Los ex alcaldes se arriesgaron a hacer una estrategia de campaña basada más en sus similitudes que en sus diferencias. Paradójicamente, en un país acostumbrado a las confrontaciones, esta armonía puede implicar una débil visibilidad

ELECCIONES 2010

¿Podrán cantar los 'tenores'?

Por qué han sonado tan poco en esta campaña los tres ex alcaldes de Bogotá, si son las figuras políticas más mediáticas del país.

27 de febrero de 2010

Es toda una paradoja: tres de los gobernantes más apreciados del país, los mismos que han sido protagonistas del cambio de Bogotá en los últimos 15 años, están entrando a la recta final de la campaña para escoger el candidato presidencial de su partido en una especie de segundo plano en el escenario político.

La poca visibilidad de la competencia entre los 'tenores' se debe, en buena medida, a que la atención se la ha robado la consulta conservadora. Mientras la campaña de Antanas Mockus, Lucho Garzón y Enrique Peñalosa es una sinfonía de elogios mutuos, la conservadora ha sido un verdadero campo de guerra entre Andrés Felipe Arias y Noemí Sanín: acusaciones de espionaje, señalamientos de deslealtad e insinuaciones de corrupción. Y no se necesita ser un experto en marketing político para saber que eso seduce a los medios y a los electores más que lo que lo hacen la armonía y el consenso.

Desde que se juntaron, los ex alcaldes optaron por una estrategia de campaña poco convencional, basada en cero agresión entre ellos y en reconocer que comparten una visión similar del ejercicio de gobierno. Por eso, siempre que llegan a un auditorio, los espectadores se aterran al no ver ningún enfrentamiento. "En lo único que no coinciden es en el tono de verde que utilizan en sus camisas", dice Sandra Gutiérrez, una de sus asesoras.

Por cuenta de esta estrategia, aunque tienen diferencias programáticas, entre muchos electores existe la sensación de que lo que dice uno de ellos es lo mismo que dirían los otros dos. La fusión de sus identidades ha hecho, incluso, que en la calle se les reconozca como 'los trillizos'. "Tener un mismo discurso, haber sido alcaldes y de una misma ciudad, los convierte en una sola figura que no genera polémica. Además, sus electores están en una misma canasta: la del voto urbano y calificado", dice el experto en estrategia Pedro Viveros.

A lo anterior se suma que su campaña ha sido lejana de los temas de la mecánica política que han copado la atención del país en el último año. Aunque desde un comienzo se opusieron a una segunda reelección, los ex alcaldes no se ubicaron en el bloque uribista ni en el antiuribista. De hecho, y ante los insistentes coqueteos de los candidatos Rafael Pardo (del Partido Liberal) y Gustavo Petro (del Polo), prefirieron no participar en ninguna consulta interpartidista.

Pero tristemente en Colombia, los candidatos que no andan inmersos en la minucia de la manzanilla o se dedican a hacer propuestas en vez de denunciar a sus contendores o al gobierno, suelen tener poca figuración. Y los 'tenores' decidieron privilegiar las ideas a las pugnas. Una fórmula que también ha utilizado Sergio Fajardo para conquistar votos pero que, a diferencia de ellos, comenzó su campaña política hace poco más de dos años.

Y es que el paso del tiempo es un obstáculo contra el cual tienen que pelear los 'tenores'. Su entrada en la escena electoral fue prácticamente en diciembre, después de siete meses de buscar un acuerdo sobre sus candidaturas. En ese lapso pasaron por todo. Hicieron parte de los 'quíntuples', hasta que de este grupo desertaron Fajardo y Marta Lucía Ramírez; luego debatieron si escogerían candidato por consulta o por encuesta y, sólo hasta finales de año, cuando se ajustaron a la plataforma del Partido Verde, arrancaron la competencia por la candidatura presidencial. Esta demora en las definiciones pudo afectar su proyecto, puesto que muchos ciudadanos se quedaron con la idea de que Lucho encabezaría la lista al Senado -como lo anunció en octubre- o que Peñalosa estaba más interesado en volver a la Alcaldía que en llegar a la Presidencia.

Al terminar 2009 los 'tenores' comenzaron a viajar por el país contando sus propuestas y exponiendo la necesidad de seguir su modelo en Bogotá y que consiste en "construir sobre lo construido". Con rapidez, armaron una lista al Senado y 21 listas a la Cámara en las que incluyeron candidatos más reconocidos por su trabajo cívico que por su labor proselitista o su potencial electoral. Sin embargo, en términos de votos y al igual que sucede en las listas de Sergio Fajardo, la independencia de sus aspirantes les puede representar una desventaja en las urnas.

En medio de una coyuntura en la que predominan nuevas formas de clientelismo, por no decir delincuenciales, basadas en la compra de líderes en efectivo y en mecanismos como el 'voto prepago', los réditos que da la transparencia no siempre se traducen en votos. Mientras Lucho, Mockus y Peñalosa se adaptan a las necesidades de un electorado mayoritariamente urbano y calificado, estas elecciones evidencian que el clientelismo, la corrupción y los cacicazgos se han acentuado en los últimos años. De ahí que ellos parezcan estar haciendo una política para ángeles, en medio de una campaña en la que los escándalos y las denuncias son propias de un infierno. "Entre los manzanillos nos descalifican por no acudir a redes tradicionales de ediles, concejales y líderes barriales", cuenta Alfonso Prada, candidato a la Cámara por el Partido Verde. Con él coincide Mockus, quien ha reconocido que están haciendo la política que se debería hacer, pero que de pronto "el país termina entendiendo y haciendo en cien años".

La tardía subida de los 'tenores' a la tarima electoral también implica que estos tienen poco tiempo para explicar que hay listas de candidatos al Congreso que los acompañan. Esto les preocupa, puesto que del éxito que tengan estas listas dependen sus posibilidades de inscribir un candidato presidencial. En otras palabras, las listas del Partido Verde tendrían que sacar más de 200.000 votos en la lista a Senado o al menos el 2 por ciento de la votación de las Cámaras del país, para así lograr el umbral que les mantendría viva la personería con la que inscribirían el candidato. Muchos en el mundillo político ven esta posibilidad con escepticismo. No en vano, en 2006, las listas de Mockus y Peñalosa no pasaron el umbral, aun cuando ellos dos las estaban liderando. "Pero somos optimistas al respecto", dice Gilma Jiménez, cabeza de la lista al Senado.

Por eso, en las próximas dos semanas los 'tenores' le meterán todo el impulso a las listas al Congreso. Para ganar visibilidad, ya tienen preparadas cuñas radiales que dicen que mientras la consulta conservadora es "para escoger de lo mismo", la de ellos es "para escoger lo mejor". Esperan sacar un millón de votos, aunque sus contendores dicen que máximo lograrán 300.000. Pero independientemente del éxito en las urnas, ya acordaron que quien gane la consulta orientará el rumbo del partido. Mientras eso sucede, los 'tenores' tienen el reto de visibilizar su propia consulta. No en vano, lo que suceda el 14 de marzo será el vaticinio de cómo le irá al ganador de la misma en las presidenciales.