| Foto: Lope Medina

PROTAGONISTAS

Las caras de la historia

Estos colombianos salieron del anonimato cuando se convirtieron en el rostro de hechos que sacudieron al país. ¿Quiénes son y qué ha pasado con sus vidas?

25 de agosto de 2012

Huellas del narcoterrorismo

En 1993, Tito Melo rescató al pequeño Andrés Felipe Pinto de los escombros que dejó la explosión de un carro bomba en el Centro 93 de Bogotá. Diecinueve años después se reencontraron en el mismo lugar. 
 
Andrés Felipe Pinto tenía 2 años el 15 de abril de 1993, cuando el capo del Cartel de Medellín hizo estallar un carro bomba en el Centro 93, de Bogotá. En ese momento estaba en el carro familiar, estacionado frente al edificio.

Tito Melo hacía una gestión en la Cámara de Comercio, y, al oír el estruendo, corrió a buscar su automóvil que estaba cerca del de los padres de Andrés Felipe. Pero todo era caos, humo y confusión, entre los gritos de los heridos. Trató de mover su vehículo, pero los escombros se lo impidieron. Al bajarse escuchó el llanto de un niño, y siguiendo el sonido lo encontró cerca de un local con el mameluco blanco lleno de sangre y con una grave herida en el ojo derecho: “Salí corriendo con él para pedir auxilio. Se lo llevó una ambulancia”.

César y Adriana, los papás de Andrés Felipe, se habían bajado de su Fiat azul minutos antes del atentado. En el carro se quedaron esperándolos la mamá de César, su hermano, un tío y el pequeño. Cuando la bomba explotó corrieron y encontraron muertos a los adultos y ni rastro del niño. Buscaron por tres horas, hasta que un policía les dijo que en la Clínica del Country había un niño con la descripción que ellos daban. Cuando llegaron, Andrés ya había sido operado.

Tito no mantuvo contacto con la familia, aunque por mucho tiempo quiso saber de ellos. SEMANA puso en contacto a los protagonistas de esta historia y el encuentro fue muy emotivo. Andrés le contó a Tito sus logros: va en sexto semestre de Medicina y escogió esa carrera porque quiere ayudarle a la gente tal como sus médicos le han ayudado todos estos años. “Es muy lindo conocer a la persona que te rescató y por la que mis papás me enseñaron a rezar todas las noches. Ellos supieron que alguien me había rescatado cuando vieron la foto en la revista. Es un gesto que agradeceremos toda la vida”.

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