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OPINIÓN

Hay que aprender a leer para entrar a la Ocde

Pese a que los resultados en las pruebas PISA mejoraron, aún falta mucho camino para entrar en las ligas mayores de la educación.

Ciro Parra Moreno*
23 de diciembre de 2016

Los países de la región que participaron en las reconocidas pruebas internacionales lograron un rendimiento de “media tabla” para utilizar una expresión futbolística. Y, para continuar con el símil, las diferencias entre estas naciones se siguen acortando: ni México o Chile se distanciaron, pero tampoco Perú o República Dominicana se quedaron rezagados.

Pero lo verdaderamente significativo es que los resultados mejoraron, aunque poco, en los tres componentes de la prueba: lectura, matemáticas y ciencias. Esto permite suponer mayor validez, pues sería sospechoso que nuestros estudiantes de 15 años, a quienes se les aplica la rigurosa evaluación, leyeran cada vez mejor, pero en cambio empeoraran en matemáticas.

Ahora, es muy esperanzador que el área en la que se avanzó más fue el de la comprensión lectora, pues indudablemente este es un proceso cognitivo básico y fundamental para el desarrollo de las demás competencias, como son las matemáticas y las científicas. Ser capaz de leer con sentido es condición básica para aprender todo lo demás.

Aquí tenemos, entonces, una valiosa pista pedagógica para seguir mejorando la calidad de la educación básica y media, que genera además réditos a todo el sistema. Optimizar las existentes y generar nuevas estrategias de enseñanza de la lectura desde la misma educación infantil, aprovechando los resultados de investigación y la experiencia innovadora y exitosa que existe en nuestro país, son la clave para avanzar por el camino correcto.

Ahora bien, desde el punto de vista del análisis de la política educativa, los resultados de PISA parecen indicar que los incentivos a la población estudiantil, como Pilo Paga y la inversión en la formación posgradual de los maestros pueden asociarse a esta mejoría.

Esta afirmación quizá moleste a algunos, contrarios a esas dos políticas; pero por eso mismo vale la pena continuarlas, pues si los resultados no continuaran mejorando estos detractores obtendrían la prueba reina para exigir su desmonte, e indudablemente habría que atender esa exigencia.

A diferencia de otros analistas, seguramente mejor informados, me atrevo a predecir cuánto tiempo nos llevará alcanzar los primeros lugares en la tabla; incluso, ni siquiera a vaticinar si alguna vez lo lograremos o no. Solo me limito a constatar lo evidente: hubo mejora y aunque no avasalladora, si es consistente y puede marcar el inicio de una tendencia, siempre que se mantengan las condiciones antes mencionadas, y se emprenda una implantación seria de la jornada única y de la política de calidad de la educación inicial, tanto en las ciudades como en el sector rural.

Pero se puede perder un partido hasta en el último minuto por algún un error en el planteamiento táctico. En nuestro caso, el error que no podemos cometer es de no fomentar eficazmente entre los bachilleres el estudio de carreras de educación. Ese es hoy, y lo será aún más en el corto y mediano plazo, el nodo crítico de todo el sistema educativo colombiano. Y en ese terreno estamos haciendo poco, muy poco.

Para que Colombia sea la más educada de la región en el 2025, para avanzar de modo significativo en la tabla de PISA y ganar el boleto de entrada a la OCDE es necesario aprender a enseñar a leer bien y formar profesores.

*Decano Facultad de Educación
Universidad de La Sabana

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