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1 de octubre de 2001

SEMANA: Cuál es su explicación de la oleada de protestas antiglobalización que se iniciaron en Seattle durante la última reunión ministerial de la OMC?

M.M.: Esto en realidad empezó un poco antes de Seattle. Había habido algunas protestas antes. Pero la de Seattle fue la más espectacular. Usted sabe, fue en Estados Unidos, cerca de Hollywood… las imágenes son impactantes. Lo que ocurrió fue que con la ayuda del Internet los grupos de opinión internacionales se globalizaron, para luchar contra la misma globalización.

Uno entiende las ansiedades y preocupaciones que tienen estas personas. Todo lo que está pasando es bueno, es saludable. Nos pone bajo el escrutinio y bajo la presión de la opinión pública. Y no todo lo que dicen está equivocado. Hay muchos de sus planteamientos con los que uno mismo está de acuerdo.

SEMANA: Como cuáles?

M.M.: Que podríamos estar haciendo mucho más en la lucha contra el sida, o en el alivio a la deuda de los países más atrasados, por ejemplo. Es claro que el sistema de reglas para el comercio mundial no es perfecto. Sin embargo, parte de la oleada de protestas puede resultar peligrosa. Cuando los opositores son antidemocráticos, creen que sus gobiernos no tienen derecho a hacer las cosas e intentan bloquearlos, se vuelve algo destructivo.

SEMANA: Pero, ¿qué se ha hecho para atender las peticiones de estos grupos?

M.M.: En los últimos doce meses 30 países han otorgado un mayor acceso a sus mercados por parte de las naciones más atrasadas. Pero esto también crea otras contradicciones, pues países como Colombia que son relativamente más desarrollados se quedan por fuera. Perdonar la deuda es algo que suena muy bien. A la hora de hacerlo sin embargo, empiezan las complicaciones. Cómo garantizar que los recursos liberados efectivamente van a dar a la educación y la salud no van a parar al bolsillo de los políticos?

SEMANA: Quién gana y quién pierde con la globalización? Tiene que haber perdedores…

M.M.: Claro que los hay. Pero no sólo es debido a la globalización sino también a la tecnología. La gente olvida que esto de la globalización no es nuevo. Los historiadores dicen que el comercio era mayor en proporción al tamaño de las economías hace 100 años. Lo nuevo es el tremendo cambio tecnológico. Los trabajadores de mi país me dirían "un momento, aquí hay mucha gente que se ha quedado sin empleo". Yo les digo que ha sido por la tecnología, más que por la globalización.

Estamos pasando de la sociedad industrial a la postindustrial. En la historia es algo comparable al paso del feudalismo al capitalismo, o a la revolución industrial. En estas épocas siempre hay tremendas incertidumbres y tensiones en la sociedad.

SEMANA: Pero la globalización también tiene su lado negativo…

M.M.: Sí. Lo tiene cualquier actividad económica, de hecho. La pregunta es si tendríamos un mundo mejor si todo el mundo fuera más pobre. Ciertamente habría menos actividad económica y el medio ambiente estaría más limpio. Pero es muy simplista pensar que se puede echar para atrás así no más.

SEMANA: El poder de negociación de un país en las negociaciones de la OMC depende del tamaño de su economía. ¿Cómo puede la OMC garantizar una negociación balanceada entre los países grandes y pequeños?

M.M.: Primero, hay un gran malentendido sobre el papel que juega la organización. Los gobiernos nos dicen a nosotros qué hacer, no al revés. Y las negociaciones se hacen por consenso. Así, el país pequeño puede parar al grande. Los pequeños siempre son bienvenidos. Ecuador le ha hecho parar a los europeos y estadounidenses medidas con las que está inconforme. Costa rica derrotó a Estados Unidos en un una disputa sobre el tema de confecciones. En el fondo, la ronda de negociaciones que planeábamos lanzar hace dos años está parada porque a muchos no les gusta lo que está pasando. Para que salgan adelante no basta con que Japón, Europa y Estados Unidos estén de acuerdo. Hay que convencer otros 120 países. Además, la gente ha aprendido. Y los países ya están trabajando en equipos, negociando en bloque.

SEMANA: ¿Cree usted que países como Colombia, Ecuador o Costa Rica, por sí solos, hubieran podido lograr que la unión europea modificara el régimen de importación de bananos, sino hubiera sido por la presión de multinacionales estadounidenses como Dole, para que los europeos abrieran su mercado a los latinoamericanos?

M.M.: Lo dudo. Hemos tenido decenas y decenas de disputas comerciales en las que se ha logrado un acuerdo, muchas antes de llegar a corte. Pero hay dos de ellas, en las que las partes no han querido aceptar el fallo. Una de ellas es el caso del banano. Es un asunto muy complejo que viene de tiempo atrás, incluso antes de que existiera la OMC. Pero ésta por lo menos ha ayudado a que hoy estemos más cerca que nunca de una solución definitiva.

SEMANA: Para un país como Colombia, no es mejor firmar acuerdos con otros países pequeños, antes que meterse a competir de entrada con los más grandes?

M.M.: Comparativamente Colombia no es tan pequeño. Creo que hay mucha modestia en esa afirmación. Ahora, si yo fuera ministro de su país haría ambas cosas a la vez, como en efecto están haciendo. Lo que no es recomendable es dejar de lado los acuerdos multilaterales y concentrarse sólo en los regionales. Los asuntos más difíciles, como los relacionados con el comercio agrícola, no van a desaparecer al quedarse por fuera de la OMC. Por el contrario esta ofrece un mecanismo de reglas y procedimientos que le permiten a los pequeños meterse al "ring", aliarse con gente que tenga intereses similares, y dar la pelea.

De otro lado, no es un problema norte sur. De hecho el comercio entre países en vía de desarrollo crece más rápido que el comercio con los desarrollados. Y hay muchas disputas comerciales entre países en vía de desarrollo. De manera que no es un problema del pobre Fidji contra el gigante Canadá, por decir un ejemplo.

SEMANA: Qué pude ganar Colombia en las negociaciones de la OMC?

M.M.: La agricultura es el área más importante, sin duda. Las reglas actuales fueron convenidas por países que le dan un tratamiento de excepción a los productos agropecuarios. El presidente Pastrana y la ministra han sido muy claros y muy enérgicos en este punto, al señalar los enormes subsidios que impiden la competencia.

SEMANA: De nada le sirve a Colombia ser el más competitivo en la producción de azúcar si se enfrenta a las coutas de importación de Estados Unidos y los subsidios de Europa. ¿Hay posibilidades de cambiar esto en la próxima ronda de negociaciones?

M.M.: Es un tema que tiene que estar sobre la mesa. Hay que volver a la pregunta básica de porqué se comercia. Es para lograr un mayor desarrollo y elevar el nivel de vida de la gente. Esto del desarrollo no puede quedarse en un saludo a la bandera. Creo que con mil millones de dólares diarios en países desarrollados, compitiendo con países que luchan por desarrollarse es una tremenda contradicción. En los países que luchan por sustituir cultivos ilícitos, es aún peor. Es casi una obscenidad lo que hay en todo esto. Si el tema no está sobre la mesa, países como Colombia no participarán en las negociaciones. Y es que, por qué habrían de hacerlo?.

SEMANA: Si un país no está convencido de las ventajas de las negociaciones de la OMC, ¿se puede quedar por fuera?

M.M.: Incluso se puede salir de la organización, si quiere. Aunque hasta ahora ninguno se ha retirado, curiosamente. Pero si uno quiere los beneficios del sistema, tiene que trabajar para él. Lo bueno de meterse es que se aplica un principio según el cual, si un país obtiene una rebaja arancelaria por parte de otro de otro, ésta se hace extensiva automáticamente a todos los demás países participantes. Esto, y el marco legal para resolver disputas comerciales son las mayores ventajas de participar de la OMC.

SEMANA: Así como se plantea liberalizar el flujo de capitales, bienes y servicios entre países, ¿no debería haber también un apertura de los mercados laborales, permitiendo así la migración?

M.M.: Debemos iniciar una negociación sobre este tema, y discutirlo como personas maduras. La idea es de qué forma las reglas para el movimiento y la migración de personas se pueden hacer más claras y transparentes. Y parar la deshonestidad de hacer criminales de personas que contribuyen a jalonar las economías a donde llegan.

Hay una gran controversia. India, por ejemplo, se preocupa mucho por este tema. Ese país es conocido por sus ingenieros que sobresalen en las industrias de alta tecnología. Pues hay 3 veces más indios trabajando en esto en California que en su propio país. Ahora quieren formalizar su status y el de sus familias.

Será un asunto fundamental en el futuro, pues en Europa y Japón la población se está envejeciendo y requerirán de más inmigrantes para mantener sus economías. En todo caso hoy hay una actitud mucho más abierta frente al tema que hace veinte años.

Pero también hay países en desarrollo que se quejan. Dicen que han invertido mucho en la educación de personas que tan pronto obtienen su título se van a generar riqueza a otra parte. Pero las gente debe ser libre, y creo que las nuevas generaciones lo serán mucho más.

SEMANA: La OMC ha estado en centro de la controversia sobre las normas de propiedad intelectual. Las multinacionales farmacéuticas por la vía de las patentes, cobran precios por los medicamentos que los países pobres no pueden pagar.

M.M.: Las reglas para esto están contenidas en un tratado especial. Es un balance. Se permite, por ejemplo, que lo países en desarrollo puedan fabricar medicamentos genéricos más baratos en caso de emergencia nacional. Fue lo que hizo Sudáfrica con los remedios para el Sida. Fue un enorme conflicto que puso a prueba las instituciones de la OMC, pero finalmente se resolvió para satisfacción de todos.

Pero, seamos adultos al respecto. Queremos que los mejores laboratorios del mundo inviertan grandes sumas en investigación y desarrollo. Sin esto, nadie encontraría las curas, ni por casualidad. Pero apenas aparece una nueva medicina, todo el mundo la quiere gratis. En estas condiciones nadie le metería plata a la investigación.

La gente cree que al abolir los derechos de propiedad intelectual aparecerían medicinas gratis para todo el mundo. Pero, podría ocurrir lo contrario pues sin la investigación no habría medicinas nuevas.

SEMANA: El planeta entero parece estar ad portas de una recesión económica global. ¿ Cuál es su percepción al respecto?

M.M.: Yo no diría que hemos caído en una recesión. Más bien, que estamos entrado en un etapa de desaceleración. Pero independientemente de esto, es innegable que los efectos de una contracción económica son negativos para todo el mundo.

SEMANA: ¿No cree que esto puede afectar la nueva ronda de negociación que tiene prevista la OMC para este año?

M.M.: Todo lo contrario. Pienso que es un incentivo para que todo el mundo se reúna en torno a ella y se analicen los beneficios del comercio mundial en épocas de vacas flacas. Considero que el lanzamiento de una nueva ronda de negociaciones para la liberalización comercial serviría para volver a dar confianza a la economía mundial.

SEMANA: ¿No cree entonces que la decisión del gobierno venezolano de cerrar las importaciones se repita en otros países?

M.M.: Espero que no. Sería un gran retroceso para todos. Personalmente no conozco otra forma mejor de sacar al mundo de la pobreza que a través del comercio transnacional. Es indiscutible que en todas partes se vive mejor que hace 20 años. Yo vengo del Pacífico, y en mi país, en Singapur, en Indonesia, en Tailandia, en todas partes el per cápita es mucho más alto.

SEMANA: Nuestro país está en guerra. O por lo menos sumido en un intenso conflicto interno. ¿Existe un trato especial al interior de la OMC para países con estos problemas?

M.M.: No. Definitivamente no existe un comité creado para tal fin. Sería muy difícil escoger un criterio para seleccionar los países que encajan en esta categoría. De todas formas muchos acuerdos de la OMC contienen políticas de flexibilidad que permiten cierto margen de maniobra en determinadas situaciones. La OMC no es una camisa de fuerza. Expresado su deseo de que las rondas se celebren en sus territorios.

SEMANA: Uno de las grandes preocupaciones por estos días en nuestro país es el café. La situación de los precios es dramática. ¿Hay algo se pueda hacer al respecto dentro de la OMC?

M.M.: Lo veo complicado. Hay una sobreproducción de café y los países productores no logran ponerse de acuerdo en la oferta. Para bien o para mal, esa es la forma en que operan los mercados: entre la oferta y la demanda.