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OPINIÓN

La educación humanista en un mundo automatizado

Hoy más que nunca resulta crítico combinar la formación en las llamadas STEM con una base sólida en humanidades.

Gabriel Sánchez Zinny*
13 de agosto de 2015

“Nos estamos ahogando en información, mientras escasea la sabiduría”, escribe el renombrado científico Edward O.Wilson, en el prólogo de ‘En defensa de la educación liberal’, el último libro de Fareed Zakaria. Y agrega: “El mundo que viene será liderado por sintetizadores, aquellos que sean capaces de reunir la información correcta en el momento adecuado, analizarla críticamente, y tomar las mejores decisiones”.

El testimonio de Wilson resume perfectamente el argumento de la obra de Zakaria: que el supuesto conflicto entre las ciencias y las humanidades se llevó a un extremo desproporcionado. Zakaria no niega el peso de la ingeniería o de otras ciencias duras entre los campos más cotizados y demandados del futuro.

Pero, sostiene, hoy más que nunca resulta crítico combinar la formación en las llamadas STEM (ciencia, ingeniería, tecnología y matemáticas, por sus siglas en inglés) con una base sólida en humanidades. En sus palabras, “en la medida en que trabajamos con computadoras (que es realmente el futuro de todo trabajo) las competencias más valiosas serán aquellas propiamente humanas, que las computadoras no logran sustituir –aún”.

Para Zakaria, el propósito de las humanidades, más allá de la transmisión de los conocimientos específicos, es enseñar a pensar. Y, argumenta, el pensamiento claro comienza con una escritura concreta, el medio por el que uno aprende a formular y comunicar sus pensamientos.

Una anécdota del fundador de Amazon, Jeff Bezos, lo ayuda a reforzar esta idea. Bezos estimula a que sus ejecutivos de alto rango escriban. Comienza las reuniones dando un tiempo para que los participantes plasmen por escrito sus ideas. Luego está el arte de hablar, otra habilidad fundamental para expresar mensajes y persuadir a otros.

Aunque quizás lo mas significativo de las humanidades radique en enseñar a los estudiantes a aprender. En la sociedad del conocimiento, donde el cambio es constante y los horizontes de la información son insondables, aprender a incorporar nuevas competencias es esencial. El crecimiento económico no vendrá tanto de chips más baratos sino de “reimaginar constantemente como las computadoras y otras nuevas tecnologías interactúan con los seres humanos”.

Eso explica el sorprendente hecho de que los países más innovadores, medidos por el número de nuevas patentes, de inversiones de capital de riesgo, y de empresas tecnológicas, no son los que obtienen los mayores puntajes en las evaluaciones educativas internacionales como PISA. En cambio, son países como Israel, Estados Unido y Suecia, cuya población se caracteriza por atributos como la curiosidad, el espíritu aventurero, la toma de riesgos, flexibilidad, y lo lúdico. Todos derivados de una confianza en una marcada educación en humanidades.

Desplazar a las humanidades para enfocarse en las ciencias “prácticas” es una dicotomía falsa. Los estudios liberales van más allá del mero desarrollo de carrera, sino al propósito último por el que las sociedades valoramos la educación. “Una educación humanista” concluye Zakaria,“es lo que nos permite ser mejores trabajadores, pero también nos permitirá ser mejores socios, amigos, padres y ciudadanos.”

*Es presidente de Kuepa, emprendedor y consultor internacional en temas de educación. Será uno de los conferencistas invitados a la II Cumbre Líderes por la Educación 2015.