Los objetos físicos son fundamentales para el desarrollo motriz de los niños.

CREATIVIDAD

Sin tabletas sí hay paraíso

En educación temprana hay que volver a lo básico, dicen estudios recientes. Usar fichas de plástico, madera o cartón para enseñar matemáticas o lenguaje puede ser útil para promover habilidades que no provee la tecnología.

4 de marzo de 2015

Aunque lo usan principalmente los niños, el ábaco no es un simple juguete. El Instituto Nacional Para Ciegos (INCI) promueve que se use para fomentar la inclusión de las personas con discapacidad visual y resalta que esta herramienta es muy útil para fomentar el aprendizaje de matemáticas en cualquier menor. Luis Segura, representante de UCMAS, una organización que promueve el uso del ábaco en clase, le explicó al diario ABC de España que cuando los niños usan este instrumento con las dos manos no solo trabajan ambos hemisferios del cerebro, sino que además aprenden a relacionar los números con algo concreto.

Con la llegada y auge de las tabletas y teléfonos inteligentes, juguetes tradicionales como los bloques de madera y aros de colores han quedado desplazados. Pero estudios recientes afirman que estos objetos físicos no deben olvidarse porque son indispensables para el desarrollo motriz de los niños. Además, las pantallas táctiles, si se usan antes de los dos años y medio, podrían tener efectos nocivos.
 
Los juegos manuales en las aulas son tan importantes que desde hace más de 30 años la multinacional danesa Lego tiene un área dedicada exclusivamente a la educación. “La robótica es uno de los enfoques que más impacto ha tenido en los cursos de secundaria. Pero desde 2010 la compañía está trabajando en nuevos paquetes que van más allá de las matemáticas, las ciencias, la tecnología y la ingeniería. Ahora también tenemos contenidos para las humanidades”, cuenta Jorge Sánchez, director de ventas de Lego Educación para América Latina.
 
Lego ha diseñado paquetes de fichas acompañados con currículos para trabajar en áreas como matemáticas, medio ambiente, robótica y hasta lenguaje. Según la empresa, su oferta está pensada para niños entre los dos años y medio hasta los jóvenes de 18.
 
Sánchez explica que el punto de estas actividades no es que los estudiantes construyan un robot, “la esencia de los ladrillos o bloques es que provoquen en lo jóvenes el desarrollo de habilidades como la creatividad, el trabajo en equipo o la resolución de problemas”. Además, Sánchez dice que con los ejercicios de ensayo y error que supone el trabajo con fichas, los alumnos aprenden a enfrentarse a la frustración de un modo distinto.

Los pedagogos coinciden en que los tableros dejaron de ser suficientes para enseñar hace mucho tiempo. Sánchez dice que si un estudiante lee y escribe puede entender y comparar conceptos en el papel, “pero si un niño hace algo con sus manos está aprendiendo”.

Pero hace falta que tanto los estudiantes como sus familias entiendan que detrás de estas actividades lúdicas hay una justificación. Como le dijo una profesora al diario británico The Guardian, “me preocupa que los niños lleguen a la casa y le digan a sus padres que han estado jugando con lego en sus clases”. Para Hugh Myott, coordinador de una escuela en el Reino Unido que enseña matemáticas con paquetes de Lego, este tipo de actividades preparan a los niños para vivir en el siglo XXI. Para él, la creatividad y el trabajo en equipo serán más importantes que simplemente tener acceso a la tecnología.

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