Una cuestión de salud

22 de febrero de 1993

SI HUBIERA GANADO la candidatura demócrata, podría haberse posesionado la semana pasada como cuadragésimo segundo presidente de Estados Unidos. Nadie sabe qué hubiera pasado, porque el mismo Paul Tsongas que alcanzó a estar el año pasado en la delantera de la carrera demócrata, lucha ahora por su vida ante la recurrencia de su viejo linfoma, una forma de cáncer. La enfermedad de Tsongas apareció por primera vez en 1986, y el entonces senador por el estado de Massachusetts fue sometido a un tratamiento -considerado en esa época como experimental- de transplante de medula ósea. Los médicos que le trataban en el Instituto Dana Faber contra el Cáncer dijeron en medio de la campaña que su paciente estaba completamente recuperado y que las posibilidades de recurrencia eran mínimas, algo que el tiempo se encargó de desmentir. Ahora el tema ha dado lugar a un debate entre quienes sostienen que los candidatos deberían declarar formalmente su estado de salud y quienes se oponen porque se trata de un asunto de carácter estrictamente privado.