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EDUCACIÓN

¿Habrá un nuevo Paro Nacional Universitario?

El secretario general de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) explica los temas que discutieron en el más grande Encuentro Nacional de Estudiantes Universitarios de los últimos años, que se realizó hace pocos días en la Universidad Nacional.

Andres Felipe Salazar
10 de abril de 2018

Una vez el equipo responsable de la acreditación terminó de sistematizar y unificar los listados, supimos que eran 2.042 estudiantes de todo el país, delegados de sus Instituciones de Educación Superior, los que habían llegado a la sede Bogotá de la Universidad Nacional de Colombia los pasados 17, 18 y 19 de marzo de 2018 para participar del Encuentro Nacional de Estudiantes de la Educación Superior (ENEES).

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Todo un reto logístico sacar adelante este encuentro, y más sin contar con el apoyo institucional que muchos esperábamos. Reto que solo pudo superarse gracias a un pequeño grupo de personas que, sin mayor experiencia, se juntaron para asumir las gestiones, la seguridad, el aseo, la alimentación, el cubrimiento de medios y garantizar los derechos humanos. Conseguir los desayunos, almuerzos y comidas para tanta gente era un profundo reto, y más cuando se suma la adecuación de campamentos, duchas, baños, espacios para mesas de hasta 400 personas; era necesario también tener listo todo para la discusión académica. También organizamos un concierto, porque claro, la cultura y la música son fundamentales en una escena juvenil. Todo esto fue posible gracias a ese grupo humano al que le guardo toda mi gratitud y admiración.

Ahora bien, el reto más grande no era logístico, era político. Si la universidad refiere a lo universal, construir en ellas debe ser todo un arte donde lo común es ser distintos. Ahora piense en la diversidad que hay en una sola universidad, súmele más de 50 instuciones técnicas y tecnológicas, entonces lo que se tiene es un encuentro de negros, indígenas, campesinos, blancos, chicos, altos, gordos, flacos, rockeros, raperos, rastas, hipsters, católicos, cristianos, ateos, budistas, ricos, pobres, de izquierda, derecha, centro, “apolíticos”, con partido y sin él, con las elecciones y en contra de ellas; un espacio en donde el etcétera es aún insuficiente para señalar la cantidad de mundos que componen este heterogéneo movimiento estudiantil. En medio de un país tan polarizado sería normal pensar que con esta característica de diversidad del ENEES, poco lograría concretarse.

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Sin embargo, y contra todo pronóstico, construimos un diagnóstico que echa luz sobre una contradicción central entre la educación como derecho fundamental, pública, gratuita y de acceso universal para todos los colombianos, y la educación de mercado que nos ofrecen y que pretenden profundizar, esa que suma un déficit de funcionamiento en el Sistema Universitario Estatal de medio billón de pesos, sistema al que el Estado colombiano le adeuda 16 billones producto del congelamiento del presupuesto desde la Ley 30 de 1992, configurando un estado de crisis que se evidencia, en infraestructuras deterioradas, hacinadas e insuficientes para investigar y para aprender; trabajadores tercerizados y docentes precarizados que pasan más tiempo buscando a quién venderle un proyecto que preparando clases. Un sistema en crisis que tiene más de 27.000 familias sometidas al acoso y al abuso financiero por estar en mora con el Icetex; una crisis que le niega el acceso a casi la mitad de los jóvenes del país. 

Un estado de crisis que se profundiza con apuestas como Ser Pilo Paga, que atiende 10 veces menos la cantidad de estudiantes que atendería la Universidad Pública a la que le quitan los recursos para trasladarlos a las universidades privadas, y que se enfoca en apenas el 2 por ciento del total de bachilleres que se gradúa al año; programa al que se le suma el Proyecto de Financiación Contingente al Ingreso, un proyecto con el que pretenden que estudiemos y después de la graduación paguemos con un porcentaje contingente a nuestro ingreso salarial, una línea de crédito blanda, que sería poco problemática si no fuera por dos razones: la primera de ellas es que la educación es algo que se paga con los impuestos de todos los colombianos, es decir es algo que usted y yo ya estamos pagando: ¿Por qué volver a pagar después del grado? ¿Por qué cobrarnos dos veces la misma cosa?

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La segunda parte del diagnóstico se trató de la dicotomía entre la financiación a la demanda o la financiación a la oferta. Si usted decide financiar la demanda, entonces Ser Pilo Paga, Icetex y todo mecanismo que se le parezca, le conviene, porque usted pone el problema solamente en el acceso y lo resuelve individualmente; es decir, usted le da a un joven el valor de la matrícula, éste decide a donde llevar el dinero –que por los incentivos del sistema será casi siempre hacia la universidad privada- y allí se encargan de los profesores, de la infraestructura, del “bienestar”, de la “calidad” y en suma, del qué y del para qué le enseñan.

En cambio si usted decide financiar la oferta, ello implica que debe propender hacia una garantía de acceso universal. Entonces si quiere garantizar el derecho, se preocupa por los docentes, por la infraestructura, el bienestar, la calidad, pero así mismo, usted como colombiano decide qué quiere que aprendamos y para qué quiere que lo aprendamos, y es eso lo que los estudiantes le estamos proponiendo al país: poner en cuestión el para qué de la educación, pues esta se ha vuelto poco pertinente, no le sirve al estudiante, no le sirve a su familia, no le sirve a la industria ni a la investigación ni a la ciencia, pareciera que a nadie.

Sin embargo, si como sociedad decidimos hacer de la educación una herramienta para la superación de todos nuestros problemas —económicos, sociales, ambientales, culturales, políticos y hasta de convivencia—, entonces será útil y nos preocupará y decidiremos su por qué, su para qué y su cómo. Este experimento no es tan nuevo, ya lo hicieron otros países, decidieron convertir la educación en una prioridad y con ello lograron sociedades más justas, más equitativas y más desarrolladas.

Este ha sido un esfuerzo por presentar algunos de los elementos centrales de debate y conclusión del ENEES, y frente a la pregunta inicial, pues han de saber que si hemos sido capaces de superar tantos retos y de ponernos de acuerdo entre tantas dificultades, seremos una generación capaz de echar mano de toda forma de movilización —pacífica, moderna y creativa— en procura de esa educación para la paz.

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Por ahora nos vemos el próximo 24 y 25 de abril en el cese de actividades de 48 horas: el 24 para debates, tertulias y asambleas y el 25 en un carnaval que inunde las calles de alegría y educación.

(*) Representante de los Estudiantes en el Consejo Superior de la Universidad Nacional de Colombia.