Alejandro Olaya (Director de Colciencias) y Cesar Ocampo (Exdirector de Colciencias) | Foto: Semana

CIENCIA

¿Qué hay detrás del enredo de Colciencias?

La declaración de insubsistencia de su exdirector, César Ocampo, desató una crisis que para algunos revela la falta de norte de la institución. En ocho años han pasado igual número de directores.

23 de enero de 2018

Al malestar generalizado de la comunidad científica y académica del país por el recorte del presupuesto para ciencia y tecnología, ahora se le suma la salida del director de Colciencias, César Ocampo, que provocó una crisis en la institución en vísperas de la entrada en vigencia de la Ley de Garantías y una ida y vuelta de versiones sobre lo que sucede dentro de la entidad.

La declaración de ‘insubsistencia’ del ahora exdirector Ocampo se dio, según el Gobierno, con el único objetivo de asegurar la eficiencia y transparencia del manejo de Colciencias y con el propósito de sacar adelante los proyectos que el país tiene a corto y mediano plazo.

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La vacante de director general de Colciencias, por ahora la está ocupando Alejandro Olaya quien se desempeñaba como subdirector general y quien era una de las personas que más preocupación mostraba por el rumbo que estaba tomando la entidad. La salida de Ocampo terminó en un rifirrafe de diferentes versiones. Hay quienes avalan su gestión y quienes no. Incluso la Asociación de Trabajadores de Colciencias (Asocolciencias), por medio de una carta argumentó que la entidad ha sido capturada por intereses clientelistas, pero ¿quién tiene la razón?

Desde que Ocampo llegó a la entidad comenzó un choque con un bloque importante de Colciencias, que está concentrada en terminar de cumplir las metas que fueron trazadas en el Plan de Desarrollo y entre las que están aumentar los recursos, la investigación, el número de doctores formados y ubicar al país como el tercero en América Latina en Ciencia, Tecnología e Innovación.

Ocampo decidió que estas metas no eran las que debían orientar la entidad y se dio a la tarea de dirigirla para apoyar el proceso de paz, buscar soluciones a los problemas más comunes que viven los colombianos y a sacar adelante el proyecto de montar una pequeña constelación de satélites en el país. Esta, terminó siendo casi que una obsesión según manifiestan algunos trabajadores.

A pesar de las difíciles relaciones, que llevaron incluso a que varios directivos y funcionarios renunciaran, el primer hecho que empezó a pavimentar la salida de Ocampo ocurrió el 21 de diciembre pasado cuando Ocampo expidió la Resolución 1624. Esta, con el “propósito de cumplir de manera más eficiente y adecuada las funciones constitucionales y legales del despacho del Director General Colciencias y de generar una política de autocontrol y gestión al interior de la entidad, se hace necesario derogar la Resolución Nº 429 de 2016 y de reasumir las funciones que mediante este acto fueron delegadas al subdirector general y al secretario general de Colciencias”.

Con este plumazo, Ocampo asumió directamente toda la contratación o convenios de la entidad, es decir, desde tener que comprar el papel higiénico o para las impresoras hasta todos los grandes programas de investigación o formación de colombianos en el exterior.

De inmediato el subdirector general, Alejandro Olaya, le envió una carta al director el 22 de diciembre pasado en la que le manifestó su extrañeza por la resolución 1624. En la misma, le pregunta por qué esta no fue socializada, ni cuenta con el visto bueno de la secretaria general de la entidad. Además le pidió a Ocampo que explicara a él y a las demás dependencias como interpretar y aplicar esta medida pues cambiaba por completo la resolución 088 de 2015 que reglamenta las funciones del comité de dirección, subdirección y los comités de direcciones técnicas.

Con el control de los casi 400.000 millones de pesos que maneja la entidad, Ocampo decidió, que él mismo se encargaría de la renovación o vinculación de 120 empleados de planta y 300 más de prestación de servicios. Es decir, les quitó a todos los directivos y coordinadores la autonomía vigilada que habían tenido desde hace años en este asunto. Algo preocupante para Olaya si se sabe que el 25 de enero entra en rigor la Ley de Garantías, lo que impone una agenda muy apretada para vincular a todas las personas que requiere la entidad.

El 28 de diciembre, nuevamente el subdirector Olaya le escribió una carta a Ocampo. En esta, le manifestó su preocupación porque la entidad no contaba con el Plan Estratégico Institucional (PEI) aprobado, y esto impedía que la entidad pudiese avanzar en la planeación de los otros elementos que junto con el PEI debían ser publicados a más tardar el 31 de enero, como lo hacen todas las entidades públicas en sus páginas web.

Ese mismo día, frente a todo lo que estaba ocurriendo, Ocampo fue citado al Palacio de Nariño, donde el secretario General, Alfonso Prada, le dijo que no estaban satisfechos con las decisiones que había tomado en los últimos días ni con el rumbo que quería darle a la entidad, y de forma respetuosa, le solicitó la renuncia.

En vez de avanzar por la puerta que le abrieron, Ocampo decidió enviar una carta al presidente Juan Manuel Santos, en la que que señala que bajo su gestión se ha ejecutado el 97 por ciento del presupuesto. Además agregó: “Con la resolución 1624 recojo la delegación del gasto, controlo mejor la ejecución presupuestal, y tengo mayor decisión y control en como destinar los recursos para impulsar de manera eficiente la política de ciencia para la paz y ciencia para el desarrollo sostenible de todo el país”.

El 29 de diciembre el número de contratistas solicitados por las diferentes áreas para el correcto funcionamiento de la entidad ascendía a 319, pero solo 184 habían sido aprobados por la dirección general para iniciar el proceso de contratación y, de estos, solo 85 habían sido contratados hasta el 9 de enero pasado.

Tras las festividades de fin de año, y en vista de que no había soluciones de fondo, el 9 de enero Olaya le envió otra carta más a Ocampo, le advierte que con las medidas que tomó, la Secretaría General quedó sin poder para celebrar contratos. Al final de la misiva el subdirector Olaya manifestó: “Si bien la dirección de la entidad e incluso del proceso contractual está en cabeza del director, no es menos cierto que su actuación no puede ser caprichosa, pues toda actuación de servidor público debe estar motivada en razones de servicio, las que claramente no se dan en este espacio”.

En vista de que la carta de renuncia de Ocampo nunca llegó, el 11 de enero un funcionario de Palacio fue hasta la entidad, buscó a Ocampo y le entregó el decreto presidencial que lo declaraba insubsistente. En otras palabras, había sido despedido. Esto terminó por desatar la tormenta que el país vivió en torno a Colciencias.

Por si fuera poco desde el Ministerio de Educación dio a conocer una serie de irregularidades en las que presuntamente habría incurrido el hasta entonces director y que terminaron por determinar su salida. Según el Ministerio, Ocampo habría tenido vínculos con la firma estadounidense Satellogic y habría intentado que Colciencias firmara un memorando de entendimiento para la compra de una constelación satelital y que gracias a la gestión de Paula Chiquillo, secretaria general, se impidió que se llevara a cabo este convenio. De igual manera, Ocampo habría intentado realizar una visita a Israel con gastos pagos por parte de la empresa IAI Israel Aerospeace Industries que tenía propósitos comerciales para la adquisición de satélites, y que fue rechazada por Palacio.

Mediante un comunicado a la opinión pública del 16 de enero, César Ocampo manifestó: “Las afirmaciones anteriores están cargadas de falsedad y mala intención. En primer término, si la señora ministra de Educación tiene pruebas de que he tenido algún tipo de vínculo contractual con la empresa Satellogic, la insto a que las haga públicas o como mínimo las ponga en manos de los entes de control respectivos. Segundo, fue el suscrito quien solicitó a quien en ese momento ejercía funciones como secretaria general de Colciencias, que expidiera un concepto sobre la viabilidad o no de suscribir un memorando de entendimiento con la empresa Satellogic con el objeto de explorar opciones, pues era ella desde la parte legal quien debía hacerlo. Tercero, es bien conocida por la opinión pública la precaria situación presupuestal de la entidad así que ¿con cuáles recursos Colciencias supuestamente iba a comprar una constelación satelital? Lo que sí se estaba adelantando era un estudio que buscaba demostrarle al país la importancia y necesidad de adquirir capacidades satelitales”.

Por otra parte, está la denuncia de los trabajadores de Asocolciencias que en su comunicado, entre otras cosas expresaron: “En el análisis de contratación realizado por el despacho del exdirector Ocampo, se demostró entre otras cosas, que el 50 por ciento de los contratistas se encuentra desarrollando procesos de apoyo a la gestión y el otro 50 por ciento en procesos misionales y el amplio grado de dispersión en la asignación de honorarios bachilleres que ganan 5 millones de pesos, profesionales con 8 millones de pesos, profesionales especializados con 19 millones de pesos y personas con doctorado con 9 millones”.

En relación al pago de honorarios de los contratistas, Colciencias manifestó que se da según los productos que se requieren, se entregan y su valor comercial en el mercado, ya que el tipo de contratación de estas personas es por prestación de servicios y que todo está claro y fundamentado.

El ahora director Alejandro Olaya dijo que, pese a lo ocurrido, la entidad va a lograr contratar todo el personal que se requiere, así como todos los contratos, convenios y acuerdos que estaban en peligro y de esta manera poder encaminar el rumbo de la entidad para garantizar el buen funcionamiento de la misma y cumplimiento de las metas de este 2018.