| Foto: Carlos Julio Mártínez

OPINIÓN

Un No que significa una oportunidad para el sector educativo

Este inesperado escenario político permite priorizar en la agenda pública los temas relacionados con la atención integral de la primera infancia y la formación en valores ciudadanos.

Sandra Patricia Varela
4 de octubre de 2016

El traspiés del plebiscito ha generado un sinnúmero de opiniones y comentarios que han estallado en las redes sociales y en los diferentes medios de comunicación. No obstante, más allá de las consecuencias jurídicas, o las implicaciones económicas de este inesperado suceso, lo más preocupante es la atmosfera de incertidumbre que se ha generado en torno al nuevo ámbito que se construye para el posconflicto y la nueva ronda de negociaciones que se llevarán a cabo, tanto con los negociadores en La Habana, como con las diferentes fuerzas políticas del país.   

Sin embargo, cabe preguntarnos cuál será el rol de los principales defensores de la primera infancia y qué papel jugará el sector Educativo en todo este proceso, ya que no solo queda en vilo el acuerdo histórico que garantizaría la salida de los niños, niñas y adolescentes de las FARC – tan aclamado por los organismos internacionales – sino también el desarrollo de programas destinados al regreso de los niños a la familia y a la comunidad.

Esperamos que este nuevo ambiente político sea la ventana de oportunidad que el sector educativo ha estado esperando para priorizar en la agenda pública todos los temas relacionados con la atención integral a la primera infancia y la formación en valores ciudadanos como herramientas fundamentales para la construcción de país.

Es muy temprano para saber a ciencia cierta, en qué quedarán los nuevos acuerdos o incluso cuáles serán las consecuencias del resultado del plebiscito; sin embargo, si podemos afirmar que la prioridad debe seguir siendo la atención integral a nuestros niños y al desarrollo de programas efectivos que atiendan a la mayor cantidad de población infantil, tanto aquellos que han estado alejados de la esfera del conflicto armado, como aquellos que se han convertido en víctimas o victimarios como consecuencia de estos más de 50 años de guerra.

Es deber del sector educativo convertirse en una fuerza activa que, más allá de promover los procesos de alfabetización –que siguen y seguirán siendo una de sus prioridades–, se encargue de brindar a cada uno de los ciudadanos y familias las estrategias adecuadas para propender por una educación que contribuya a procesos resilientes, capaces de aceptar y convivir con las diferencias de otros,  capaces de perdonar y reconciliarse con las diferentes realidades que permitan desarrollar vínculos duraderos y seguros  frente al conflicto.

Solo así, poniendo a nuestros niños en el primer lugar de las agendas políticas, podremos realmente encaminarnos a la construcción de una Colombia en Paz. 

*Sandra Patricia Varela
Directora del Programa de Pedagogía Infantil
Universidad de La Sabana