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M E R C A D O S    <NOBR>F I N A N C I E R O S</NOBR>

Viento en calma

Mediante un exitoso canje de bonos el gobierno reduce sus deudas de corto plazo. Se esperan tasas de interés bajas y estables en los próximos meses.

9 de julio de 2001

La pasada fue una semana de buenas noticias para los mercados financieros. El gobierno inició con pie derecho un plan para reestructurar su deuda que será un alivio importante para las finanzas públicas —y para quienes le prestan a la Nación—. Al mismo tiempo la inflación correspondiente al mes de mayo ratificó que el costo de vida sigue bajo control. Y si a esto se suma que la calma ha retornado al mercado del dólar, la conclusión es clara. Durante este año y el próximo las tasas de interés permanecerán estables y bajas.

Para aliviar el peso de la deuda el gobierno acudió al canje, una figura que nunca se había ensayado en el país. La idea era cambiar bonos de deuda del gobierno (TES) próximos a vencerse por títulos de más largo plazo —con vencimientos más allá de 2005—. De no haber hecho el canje el gobierno seguramente se habría visto a gatas para pagar los nueve billones de pesos de deuda que se vencían en 2002.

A pesar de sus ventajas la fórmula del canje no estaba exenta de controversia. El hecho de que un gobierno quiera cambiar deuda de corto plazo por obligaciones de más largo plazo puede verse como un indicio de que no está en capacidad de honrar sus compromisos, lo cual no es muy sano en opinión de los economistas más ortodoxos. Además el canje no es gratis. Para que los acreedores estén dispuestos a alargar el plazo de las deudas normalmente hay que pagar una prima. Es decir, una tasa de interés más alta.

Para Colombia el mayor riesgo era correr la suerte que tuvo Argentina, país que también lanzó un canje de deuda hace pocas semanas. El gobierno del país austral se proponía reestructurar su cuantiosísima deuda externa, a diferencia de Colombia, que lo hizo para la deuda interna —en pesos—. Los resultados de la operación para Argentina no fueron nada buenos. Los inversionistas exigieron unas tasas altísimas —insostenibles, según algunos— a cambio de alargar el plazo de las obligaciones.

Colombia, en cambio, tuvo un éxito rotundo. El gobierno se proponía canjear un total de 2,3 billones de pesos en deuda mediante tres subastas. Tan sólo en la primera de ellas, el martes pasado, logró un monto de 1,8 billones a unas tasas muy inferiores a las esperadas. Apenas se conocieron estos resultados cambiaron las expectativas y ahora se espera que al final de la tercera subasta, esta semana, se hayan canjeado en total cerca de siete billones de pesos —casi el triple de lo presupuestado—.

Parte del éxito se atribuye al hecho de que una porción importante de la deuda pública está en manos de entidades estatales —como el ISS o Ecopetrol— y éstas le pudieron haber jalado al canje en condiciones favorables para el gobierno para darle una mano. Sin embargo muchas entidades privadas que también invierten sus excedentes en TES participaron activamente en la operación.

Quizá la clave del éxito fue que el gobierno no esperó hasta último instante, como Argentina, sino que lanzó la operación en un momento de tranquilidad y con mucha anticipación. Si los inversionistas hubieran percibido que el gobierno necesitaba desesperadamente el canje para no colgarse en sus pagos —que no era el caso— seguramente le habrían exigido mayores tasas. En ese sentido ayudó el hecho de que el canje estuvo acompañado de un paquete de medidas en curso para reducir el déficit fiscal. Es indispensable continuar con estas medidas.

Y es que el canje en sí mismo no elimina el problema de la deuda. Simplemente lo aplaza. Pero de todas maneras es un alivio importante. Con los recursos que el gobierno liberará este año y el próximo se dedicará a pagar el rezago presupuestal. Esto quiere decir que el Estado, que siempre paga tarde a sus proveedores, empezará a ponerse al día y esto le dará un empujón al crecimiento económico. De otro lado, al canje se suma el hecho de que el gobierno ya está consiguiendo por adelantado el crédito externo que necesita para financiar el déficit de 2002. Todo eso permite prever un dólar estable y unas tasas de interés bajas para los próximos meses.