REVISTA DIGITAL

Camino del matadero

La última edición de la revista Semana Educación se centró en la paz y el conflicto. La película Silencio en el paraíso denuncia un drama dolorosamente real: la captación de falsos positivos en barrios marginales de Colombia.

Agustín Sánchez Aguilar (*)
18 de septiembre de 2015

Título: Silencio en el paraíso
Dirección: Colber García
País y año: Colombia – 2011

Parece que hay lugares en el mundo por los que Dios se resiste a pasar, y uno de esos lugares se llama El Paraíso. El Paraíso es un barrio marginal de Bogotá, de calles polvorientas y casas precarias, donde la miseria es común y la felicidad se deja ver muy poco. Hay barrios similares por todo el mundo: en Río de Janeiro y Buenos Aires, Nápoles y Mumbay, Monrovia y Puerto Príncipe.

Los jóvenes que habitan en ellos tienen muchas posibilidades de volverse alcohólicos, sufrir la extorsión de las mafias, traficar con drogas o empuñar la pistola del sicario. Pero en Colombia, donde la tragedia se sirve siempre en vaso grande, les acecha además una calamidad funesta y sórdida, llamativamente absurda, casi kafkiana: la posibilidad de convertirse en un falso positivo.

Entre 2004 y 2008, más de 3.000 personas murieron en  ejecuciones extrajudiciales, y buena parte de las víctimas eran jóvenes reclutados en barrios como El Paraíso. Los atraían con la falsa promesa de darles un trabajo, y luego los trasladaban a zona de guerra para disfrazarlos de guerrilleros y matarlos a sangre fría. De esa forma, contaban como bajas del enemigo, y les granjeaban medallas, ascensos y sobresueldos a los mandos militares responsables de su ejecución.

De los falsos positivos se ocupa Silencio en el paraíso, la primera película del caleño Colbert García. Su protagonista es un joven llamado Ronald, que, a pesar de haber cumplido 20 años, conserva toda la ingenuidad de los niños. Desde que murió su padre, Ronald mantiene a su familia voceando anuncios por la calle, pero siempre gana menos de lo que necesita.

Contada así, su historia suena a drama neorrealista, pero Silencio en el Paraíso se parece más bien a un cuento de terror, porque, en su búsqueda de dinero, Ronald acaba por ser arrastrado a traición hacia un matadero que no se merece. Como tantos falsos positivos, sufre dos muertes: por las balas y por la infamia.

Así que su historia nos revela que, en esta vida, hay por lo menos dos maneras distintas de ser pobre: unos luchan contra la pobreza material en barrios como El Paraíso, y otros aprovechan el poder del que disponen para practicar la miseria moral, que los impulsa a distorsionar la realidad con la brocha gorda del cinismo y a violar sin remordimientos los derechos humanos. Las dos pobrezas duelen, por supuesto, pero hay una que hiere más que la otra, porque es más incomprensible y descarnada, más cruel y terrorífica, más inhumana y difícil de perdonar.

*Filólogo, escritor y poeta español que también es colaborador de Semana Educación.

Este artículo hace parte de la décima edición de la revista digital SEMANA Educación. Para descargar la publicación siga estos pasos (Ver).