La Ciudad de México se construyó gracias a los mensajes de dos aves. | Foto: Flicker/David Moran

HISTORIA

La historia de las aves que fundaron México

Detrás de cada ciudad hay leyendas. En el caso del D.F, se cuenta que un pájaro desencadenó la migración del pueblo azteca, y un águila el lugar donde se debía asentar.

18 de marzo de 2016

En un principio, los aztecas vivían en la ciudad de Aztlán, en una isla blanca, que representaba la perfección del cosmos, el origen de todo, y el centro espiritual de la tierra. Al menos así lo afirma Patrick Johansson, profesor de Cultura Náhuatl de la Universidad Nacional Autónoma de México, en un artículo. Pero de pronto, apareció un pájaro sobre un árbol que cantaba una sugerencia una y otra vez, durante muchos días, que “debían irse”.

Y como el gorjeo se seguía repitiendo, uno de los hombres más sabios, Huitzitón, convenció al pueblo de que siguieran el consejo. Según afirma el etnólogo alemán, Walter Krickberg, los aztecas pensaron que el pájaro era el mensajero de un dios oculto. Entonces, al igual que Moisés cuando salió de Egipto a la cabeza de los judíos, Huitzitón partió con su pueblo en busca de la tierra prometida.

Así, por el canto de un pájaro, empezó la migración de los aztecas. Y no fueron pocos los desencuentros, ni las dificultades durante el viaje. Cuando llegaron a Cohuatlicámac, por ejemplo, encontraron dos envoltorios dejados por un demonio. Al abrir el primero, descubrieron una piedra preciosa que los maravilló. Todos la querían, entonces, para zanjar las disputas, decidieron abrir el otro. Pero sólo encontraron dos palos. Sin embargo, Huitzitón decidió que los aztecas se quedaran estos. Cuando le preguntaron por qué, les mostró cómo salían llamas al frotarlos.

Al llegar al valle de Tollan, Huitzilopochtli, su dios, mandó en sus sueños a los sacerdotes a que dirigieran el agua hacia el llano. Según Krickberg, cuando se construyó la presa, el agua se extendió y se formó la laguna de México. Así, todo se llenó de pájaros, patos y garzas, peces, moscas y flores. Por la belleza del lugar, gran parte de los migrantes, liderados por una mujer llamada Coyolxauhqui, quisieron quedarse en ese sitio. No oyeron a su dios, que indicó que ese no era el lugar para asentarse. Entonces, en su furia por la desobediencia, Huitzilopochtli asesinó a los rebeldes. Les abrió los pechos y los dejó a todos sin corazón.

Cuando ya se acercaban al lugar en el que se fundaría la ciudad más importante de México, apareció Copil, el sobrino malvado de Huitzilopochtli. Por el odio que le tenía a su tío, decidió viajar a Chapultepec y acabar con su pueblo. Para lograrlo, convenció a varios reinos, llenó sus corazones de mal para que atacaran a los aztecas. Y cuando Copil contemplaba todo lo que su maldad había hecho, le arrancaron el corazón. Luego lo tiraron con fuerza al horizonte. Cuentan las leyendas que donde cayó, se edificó México-Tenochtitlan.

Pero sólo supieron que ese era el lugar prometido por Huitzilopochtli, cuando vieron un águila devorando a una serpiente sobre un nopal, una variedad de cactus. Imagen que no solo quedó en la historia de la ciudad sino también en el escudo del país.

Fue entonces, a través de aves, como los dioses se comunicaron con los aztecas, para avisarles que debían partir y también para indicarles el lugar sobre el que levantarían una de las ciudades más importantes del mundo.