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¡Colombia insólita!

22 de mayo de 2005

En una sola semana el país fue escenario de los hechos más sorprendentes.

El niño volador

Ocurrió a las 10 de la mañana del martes pasado. El niño Juan Pablo Arango, de 3 años de edad, literalmente voló desde el cuarto piso, cayó encima de un automóvil, luego rodó al pavimento, se sacudió y se tocó algunos raspones que se hizo en la frente. Fue en Cartagena. El bebé cayó al vacío desde el balcón del apartamento de su familia. Fue más la angustia de los padres y de los transeúntes. Los médicos del Hospital de Bocagrande le tomaron varios puntos de sutura en la frente, lo dejaron en observación y lo dieron de alta porque estaba ileso.

Chismosos a la cárcel

Ocurrió en la mañana del miércoles pasado. Ese día el alcalde de Icononzo, Tolima, Ignacio Jiménez, puso en vigencia el decreto que sanciona a los chismosos "o aquellos que anden comiendo del prójimo en las esquinas y calles de la población". Aunque parezca una decisión light tiene un fondo de peso: reducir los riesgos de homicidios o detenciones injustas de campesinos que, por puras habladurías, son señalados de ser auxiliadores de grupos armados ilegales. El decreto 091, adoptado en un consejo de seguridad, impone una sanción de 3.815.000 pesos para quienes promuevan el chisme, y si el autor de la infamia reincide irá con sus huesos a la cárcel.

Se llevan cajero en un camión

Ocurrió en la madrugada del lunes pasado. Un grupo de ladrones llegó hasta un cajero de Bancolombia en Itagüí, Antioquia, con la intención de saquearlo. Probaron con varias tarjetas pero fallaron. Entonces se fueron y retornaron con un camión. Amarraron el cajero a una gruesa cadena sujetada al vehículo. Lo arrancaron y con gran esfuerzo lo subieron y se lo llevaron. Mientras los ejecutivos del banco establecían el monto saqueado, la Policía buscaba a los ladrones que huyeron con un cajero de 500 kilos de peso.

Qué caballo tan bruto

Ocurrió en la noche del domingo pasado. Guerrilleros de las Farc cargaron un caballo con explosivos y lo llevaron a las afueras de Cumbitara, Nariño. Los insurgentes le ordenaron al animal que caminara hasta el centro del pueblo, donde está la estación de Policía, y allí se estimaba que explotaría la carga. El caballo cumplió a medias su tarea porque en la mitad del trayecto se paró y se puso a comer hierba. Estalló. Veinticinco casas y cinco vehículos resultaron afectados por la onda explosiva y aunque no hubo heridos, los campesinos lloraron la muerte del corcel que prácticamente quedó desintegrado. Las Farc hicieron saber a la comunidad que la culpa era del caballo porque no cumplió la orden que le habían dado.