SEGUIR ESPIANDO

15 de junio de 1992

LOS PERIODISTAS DEL diario De Standard de Bruselas no lo podían creer. El 10 de abril el consejo de redacción fue interrumpido por policías que se llevaron a Guido Kindt, el especialista en temas aeroespaciales. La acusación: espiar a favor de Rusia. El arresto de Kindt dio lugar al desmonte de una red de espías con ramificaciones en varios países de Europa, y se convirtió en la confirmación de que el final de la guerra fría no dejó a los espías sin trabajo. Según revelaron las autoridades Kindt, de 57 años, comenzó a pasar información a los soviéticos en 1967, tras ser abordado en una conferencia internacional sobre temas aeronáuticos. Lo que ha causado revuelo es que Kindt confesó que después de la disolución de la Unión Soviética, había seguido trabajando para la Rusia de Boris Yeltsin y que una de sus últimas entregas de información se refirió a un sistema de comunicaciones en batalla usado por los ejércitos de Estados Unidos, Francia y Bélgica. La cancillería belga ya protestó sobre el hecho, pero Moscú no ha contestado. La única reacción provino del jefe de prensa de la cancillería rusa, quien dijo que "el espionaje industrial se practica en todas partes como lo más normal del mundo".