| Foto: Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil

EVENTO

Ser quijotes de la educación

Empezó el tercer Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil. Conozca qué ha ocurrido y por qué es importante incentivar la lectura en los primeros años.

16 de noviembre de 2016

“Solo cuando somos niños leemos de manera tan entregada, como si la literatura fuera más real que el mundo que nos rodea”, así se expresó el escritor Juan Villoro, cuando abrió con una conferencia magistral el III Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil (CILELIJ) este martes 15 de noviembre. Escribir para niños, añadió el autor mexicano, se parece a “desandar el tiempo para tratar de recuperar esa emoción primera”.

Las palabras de Villoro condujeron a los participantes del encuentro, organizado por la Fundación SM y la Secretaría de Cultura, hacia un viaje por la isla de Robinson Crusoe. La obra de Daniel Defoe, publicada en 1719, es considerada la “gran novela realista inglesa”, pues su autor partió de la historia verdadera de un náufrago y la convirtió en ficción. Hizo el recuento minucioso de cómo una persona reinventa su vida con pocos elementos, y de esa manera “la ficción documentada se convirtió en una de las posibilidades de la narrativa”.

La charla de Villoro tuvo lugar durante el primer día del académico del III CILELIJ, dedicado a Lo Testimonial en la literatura infantil y juvenil. Pero abordó también, de manera paralela, el elemento Simbólico -eje temático del jueves 17 de noviembre- al referirse a la parábola del náufrago en la isla. “No ha habido en la literatura mayor desafío al de narrar la supervivencia: ‘¿Cómo diablos vivo?’ Es la pregunta vital y extrema”.

De la isla desierta de Robinson Crusoe, el barco del CILELIJ se transportó a Iberoamérica, para revisar su producción de narrativa infantil y juvenil en los últimos tres años. María Elena Maggi, especialista e investigadora de LIJ, repasó los títulos que le parecieron más representativos de la producción actual iberoamericana, que en América Latina oscila entre 10 y 14 mil títulos al año mientras que en España asciende a 12 mil.

Algunos de los títulos reseñados de manera breve por la especialista fueron Cuentos de cabeza y al revés, de Vivian Mansour; El gran escape, de Santiago Roncagliolo; Un viejo gato gris mirando por la ventana, de Toño Malpica; La chica pájaro, de Paula Bombara; y La guarida de las lechuzas, de Antonio Ramos Revillas.

Pedro Cerrillo, miembro del comité académico del CILELIJ, presentó el panel Lo testimonial en la LIJ, donde participaron de manera presencial los autores Francisco Hinojosa, Eliacer Cansino y Andrea Ferrari; y a través de un texto, Eliana Yunes.

Cansino fue el primero en expresar sus ideas sobre el tema, notando que la narración del dolor o de la propia experiencia no basta para ser literatura. En la literatura, “esas experiencias tienen que inscribirse en artificio estético”, dijo el autor de títulos como Rostro de piedra o Julián tiene miedo. Luego compartió tres condiciones que llevan los libros que dirige a los jóvenes. Siempre procura hablar del mal y el horror con cuidado: “me asomo al infierno y luego me retraigo”; le gusta “trabajar bajo el signo de la esperanza”; y le interesa “defender las virtudes esenciales”.

Francisco Hinojosa habló de la apertura temática que ha vivido la LIJ en los últimos años. Hoy se habla de anorexia, desapariciones forzadas, bullying, xenofobia. “Ya nada le es ajeno a un niño”, dijo el autor de La peor señora del mundo. Todavía existe, sin embargo, la percepción de que hay que proteger a la infancia. Pero para Hinojosa no hay duda: los niños comparten realidad con los adultos y la literatura testimonial puede contribuir a darles voz y voto.

Así empezó el III Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil. Hoy tuvieron lugar las conferencias de Javier Palop, Paola Morán, Fernando Esteves. El panel llamado “lo Fantástico en LIJ” cerró el día, con la dirección de Beatriz Robledo, con Daina Chaviano, Verónica Murguía, Triunfo Arciniegas Joao Anzanello como invitados. Este tipo de eventos, son necesarios para compartir estrategias, con el fin de incentivar la lectura durante los primeros años.

¿Por qué es importante incentivar la lectura en la primera infancia?

Colombia es un país que lee poco. En promedio, un colombiano termina casi dos libros al año, comparado con otros países en los que esta cifra asciende a tres, cinco y hasta diez libros por año, según un estudio del Ministerio de Educación (MEN).  Esta realidad colombiana también se ve reflejada en la poca iniciativa que tienen algunos padres en leerle a sus hijos, ya sea porque no lo consideran importante o porque ellos mismos no tienen el hábito.

Leer para muchos es una obligación, lejos de ser un placer, porque desde las escuelas y las familias no se inculca el gusto por la lectura. Según afirmó a Semana Educación Isabel Calderón, coordinadora de Contenido Infantil y Juvenil de la Cámara Colombiana del Libro, “muchos niños conocen los libros cuando llegan al colegio y estos forman parte de las tareas obligatorias. Cuando el primer contacto que tiene un menor con los libros es en el aula a los 5 años, ahí ya empezamos perdiendo. En cambio cuando la lectura está presente desde la primera infancia, porque los padres les leen, estos tendrán una relación agradable con los textos”.

En este sentido, señala Calderón: "A través de la lectura, los menores pueden acercarse a cosas que van mucho más allá de su cotidianidad. Esta permite que los niños se identifiquen, que conozcan sus sentimientos; es una compañía. La literatura acompaña a los niños a crecer, les permite preguntarse cosas, conocer el mundo y es un diálogo con la cultura".

Calderón considera que es mentira que un niño sea muy pequeño para empezar a tener contacto con los libros, porque al principio el niño no lee alfabéticamente pero hay un adulto que lo hace en voz alta, y ese es el primer contacto con la literatura. Desde allí se empieza a formar un vínculo entre ese niño con la literatura y el lenguaje, concluye.

Jael Gómez, experta en literatura infantil y edición de libros, les achaca esta responsabilidad a los padres, que muchas veces no impulsan la curiosidad y el gusto que pueden sentir los niños por los libros. “He observado que cuando los niños pasan por el frente de la librería siempre voltean a mirar y siempre quieren entrar. A veces es el adulto que no quiere porque siente que si entra, tiene que gastar plata, o porque no le da la importancia a la lectura”.

Gómez cree que se construye una relación profunda entre un adulto y el niño al que lee, una relación basada en el afecto y en las historias que uno le enseña al otro. “Ese momento en que el padre lo toma entre sus brazos, lo sienta en su regazo y le lee una historia crea una relación especial entre ellos dos”. Para la experta, “la lectura siempre va a ser un buen acompañante y una posibilidad de tener un amigo más, de entablar una relación profunda y duradera con la decencia del ser humano, que está en los libros”, agrega Jael.