La tierra tarda en darle la vuelta al sol 365 días, 5 horas, 45 minutos y 45 segundos. Nuestro Calendario de solo 365 días ha implicado un desfase que se corrige cada 4 años. | Foto: Youtube

CURIOSIDAD

Las raras tradiciones en el año bisiesto

Embriagarse o usar computadores análogos de bronce son algunas de las curiosidades que rodean la historia en un día como hoy.

29 de febrero de 2016

Cuando Julio César cruzó el Mediterráneo en el 49 a. C., Egipto pasaba por una guerra civil: Cleopatra y su hermano, Ptolomeo, luchaban por el trono. La situación era preocupante, una guerra en el Nilo podría comprometer el aprovisionamiento de trigo en Roma. Pero no fue el pan, sino los encantos de Cleopatra lo que hizo que César tomara su partido, y fue durante las intrigas políticas y los románticos viajes frente a cocodrilos, cuando César modificó el calendario romano con las precisiones egipcias.

Desde entonces, cada cuatro año hay que adicionar un día al calendario. Muchos se preguntan por qué unos astrónomos egipcios determinaron, al menos en parte, que en febrero haya un día de más. Semana Educación le explica por qué.

El calendario solar de 365 días surgió cuando el hombre empezó a cultivar. En Mesopotamia y en Egipto era necesario para cosechar, conocer con precisión la llegada de las estaciones y las inundaciones. Según Jaime Borja, profesor de Historia Antigua de la Universidad de los Andes, debido a que el Nilo crecía en una temporada específica del año y dejaba a su paso una capa de limo que fertilizaba la tierra, era necesario organizarse para planificar la agricultura.

Para conocer el día de inicio y el fin del ciclo solar, sin las herramientas modernas, bastaba mirar el cielo durante las noches y llevar las cuentas. Se escogía un punto fijo en el firmamento y se miraba la posición de las estrellas, durante los días se observaba su movimiento, hasta que después de 365 noches volvían a la posición inicial. Sin embargo, cada cuatro años, se demoraba 366 porque el tiempo que tarda la Tierra en darle la vuelta al Sol es de 365 días, cinco horas, 45 minutos y 45 segundos.

Así, la corrección que hizo Julio César en Egipto y las precisiones que luego añadió el papa Gregorio en el siglo XVI determinaron nuestro calendario. El papa, asesorado por el astrónomo jesuita Christopher Claviuscon, aumentó un día en febrero, cada cuatro años, para que las fiestas religiosas se celebraran con una precisión digna del Divino. Si no se corregía, cada 100 años, la impresión añadiría 24 días al año; eventualmente, la Navidad se terminaría celebrando en verano, según Luis Sánchez, profesor de Geografía de la Universidad de los Andes.

Otras culturas han tenido también años bisiestos para que los días sean contados con precisión. El historiador de la Ciencia Santiago Guzmán cuenta que los arqueólogos han encontrado en el naufragio de un barco romano una especie de computador análogo de bronce que usaban los griegos en el I a. C. para calcular las órbitas del sol y la luna. El aparato tenía presentes las olimpíadas de Zeus, Poseidón, Apolo y Hera. “El mecanismo tenía una rueda suelta que era capaz de dar cuenta de los años bisiestos manteniendo la cuenta del zodíaco”, afirma Guzmán. 

El calendario de los aztecas era de 18 meses con 20 días; además, cinco días que llamaban inútiles. En total: 365 noches al año. Se enfrentaban, por lo tanto a la misma imprecisión. Pero para corregirla, hacían que uno de los días inútiles durara 48 horas cada cuatro años. Y ese día hacían una gran fiesta: les repartían trago a niños y adultos hasta la embriaguez, según afirma Antonio Jaramillo, especialista en estudios Mesoamericanos. Así, se emborrachaban todos por igual y entre el delicioso sabor del mezcal, hacían como si no hubiese pasado nada.