Michele Bachelet, presidenta de Chile. Foto: Archivo DINERO.

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Chile, a un paso de la gratuidad en la educación superior

En medio de una reforma a la educación en el país austral, el gobierno anunció que todo estará listo para que esta iniciativa se materialice en marzo del próximo año. Un programa que busca beneficiar a unos 730.000 estudiantes.

30 de marzo de 2015

“Queremos que la educación superior deje de ser un bien de consumo y sea un derecho social”. Con esta frase la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, ratificaba el anuncio hecho por su ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, quien en diciembre pasado había manifestado que en el país austral la educación superior sería gratuita a partir de marzo de 2016.  “Esto significa un derecho de calidad, que no sea una barrera para muchas familias, para que los chicos puedan seguir estudiando”, agregó la mandataria. Según el propio gobierno este proyecto, enmarcado dentro de la reforma a la educación, beneficiará a unos 730.000 estudiantes, entre 2016 y 2018.

Frente a este importante noticia, la comunidad estudiantil en Chile está más que expectante, pero a su vez, la recibe como la respuesta a un reclamo que suma varios años de lucha, que se tradujo en una serie de protestas y manifestaciones en las que se logró convocar a unas 700.000 personas en Santiago.

“Es una gran noticia para los que quieren cambios sustantivos en la educación superior", señaló Aldo Valle, rector de la Universidad de Valparaíso y presidente del Consejo de Universidades Estatales. "Esta demanda por gratuidad es consecuencia de las movilizaciones estudiantiles de 2011, lideradas por los estudiantiles Camila Vallejo, Giorgio Jackson y Gabriel Boric, hoy todos diputados”.

En 2012, el director de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (Unesco), Jorge Sequeira, había indicado al portal Diario U Chile que en un país como este, con los niveles de desarrollo socioeconómico con los que cuenta, sería factible pensar en una educación gratuita, aunque aseguró que debe ser de manera gradual y consensuada, para que todos los actores sociales se pongan de acuerdo. “Es posible pensar en la gratuidad de la educación. Es un tema que a todos nos gustaría, pero depende de las posibilidades fiscales de cada país y de las pautas de desarrollo”, aseguró.

Organizaciones como la Confederación de Estudiantes de Chile (Confeh) también tienen claro que el tema de la gratuidad universal. Por eso creen, en medio de la discusión sobre una reforma a la educación en Chile, que este ‘nuevo sistema’ no puede girar en torno a cuánto dinero hay, sino cuánto se necesita para mejorar las condiciones de su educación. “Así entendemos la gratuidad: a partir del financiamiento a las instituciones como el mecanismo a través del cual el Estado asegura que las instituciones públicas cuenten con los elementos necesarios para otorgar una educación de calidad, asegurando el Derecho Social a la educación”, aseguran en Confeh.

Por su parte, Camila Mirana, directora del Cefech, dijo en un texto de opinión del Centro de Investigación Periodística (Ciper) que la educación que quiere Chile implica constituir un nuevo Sistema de Educación que sea público, gratuito, democrático, sin lucro y de calidad, que apunte al desarrollo social y económico del país en la perspectiva de avanzar hacia una sociedad democrática, inclusiva y pluralista. “Para lograrlo, se requiere transformar el rol de la educación, reestructurar sus funciones y la estructura educativa en sí misma, redefiniendo su quehacer y estableciendo un nuevo horizonte para la generación de conocimiento y de procesos de aprendizajes significativos que debe considerar necesariamente los principios antes expuestos”, indicó Mirana.

Al parecer esta consigna de la gratuidad es un llamado a gritos del ecosistema educativo de la región. Por lo menos, así lo dieron a conocer en marzo de 2014 algo más de 20.000 universitarios de Latinoamérica, España y Portugal. Los estudiantes se unieron para decir que la gratuidad universal es más favorable que los préstamos o las de becas para pagar la matrícula. Según una encuesta presentada por Universia (red formada por 1.262 universidades, presente en 23 países) como preámbulo al III Encuentro Internacional de Rectores, que se dio cita el año anterior en Río de Janeiro.

Sin embargo, esta medida tiene sus detractores. Un ejemplo de ello fue la carta firmada por un grupo de personas vinculadas a la educación, y que fue publicada el 6 de septiembre de 2014 en El Mercurio, la cual sostenía que “la gratuidad es regresiva y que podría afectar la calidad al limitar el arancel que las instituciones desean cobrar”. Según un texto titulado “Gratuidad y calidad en la educación superior”, publicado en el mismo diario unos cuantos días después, argumenta que no existe “evidencia seria que permita apoyar estas afirmaciones”.

Lo cierto es que, por lo menos, antes de que finalice el segundo mandato de Bachelet, según la propia presidenta chilena lo ha explicado, la gratuidad en las universidades de su país podría llegar al menos al 70 por ciento, en caso de que no se consiga su totalidad. “Nuestra principal reforma en favor de educación de calidad y además gratuita, sumado a varias ayudas para sostener los estudios de los jóvenes estudiantes tanto en la educación media como en la universidad”, afirmó.