| Foto: Semana Educación

EDITORIAL

Menos palabras y más acciones en educación

Termina el 2016 y el ambiente educativo estuvo muy agitado, escándalos, cambios y debates. En las urnas se hizo evidente alrededor del mundo que se ha privilegiado el individualismo y se ha olvidado del ser y de lo colectivo.

Mario Hurtado*
5 de diciembre de 2016

Las elecciones marcaron sorpresas a escala global: Reino Unido, Estados Unidos, Moldavia, Bulgaria y Colombia fueron ejemplos donde la gente salió a votar en contra de las propuestas de integración, inclusión, paz o los valores que expresa la socialdemocracia. La pregunta es ¿qué papel ha jugado la educación?

El debate se ha polarizado en todos los países, marchas en Bogotá, Londres o Washington, entre los que luchan desesperados por invitar a reflexionar a los escépticos y la poca credulidad desde el otro lado. Lo cierto es que las habilidades socioemocionales no están ancladas en la escuela, es decir, no se ha incentivado suficientemente la capacidad para entender al otro, ponerse en su lugar, comprender los sentimientos, aceptarlos y convivir con las diferencias.

Lamentablemente algunas marchas y movilizaciones contra la tolerancia, la paz o la libre expresión han salido desde los centros educativos y al parecer, la presión por mejorar las habilidades matemáticas o laborales, la comprensión lectora o el inglés está llevando a la sociedad a un contexto de individualismo e indiferencia frente al otro. Por eso, la escuela debe ser el camino para que las muestras de intolerancia que empiezan a atormentar a la sociedad y a dividirla puedan ser mediadas y superadas, y no una proyección de estereotipos que justifican y legitiman la violencia.

El gobierno nacional ha trazado una ambiciosa meta: ser el país más educado de América Latina en el 2025. El criterio ha sido mostrar resultados en exámenes de selección múltiple, como Pisa y Saber. Sin embargo, ser buenos rellenando preguntas de ciencias y matemáticas, no garantiza la formación de los jóvenes, como lo afirmó en  una entrevista a Semana Educación la  doctoraTessaJolls. Y hemos repetido a lo largo de nuestras ediciones en 2016: a Colombia no le sirve una población más educada que miente y que mata. Debe ser una prioridad enseñar los contenidos de las diferentes áreas del saber, pero también, graduar a individuos éticos, en especial en un contexto de posconflicto.

La invitación para 2017 desde el gobierno hasta todas las instituciones educativas es fortalecer  las prácticas democráticas, propiciar relaciones amistosas entre estudiantes y educadores e invitar a las instituciones educativas a que dejen el discurso de la inclusión y la tolerancia de los manuales y lo lleven a la práctica. Un directivo educativo o un profesor que es autoritario o agresivo, seguro no podrán educar en el desarrollo de habilidades socioemocionales. La tarea es fortalecer lo socioemocional desde la primera infancia con sentido de pensamiento crítico para que en las debates venideros la sociedad se informe, y tome decisiones que beneficien al colectivo y no primen los odios o el individualismo.

Por otra parte el 2017 requiere de más recursos para la educación: garantizar mejoras salariales, aumentar la cobertura y la contratación docente, invertir en materiales educativos es posible si se gestionan recursos, por eso, la reforma tributaria debe tener a la educación como uno de sus pilares de inversión.

Para nuestros lectores los mejores deseos en el año venidero y que la educación siga en la agenda y en el corazón de todos los colombianos.

*Editor jefe de Semana Educación, sígalo en Twitter @hurtadobeltran

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