NOTAS ECONOMÍA

Entre el deber ser y el ser

Tras el escándalo que ha salpicado a Dominique Strauss-Kahn, que condujo a su salida de la presidencia del Fondo Monetario Internacional (FMI), su reemplazo -la también francesa Christine Lagarde- llegó con código de ética en mano para evitar que la entidad siga siendo señalada por sus funcionarios como foco de conductas inapropiadas.

9 de julio de 2011

Tras el escándalo que ha salpicado a Dominique Strauss-Kahn, que condujo a su salida de la presidencia del Fondo Monetario Internacional (FMI), su reemplazo -la también francesa Christine Lagarde- llegó con código de ética en mano para evitar que la entidad siga siendo señalada por sus funcionarios como foco de conductas inapropiadas. Se trata de un conjunto de normas aplicables a todo el personal que se deben cumplir con "los más altos estándares" éticos y también participar en unos programas obligatorios de formación establecidos por el organismo. La intención es que ningún empleado pueda verse envuelto en conflictos sobre su "integridad, imparcialidad y discreción". Además, la bienvenida para Lagarde, quien se autocalificó como la "nueva directora de orquesta", no pudo ser más atractiva: un aumento salarial de 11 por ciento con respecto a lo que recibía su antecesor. Así, la primera mujer al frente del FMI recibirá al año 551.700 dólares (unos 965 millones de pesos).