante Rodrigo Villamizar, lo mejor es aceptar que el proyecto fracasó y echar la papelera al cesto de basura.

OFERTA Y DEMANDA DE PAPEL
(con Papelcol en producción)

Oferta Demanda Def. o superávit

1987 167.0 140.3 26.7
1988 189.4 151.6 37.8
1989 204.8 164.7 40.1
1990 209.6 179.3 30.3
1991 211.9 195.3 16.6
1992 211.9 212.6 (0.7)
1993 211.9 228.9 (17.0)

(En miles de toneladas)