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"450.000 LIBERALES VOTARON POR MI"

Sin rodeos con Belisario Betancur.

7 de junio de 1982

En la campaña presidencial los candidatos han tenido oportunidad de exponer sus ideas. Ampliamente. Pero hasta el momento, por diversas circunstancias a las cuales ellos mismos son ajenos, no ha habido sino monólogos. Ninguna confrontación, ningún debate, ningún diálogo.
Semana quisiera descongelar esta situación haciendo las veces de "abogado del diablo"; es decir, llevando, inclusive con impertinencia, a los candidatos las objeciones o críticas que sus adversarios les suelen formular. Iniciamos esta presentación con Belisario Betancur.
SEMANA. Usted propone un gobierno nacional y no un gobierno de partido. En realidad el artículo 170 de la Constitución impone de todas maneras al triunfador del 30 de mayo gobernar con liberales y conservadores. Es lo que viene ocurriendo desde 1957. ¿Dónde están los elementos nuevos de su propuesta?
BB. Hay una lamentable distorsión política en esa pregunta. Cuando yo hablo de gobierno nacional, no me refiero exclusivamente al acuerdo de los partidos que establece el artículo 120 de la Constitución, y que desde luego respetaré yendo más allá de lo que teóricamente ordena tal norma. No. Cuando yo anuncio que haré un gobierno nacional, expreso que nacional que quiere decir todos, quiere decir en bien de todos y por consiguiente no meramente burocrático sino programático y no únicamente lo que desean y piden la clase política y los grupos privilegiados que tienen fuerza para hacerse oír por la administración pública. Nacional, es decir todos, significa que yo haré un gobierno que ponga freno el egoísmo partidista, al sectarismo, al burocratismo excluyente. Nacional quiere decir que buscaré una real participación de la comunidad en las decisiones que se tomen sobre su destino, a fin de sacar dichas decisiones de los gabinetes en donde unos cuantos resuelven qué se puede hacer y qué no se puede hacer.
S. La intención es desde luego plausible. Pero ¿Concretamente, cómo se propondría realizarla? ¿Tiene usted el propósito de establecer un sistema de consultas con gremios, sindicatos y otros organismos distintos de los partidos?
BB. Se trata de sistematizar la concertación o por lo menos la información de que tanto se habla y hasta ahora no se ha concretado. Fíjese usted en lo que hizo el Presidente Turbay el año pasado, en la gran reunión gremial que ordenó después de muchos incidentes. Como se trataba de estudiar problemas represados en los que desde luego estaba envuelto todo el gobierno, no sé que conclusiones positivas pudieron sacar. Entre otras cosas, se me informó que en las deliberaciones quedó establecido que no sólo no había acuerdo entre el gobierno y los gremios participantes, sino que no había acuerdo entre el mismo gobierno, como lo demostraron las quejas que se formulaban de funcionario a funcionario, o de organismo a organismo.
No es difícil y afianza la comunicación entre el Estado y la comunidad, consultar con asociaciones cívicas, con gremios grandes y pequeños, con juntas de acción comunal, sobre el estado de sus problemas y sobre las soluciones para ellos. Además, un funcionario inteligente no se debe privar de tal fuente de información, porque ella es democrática y, sobre todo, es útil.
S. Por imperativo constitucional los equipos gubernamentales colombianos han venido formándose con personas que no tienen la misma filosofía política ni tienen acerca de los problemas del país el mismo criterio. ¿No le preocupa a usted esta situación? ¿No teme que la congelación de la situación establecida por el artículo 120 deje al país sin reales alternativas de cambio?
BB. La gran crisis de la práctica política en Colombia no está en la diferencia de filosofías, tal vez ni siquiera en la diversidad de criterios sobre los problemas del país. Está en la forma como se rebajó a un mero reparto burocrático, el acuerdo entre los partidos. De ahí la importancia fundamental que tiene la elección presidencial del 30 de mayo: el país va a escoger básicamente entre una política que ve el Estado como un botín para las maquinarias partidistas en sus diversas divisiones y subdivisiones, que es lo que se llama "clientelismo"; y una propuesta, la del Movimiento Nacional, que presenta la alternativa clara de gobernar para todos, teniendo en cuenta sus necesidades y no las necesidades que señala, para sacar beneficios, aquel "clientelismo".
S. Gobernar para todos es una cosa y gobernar con todos es otra ...¿No cree usted que en Colombia único país donde existe la disposición constitucional que obliga a gobernar con los dos grandes partidos existentes se ha desdibujado el concepto primario de la democracia que es el de una mayoría que gobierna y una minoría que fiscaliza?
BB. No entiendo por qué se habla de desfiguración de la democracia en Colombia, por el hecho de que para mayor claridad institucional, haya una norma jurídica sobre este tema, sobre todo con los antecedentes que tenemos de incivilización política. Aquí estamos en problemas no por la vigencia de una institución jurídico-legal, sino porque ella no se instrumenta como acuerdo programático sino como acuerdo burocrático, y esto último puede envilecer muchas buenas ideas.
S. Dentro de su propio partido hay al parecer algo más que diferencias de matices. Leyendo lo que usted dice y lo que dice Alvaro Cómez uno advierte criterios francamente antagónicos sobre problemas de mucha importancia. Si usted es elegido Presidente: a) ¿ Haría prevalecer sus puntos de vista? b) ¿Buscaría un compromiso con los puntos de vista de Alvaro Gómez Hurtado y su corriente?
BB. Le recomiendo leer atentamente y, si es posible, divulgarlo entre sus lectores, el programa de gobierno en que me he comprometido con el respaldo total del Conservatismo, y con la adhesión de grandes sectores liberales y zonas de opinión independiente, y de la Anapo y de la Democracia Cristiana. Tal programa, que es nacional porque se refiere a las necesidades concretas de los colombianos en materia social, económica y política, nos enorgullece por su realismo, por sus proyectos de avanzada, y por su sentido de protección al ciudadano contra los excesos de un Estado gigantesco pero ineficaz, perseguidor y obstaculizador. Si usted analiza ese programa y la voluntad popular que lo sustenta, se da cuenta de que no tiene sentido ni siquiera para conversación de café hablar de polémicas por otra parte muy explicables en cualquier foro.
S. A propósito de cuotas de gobierno: la Anapo o lo que queda de este grupo político, lo apoya. ¿Piensa darles participación en el gabinete?
BB. El partido Alianza Nacional Popular, grande o pequeño (eso no importa porque lo que vale ante el país es su lección actual de patriotismo), le ha dado apoyo a mi candidatura porque cree en nuestras ideas, no en los puestos que les vayamos a ofrecer. Repito, esa es una lección sobre cómo se hace política pensando en el país y no en determinadas ventajas. En cuanto a la participación en el gabinete, usted que habla con insistencia y propiedad sobre el artículo 120 de la Constitución, antes de formular esta pregunta pudo haber pensado en lo que significa la participación equitativa y adecuada a que se refiere esa norma.

"SOY UN POCO REALISTA"
S. Ideológicamente López Michelsen se define como centro izquierda, Galán también. ¿Usted cómo se definiría?
BB. Usted sabe que yo no participo en ese cálculo de centímetros supuestamente ideológicos. Yo me defino como un político realista, como alguien que estudia problemas concretos y soluciones concretas, referido todo ello a mi país. Por formación y por experiencia directa, no me dejo encasillar en teorías. Fíjese en lo que le pasó al país con el doctor López Michelsen, por andar buscando modelos de desarrollo en otras partes...
S. Buscando una actualización de nuestros partidos tradicionales sectores liberales proponen una afiliación de su partido a la social-democracia. Por otra parte es evidente que amigos suyos parecen identificarse o al menos mantienen contacto con la Democracia Cristiana. ¿Por qué usted conservador avanzado impugna este tipo de definiciones? ¿Cree que para que nuestros partidos no pierdan su perfil colombiano deben mantenerse dentro de moldes que pertenecen al pasado siglo?
BB. Para actualizarse, un partido no tiene que convertirse en sucursal, en caja de resonancia de otras organizaciones. Eso de perpetuar la mala costumbre colombiana de "vivir a la penúltima moda", y copiar el deplorable papel de nuestros "camaradas": vivir pendientes con la pintura y la brocha, para llenar las paredes de consignas que nada tienen que ver con nuestra vida. Lo que estamos en mora de hacer, es actualizarnos, convirtiendo los partidos colombianos en estudios permanentes de nuestros problemas y soluciones; en organizaciones no unidas por sentimientos sectarios sino por la entusiasta y continua participación de los ciudadanos, para que se acabe el triste espectáculo que es hoy nuestra vida electoral. Así se le daría juego a la inteligencia de nuestro pueblo, se reconocería su poder de decisión. Y nos actualizaríamos sin necesidad de esperar el correo para saber qué dicen en Washington, en París o en Moscú. Pero, según parece, hay grupos interesados en que el juego de los meros gritos de "viva" y "abajo", con sus resonancias violentas siga vigente. La manera como el doctor López Michelsen y sus amigos están desarrollando su campaña electoral, es una triste prueba de lo que digo.
S. Algunos adversarios suyos lo califican de populista ¿Como ve usted este tipo de movimientos?
BB. Todavía se siguen celebrando seminarios para definir qué quiere decir populista. Entre nosotros, se sabe que es la "modernización" del calificativo supuestamente infamante de demagogo. Son esas, palabras que acuñan los voceros de sistemas en decadencia, para descalificar a quienes se les oponen. Politólogos desconcertados colocan en la misma definición al comunismo, a su desviación maoísta, al nazismo. En fin, la palabra da para todo; arrancando, eso sí, de que el populismo se manifiesta y se conforma como un anti que se opone a injusticias supuestas o reales. Sigamos esperando a que los sabios se pongan de acuerdo sobre una primera idea acerca del tema...

S. Sin ánimo de darle una connotación peyorativa al término ¿considera usted que Gaitán fue un candidato populista?
BB. Con esa aclaración, yo también defino a Gaitán como un gran populista. Pero a la hora de hacer un juicio profundo, ese calificativo pierde importancia frente al hecho de que Gaitán, lo que removió, lo que representó, despierta cierta inquietud, particularmente en el Liberalismo. No se lo ha acabado de asimilar, y esto es explicable, porque bien puede decirse que constituye un hecho único en nuestra historia. El liberalismo estaba acostumbrado a manejar su historia popular con líderes como Obando, que básicamente defendían el sistema, con intelectuales como Uribe Uribe, con figuras militares de las guerras civiles, o con "burgueses progresistas" como el doctor López Pumarejo. Y de repente aparece Gaitán descomponiendo todo el escenario, desatando una lucha interna que provocó muchas dudas en dicho partido, sobre su verdadera identidad, sobre su trayectoria anterior y su futuro como formación democrática. En fin, el tema es apasionante. Lo mejor que he leído últimamente como primera aproximación a Gaitán, es el ensayo del doctor López Michelsen en su libro "Esbozos y Atisbos", así el autor parezca querer defender ciertas incosecuencias ideológicas y de gobierno al ubicar al gran líder en el panorama colombiano y compararlo con personajes y hechos de otros países.

SI UN LADRON ENTRA A SU CASA
S. Es evidente que el populismo en otros países, y aún en el nuestro en otras épocas adopta la misma estrategia electoral: insiste en el diagnóstico de los problemas sin anticipar soluciones concretas para ellos: formula propuestas generosas sin explicar cómo podrían llevarse a cabo; apela más al sentimiento popular que al razonamiento frío: mantiene cierta ambiguedad ideológica que le permite captar votos de muy diversas vertientes. ¿Se reconoce usted en algunos de estos rasgos?
BB. Por lo que me acaba de decir, usted está utilizando la idea de populismo con el enfoque más primitivo, más de charla callejera, que se pueda oír en parte alguna. No me atrevería a decir que usted es de los que cambiaron la palabra demagogo por la de populista. Pero eso sí le pido recordar lo que dije antes, sobre la falta de acuerdo en torno al tema. Como una primera aproximación al asunto, le recomiendo especialmente el libro "Populismo" de Ghita Ionescu y Ernest Geller, para que se de cuenta de lo vasto del tema. De ahí tomé la información sobre el encasillamiento en el populismo, de movimientos como el comunismo y el nazismo, que no propiamente se dedicaron a exponer problemas sin establecer soluciones, ni carecían de una idelogía. Cuando tengamos una información común y suficiente para poder discutir, veremos en dónde se me puede acomodar... Recuerdo, también un pequeño volumen de hace doce años sobre el mismo tema, en el cual se recogen conferencias de López Michelsen, Gómez Hurtado, Alfonso Palacio Rudas y Belisario Betancur: allí analizó las necesidades de entonces del pueblo colombiano en frente de las sindicaciones de "populismo", de la presentación de soluciones... El tema tiene pues, largo recorrido...
S. Sus adversarios califican de utópica su propuesta de vivienda sin cuota inicial. ¿Ha calculado usted el costo de esta propuesta?
BB. Usted me está preguntando, seguramente influído por quienes hacen política sólo para el propio provecho de sus maquinarias y pensando siempre en gajés, en regalos, que cuánto vale el proyecto de vivienda sin cuota inicial.
S. Evitemos, si le parece todo proceso de intención. No estamos influídos por nadie. Simplemente nos parece de interés, como periodistas facilitar una confrontación entre los puntos de vista de sus opositores y los suyos. Así que a propósito de la vivienda sin cuota inicial...
BB. Le preciso: vivienda sin cuota inicial, no quiere decir vivienda regalada, ni quiere decir que el enorme deficit se va a resolver como por arte de magia en uno o dos años. Simplemente se trata de que los colombianos pobres no sigan financiando al gobierno o a las empresas constructoras; queremos que el esfuerzo no sea sólo de quienes necesitan dicha vivienda. Y claro que se puede hacer, no se trata de una idea luminosa y demagógica de Belisario Betancur: el Banco Central Hipotecario la propuso durante el gobierno López Michelsen, y no la hicieron. Pero esto ya es historia pasada. Hace pocos días, el propio gerente de la Caja Agraria informó que esa entidad estaba haciendo vivienda campesina sin cuota inicial. Para resumir, puede decirse que el no se puede del doctor López en este caso, como en tantos otros, fue una deplorable equivocación...
S. El país ha escuchado sus propuestas de paz. Con perdón suyo estas parecen un tanto ambiguas. ¿Aceptaría concretarlas? El país afronta un serio problema: el de los grupos armados. ¿Cree usted que una negociación con ellos es posible? ¿Admitiría usted la responsabilidad de una amnistía total? ¿ O cree que debe dársele respaldo e incrementar la lucha que contra dichos grupos sostienen las Fuerzas Armadas?
BB. ¿Le parece ambigua la definición de que la subversión se origina en la injusticia social, y de que la paz hay que buscarla en el fondo, solucionando problemas como el del desempleo, para que no sigan apareciendo sistemáticamente alzados en armas, así se decrete una aministía limitada o amplia cada dos, cada cinco años?
S. Cuando un ladrón entra en su casa a robar usted puede considerar que el origen de su acto es la pobreza o la injusticia social. Pero, por lo pronto el ladrón está en casa y es peligroso... Del mismo modo en el país hay un problema guerrillero o subversivo que plantea alternativas urgentes. ¿Tiene para él soluciones de emergencia?
BB. Como no tengo toda la información que debe poseer el gobierno y la Comisión de Paz presidida por el expresidente Carlos Lleras Restrepo, en relación con los alzados en armas, he asumido la posición sensata de anunciar mi respaldo como ciudadano y como futuro gobernante, a las decisiones de esa comisión, sin descalificarla por galanista, como hizo López en el Tolima. Otras actitudes, como la de un rato coquetear con los guerrilleros y en otros momentos coquetear con las Fuerzas Militares, ofreciéndoles armarlas con los intereses de nuestras reservas internacionales, en parodias tropicales del gesto de la rama de olivo de paz y la espada de la guerra que hizo Arafat en las Naciones Unidas, esas otras actitudes, no son serias y desconciertan al país.
S. ¿Si usted es elegido Presidente, mantendrá la Comisión de Paz designada por el Presidente Turbay?
BB. Rotundamente, sí.

LOS GRUPOS ECONOMICOS
S. En los últimos años han aparecido en el país tres poderosos grupos industriales o financieros cuyas cabezas son los señores Julio Mario Santodomingo, Carlos Ardila Lulle y Jaime Michelsen. ¿Piensa usted en ellos cuando habla de la concertación del poder económico en pocas manos o considera que dichos grupos constituyen por el contrario factores de progreso y bienestar social?
BB. No confunda la situación a que llevó al país la política económica y financiera del gobierno López Michelsen, dejando un gobierno rico y una población arruinada, con nombres propios. Pues yo no tengo el vicio de hacer política con base en odios o amistades personales; eso se lo dejo a otros.
S. No se odia a nadie por el hecho de nombrarlo. Los grupos industriales o financieros a que hacemos referencia juegan un papel muy importante en nuestra vida económica. Queríamos saber si se refería a ellos cuando habla de la concentración de la riqueza.
BB. Yo miro el problema institucionalmente: el gobierno de 1974-1978 lanzó al país a la especulación, agudizó el fenómeno de la concentración del poder político y del poder económico. Ambas concentraciones hay que combatirlas, porque vigorizan la estructura antidemocrática, desestimulan la inversión productiva y agudizan problemas como el del desempleo y la carestía. Hay fórmulas para enfrentar el conflicto y para recuperar la fe en el trabajo y no en la simple especulación. Ya las verá usted en marcha, promovidas por nuestro gobierno: por ejemplo los estímulos tributarios a las acciones y dividendos en sociedades abiertas inscritas en la Bolsa, para evitar el concentracionismo...

"ESTA SERA MI ULTIMA CANDIDATURA"
S. Usted fue en el pasado uno de los pocos dirigentes conservadores que no expresaron alarma u hostilidad frente a la revolución cubana ¿Ha cambiado su actidud? ¿Admite que Castro prestó apoyo a la invasión intentada por elementos del M-19? ¿Descarta la reanudación de relaciones con Cuba?
BB. La revolución cubana como un hecho interno de un país, en el contexto de 1958 a 1960, la juzgué con objetividad. Otra cosa ha sido el gobierno cubano, tan conflictivo para muchos gobiernos latinoamericanos, entre ellos el de Colombia, según el propio Presidente Turbay. No tengo informes concretos sobre la aventura del M-19, pero sí oí muy bien lo que dijo el embajador de Cuba al salir de nuestro país, en el sentido inequívoco de que apoyan la subversión. ¿No cree peligroso tener relaciones con un gobierno que así actúa? Sobre la situación futura de las relaciones con Cuba, me atendré a lo que exprese el país representado mayoritariamente por quienes conforman la Comisión Asesora de relaciones Exteriores.
S. Frente al hecho cumplido de Nicaragua y a un eventual triunfo de la guerrilla salvadoreña, cuál sería la actitud de su gobierno ante movimientos triunfantes de esta naturaleza?
BB. Hacer política con hipótesis, con "eventualidades", según su pregunta, es una costumbre que no he adquirido. Cuando existan hechos concretos le hablaré del tema con mucho gusto.
S. ¿Qué fórmulas propondría su gobierno para buscar una solución a la crisis del Caribe?
BB. Seguimos en la hipótesis ¿Cómo se puede hablar seriamente de lo que se hará dentro de cuatro o cinco meses, con respecto a una situación tan compleja, fluída y cambiante como la del Caribe? En el gobierno y con la información disponible en el momento, se tomarán las decisiones convenientes.
S. ¿Cuántos votos liberales cree usted que obtuvo en las elecciones de 1978? ¿Cuántos espera recibir esta vez?
BB. No recuerdo exactamente esa cuantificación en este momento, pero fueron cerca de 450.000. Para adivinanzas electorales como la que usted propone no soy muy bueno. En todo caso, por lo que he captado en mis recorridos, confío en que se acreciente esa cifra, porque los liberales indignados con la candidatura reeleccionista, y preocupados por lo que ella significa para Colombia, saben que al votar por el Movimiento Nacional se estarán haciendo presentes en forma útil, efectiva, decisiva, para detener la amenaza.
S. Usted tuvo en las elecciones legislativas una desventaja de unos 270.000 votos frente a la votación de López Michelsen. Para ganar es necesario un margen adicional que en 1978 obtuvo por el voto de liberales desafectos a la candidatura de Julio César Turbay . Es probable que este sector se identifique ahora con la candidatura de Galán ¿De dónde espera obtener el margen de victoria?
BB. Esas son cuentas alegres que usted hace y que no sé de dónde saca. Tan importante como es el voto liberal por su significado moral, numéricamente la definitoria es la franja. Recuerde más bien esa franja independiente que apareció en 1970, en 1974 y en 1978. ¡Esa franja guarda una de las claves de nuestro triunfo y de la derrota del doctor López Michelsen!
S. ¿Si usted triunfa cuál sería su actitud frente al sector representado por su principal adversario?
BB. Es un compromiso histórico el que he adquirido, de ir más allá de lo que la Constitución exige al presidente sobre participación del liberalismo como totalidad en el gobierno. Y es un compromiso histórico, pero sobre todo personal, el de hacer que el gobierno se mueva pensando siempre en los sectores menos protegidos de nuestra sociedad. Para ese efecto, yo pediré desde el día siguiente al de mi elección, un acuerdo programático mínimo, para sacar al gobierno y a los partidos del pantano burocratizante y clientelista. Desde luego llamaré a todos los sectores de opinión porque mi gobierno no va a ser arrogante ni excluyente. Aprobada una política por los colombianos, se tratará entonces de sumar el mayor número de voluntades para hacer ese gobierno nacional que tanto necesitamos. No creo que nadie se niegue a discutir sobre planes concretos de empleo, de educación, de salud, de defensa del ingreso familiar, de la producción de alimentos que han de beneficiar a los colombianos. La idea de implantar la justicia social en nuestra sociedad, es decir, de implantar la verdadera paz, no puede ser rechazada por ningún partido, grupo o secta.
S. ¿Si es derrotado, sería esta su última candidatura?
BB. Esta será mi última candidatura, simplemente porque con el apoyo de la mayoría del pueblo colombiano, al fin podré poner en práctica desde la Presidencia de la República, las ideas que a lo largo de muchos años he expuesto en defensa de nuestros compatriotas y en pro del desarrollo general del país.