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Viento en popa

La economía colombiana arrancó el año con pie derecho y todo indica que va a superar ampliamente la meta de crecimiento de 2 por ciento.

1 de junio de 2003

Aunque el gobierno se ha mostrado prudente al respecto, y sus voceros han dicho que no quieren ser triunfalistas, lo cierto es que el dato que publicó el Dane la semana pasada sobre el crecimiento de la economía generó una oleada de optimismo en el país. Y no es para menos. En el primer trimestre de este año el PIB creció 3,8 por ciento, una tasa que no se veía hace cinco años y que casi duplica el 2 por ciento que el gobierno se planteó como meta de crecimiento para 2003. Con un comienzo de año tan bueno casi nadie duda que esta meta se va a lograr y los analistas ya están empezando a revisar hacia arriba sus previsiones económicas para el año completo.

Los buenos resultados de los primeros tres meses tienen varias explicaciones. Algunas son puramente estadísticas. Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que en el primer trimestre de 2002 el PIB había registrado una caída de 0,7 por ciento y por eso este año la economía se está midiendo contra una base de comparación baja. También hay que recordar que el año pasado la Semana Santa cayó en marzo y éste en abril, y por eso en el primer trimestre de 2003 hubo más días hábiles que en 2002. De manera que el PIB podría estar levemente 'inflado' por este efecto. Pero no mucho. La recuperación económica va mucho más allá de estos detalles estadísticos.

Esto se puede confirmar con diversos indicadores. Uno de los más elocuentes es el de los desembolsos del sector financiero. En los primeros dos meses de este año las entidades de crédito les prestaron 11,1 billones de pesos a las empresas y hogares colombianos, 52 por ciento más de lo que habían desembolsado en el primer bimestre de 2002. En total fueron 3,8 billones de pesos nuevos que se le inyectaron a la economía por la vía del crédito, una cifra que supera ampliamente el monto de recursos que se le extrajeron en el mismo bimestre por cuenta de la reforma tributaria.

Otro indicio de reactivación puede ser la demanda de energía, que está creciendo al 3,6 por ciento. O los despachos de cemento, que lo están haciendo al 5,6 por ciento. Más diciente quizás es el aumento de los ingresos tributarios del gobierno central, que crecieron 18 por ciento en el primer trimestre, sin contar el impuesto a la seguridad democrática. Esto se debe en parte a la reforma tributaria que empezó a regir en enero, pero el aumento también refleja una mayor actividad económica.

El 'estartazo'

El desempeño por sectores también trajo sorpresas. Todo el mundo sabía que la construcción iba bien, pero no tanto. La edificación de viviendas de interés social ha tenido un bajonazo últimamente, pero los estratos más altos han repuntado y por eso la categoría en su conjunto creció 8 por ciento en el trimestre. Pero el mayor dinamismo llegó por cuenta de las obras civiles, que crecieron 25 por ciento en el trimestre. Hay indicios de que los alcaldes del país están un poco mejor de plata últimamente y en vísperas de las próximas elecciones locales les han metido el acelerador a las obras públicas. Por eso la construcción, que incluye tanto vivienda como trabajos de ingeniería civil, fue el sector que más creció en el trimestre, con 15 por ciento.

Le siguió la industria, con 8 por ciento, que también sorprendió por lo alto. Parte de la explicación está en los productos asociados a la construcción, como el cemento, el acero y otros materiales, que mostraron un crecimiento espectacular. Hay otros segmentos de la industria, sin embargo, que tuvieron unos meses muy difíciles por la caída del mercado venezolano. Por esto, y por la incertidumbre que precedió la guerra con Irak, el entorno internacional fue bastante adverso en el primer trimestre.

Se anticipaba, entonces, una caída de las exportaciones en los primeros meses, que al final no se dio. Las ventas externas totales crecieron gracias a los altos precios del petróleo. Las exportaciones de bienes industriales, por su parte, permanecieron constantes en dólares (lo que quiere decir que aumentaron en pesos, por la devaluación). El desempeño fue irregular según el producto, pero en general las empresas tuvieron una buena capacidad de reacción ante la crisis de Venezuela y lograron compensarla en buena medida con mayores ventas en otros mercados latinoamericanos y en Estados Unidos.

Las exportaciones no han frenado, pero tampoco han jalonado la economía colombiana este año. Lo que más se ha movido ha sido la demanda interna: el consumo y la inversión. Esto se ha reflejado, por ejemplo, en las importaciones de maquinaria y en las cifras de crédito de consumo, que han crecido mucho. Detrás de esto hay una mayor disposición de los empresarios a invertir y de los colombianos en general a endeudarse para comprar casa o carro, por ejemplo. En el fondo esto refleja una mayor confianza en la situación general del país, como parecen confirmarlo varias encuestas.

El crecimiento del PIB en el primer trimestre llegó como una auténtica sorpresa en un país que en los últimos años se había acostumbrado a crecer por debajo de 2 por ciento y a incumplir sistemáticamente las metas económicas oficiales. Hace 10 años, cuando el PIB crecía al 5 por ciento o más, los economistas decían en chiste que un crecimiento de 3 por ciento era una "recesión" a la colombiana. Hoy en día, después de la crisis del 99 y del desempeño mediocre de los años que siguieron, esa misma cifra es motivo de satisfacción y casi de celebración.

Pero no se debe cantar victoria. La recuperación económica apenas bastó para reducir la tasa de desempleo en 1,3 por ciento y la desocupación sigue siendo muy alta. Además hay que recordar que este año la economía colombiana a duras penas alcanzó el tamaño que tenía antes de la crisis de 1999. Lo que se ha logrado hasta ahora es recuperar el terreno perdido. El verdadero crecimiento vendrá de aquí en adelante.

Las perspectivas, en todo caso, son positivas. Cualquiera que sea la situación económica de Venezuela en los meses que vienen no podrá ser peor que la que tuvo en el primer trimestre. El entorno internacional también ha mejorado y, si la demanda interna sigue respondiendo como hasta ahora, es probable que la economía siga cogiendo impulso. Es difícil que siga creciendo al 3,8 en los trimestres que vienen pero sí es muy probable que termine el año por encima del 2 por ciento que había proyectado inicialmente el gobierno.