Así lucen los prototipos creados por los médicos Sergio Mora, Daniel Fernández y Luis Fernando Sastre. Foto: Iván Valencia /SEMANA

EXPERIENCIAS

Aprender a tocar

Dos reumatólogos y un médico general crearon modelos a escala del cuerpo humano para hablarle a toda clase de públicos sobre el diagnóstico temprano de enfermedades como la psoriasis o la artritis.

6 de enero de 2015

Parado sobre una alfombra roja, el doctor Sergio Alexander Mora le pide a cada miembro del auditorio que levante su mano derecha y coja el lóbulo de la oreja izquierda de su compañero del lado derecho. A los asistentes el ejercicio les causa gracia, pero obedecen. Mora está hablando del contacto, de la necesidad de sentir al otro, de la importancia de distinguir lo habitual de lo anómalo. No es para menos, Sergio Mora es médico reumatólogo y director de la unidad dedicada a esta área de la medicina en el Hospital Universitario La Samaritana, en el centro de Bogotá.

Dice Mora que uno de los fenómenos de la medicina contemporánea es que se ha perdido el contacto físico entre el doctor y el paciente. Del íntimo médico familiar se ha pasado a uno aleatorio asignado por la EPS, con quien no solo hay menos confianza, sino además, menos tiempo.

Hace tres años en compañía del médico Luis Fernando Sastre y el doctor Daniel Fernández, quien hace parte del equipo de reumatología del Hospital San Ignacio, Mora diseñó un proyecto para enseñarle a la gente a tocar al otro. Empezaron con los muñecos de goma que se utilizan en los cursos de primeros auxilios y luego mandaron a fabricar prototipos de otras partes del cuerpo. Sastre fue el artista y diseñador de las manos con artritis avanzada, pies con gota y dedos ampliados al trescientos porciento con síntomas de otras enfermedades reumáticas (algunos son duros, otros más blandos y unos con deformaciones evidentes).

Gracias a esta propuesta Mora fue uno de los conferencistas invitados a la más reciente edición TEDx Bogotá que se realizó el pasado 12 de diciembre en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán. Para él es muy importante que más personas (especialistas o no) se aproximen a estas enfermedades. “En Colombia hay muy pocos reumatólogos, somos alrededor de 130, de modo que no hay médicos suficientes para atender a los ocho millones de pacientes reumáticos que se estima que hay en el país. Así que la consciencia tiene que ser colectiva, porque si no es así nunca podremos abarcar tanta gente ni diagnosticarla a tiempo”.

Por eso para Mora la responsabilidad sobre este tema va más allá de los médicos. Este reumatólogo se inspiró en los cursos de reanimación de primeros auxilios. Cuenta que, así como las personas aprenden a hacer masajes cardiacos y dar respiración boca a boca con un muñeco de plástico, se puede usar ese mismo mecanismo para que cualquier persona se familiarice con una gran cantidad de enfermedades reumáticas, o por lo menos con las que causan más discapacidad.

“La idea es que una persona del común pueda tocar, palpar, y cuando sienta algo anormal pueda saber qué es. Y estará en condiciones de decirle al congénere, al vecino, a la abuela, al amigo, que hay algo mal allí. Si lo hace temprano, hoy por hoy tenemos la capacidad de cambiar el curso natural de la enfermedad y evitar que haya discapacidad, dolor y limitación funcional”, explica el doctor Mora.

Los doctores han dictado estos talleres en Villavicencio, Tunja, Duitama y Bogotá. Además han participado médicos generales en centros académicos universitarios como en el Hospital de La Samaritana y en congresos de reumatología.

Mora afirma que sus talleres también están dirigidos a médicos generales porque cuando un estudiante se forma en Medicina, no necesariamente se aproxima a estas enfermedades porque la reumatología es una electiva. “Los jóvenes que estudian medicina en Colombia pueden rotar en reumatología, pero no es una obligación”.

Este reumatólogo busca que más personas aprendan de estas enfermedades. En Internet se puede encontrar mucha información sobre este tema pero basta con escribir “artritis” en Google y ver las imágenes que aparecen en pantalla para espantar a cualquier curioso. “Esos pacientes que muestran ahí son el estado final de una enfermedad que se dejó avanzar”, explica Mora. Por eso él y su equipo quieren ser orientadores para aprender a sentir al otro.

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