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Universidad de Texas: ¿cómo fue la primera matanza de Estados Unidos?

Antes del mediodía del uno de agosto de 1966, la tranquilidad de un día de verano en la Universidad de Texas fue interrumpida por el sonido de un disparo. Y luego por otro. Y otro.

Alianza BBC
1 de agosto de 2016

Durante una hora y media, Charles Whitman, un estudiante de ingeniería con entrenamiento de francotirador, disparó desde arriba de la icónica torre del reloj del edificio del centro universitario, en un ataque que terminó con 17 muertos y más de 30 heridos.

Fue la primera vez que Estados Unidos escuchaba la expresión "tiroteo masivo" aplicado no a un campo de batalla, sino al campus de una universidad.

Este lunes se conmemora el 50° aniversario del ataque considerado el inicio de este fenómeno de las matanzas hoy tan cotidiano en el país.

Pero también este mismo día entra en vigencia una controversial ley en Texas que permite portar armas de fuego en los campus universitarios del estado.

Promulgada en 2015 por el gobernador de Texas, Greg Abbott, la ley se basa en la idea de que el porte de armas permitirá a los estudiantes defenderse en el caso de que ocurra un ataque masivo.

De acuerdo con las autoridades de Texas, el aniversario del histórico tiroteo en la Universidad de Texas y la entrada en vigor de la ley de porte de armas de fuego en los campus es una coincidencia.

El objetivo era adelantarse al inicio de clases, previsto para fines de agosto, informaron.

En el momento de la aprobación de la ley, estudiantes y profesores de la Universidad de Texas se opusieron a la medida juntando firmas y hasta llevando a clases juguetes sexuales, una campaña reminiscente a las pacifistas de los años 60 que exhortaban: "Haz el amor, no la guerra".

El tiroteo que lo empezó todo

Según la organización Gun Violence Archive, en EE.UU. sólo en 2015 hubo 332 tiroteos masivos, definidos como episodios ocurridos en un mismo lugar o tiempo donde cuatro o más personas mueren o resultan heridas de bala, sin incluir al atacante.

Es decir, que estos ataques ocurren en el país cada 26 horas; casi uno por día.

Pero antes de que Whitman subiera a la torre del reloj de 27 pisos cargado con armamento y comenzara a disparar, la idea de una matanza generalizada no estaba en el imaginario nacional. De hecho, el tiroteo en la Universidad de Texas derivó en la creación en EE.UU. de los equipos policiales de asalto SWAT.

El hoy agente retirado Ray Martínez, quien abatió a Whitman, se siente orgulloso de que su accionar hace medio siglo sea un ejemplo de cómo actuar ante ataques similares.

 

"Es triste decirlo, pero no hubiera muerto tanta gente" de no ser por el error táctico cometido por la policía, explica Martínez a la BBC. Ese día "hubo una falla en el liderazgo", dice. "Todo el mundo estaba disparando a larga distancia. Y no puedes hacer eso. Tienes que subir y acercarte a la persona".

Eso fue exactamente lo que hizo Martínez: subir a la torre para enfrentar al atacante.

Solo contra el atacante

El día del ataque Martínez no estaba de guardia pero concurrió voluntariamente como refuerzo tras enterarse por el noticiero.

Al acercarse al campus y escuchar los disparos de rifle, el oficial supo que la situación era "muy seria". Sin embargo, no había un plan de acción, así que avanzó solo.

"Pensé que si yo podía ver la punta de la torre, entonces el tirador me podía ver a mí", razonó. Se fue acercando a la torre escondiéndose detrás de árboles y muros. Finalmente, corrió lo más rápido que pudo en forma de zigzag.

Martínez era exalumno de la Universidad de Texas, por lo que sabía cómo llegar hasta el mirador con el reloj. En el camino, se encontró con varios heridos y muertos.

Cuando Martínez finalmente llegó hasta el lugar donde se encontraba Whitman, le disparó hasta vaciar su arma.

Después tomó uno de los rifles del atacante y volvió a dispararle una ronda. Quería asegurarse de que estuviera "neutralizado", cuenta a la BBC.

Más adelante se descubriría que previo a dirigirse a la universidad, Whitman había matado a su esposa y madre en sus casas para evitar que sufrieran la vergüenza por la matanza que iba a cometer, según unas cartas que colocó junto a los cuerpos.

Entre las víctimas también se cuenta al bebé de una mujer embarazada de ocho meses, quien sobrevivió, y a un hombre que fue baleado en un riñón y terminó muriendo de complicaciones vinculadas a esa herida 35 años después del ataque.