Home

Enfoque

Artículo

El país del horror

El único aporte de los paramilitares al país es el horror sin límite. Y en los últimos días se han conocido varias de los escalofriantes métodos que idearon para practicarlo. Son actos tan bárbaros que deberían provocar entre los ciudadanos de bien más que un gesto de solidaridad con las víctimas. Estas son las más recientes muestras del país del horror.

11 de octubre de 2008

Matar hasta las cenizas
 
El jefe paramilitar Jorge Iván Laverde, alias ‘Iguano’, que actuó en el área metropolitana de Cúcuta, confesó que ordenó construir dos hornos para incinerar a las víctimas del frente Frontera, comandado por él. El primero fue construido en 2001 en Villa del Rosario para desaparecer 28 cuerpos que yacían en una fosa y evitar el ‘escándalo’ que significaría su descubrimiento y afectaría la imagen de las autodefensas. El horno, alimentado con llantas y madera, fue construido con bloques de adobe y una parrilla sobre la que ardían los cuerpos. Funcionó hasta 2003 y allí terminó un número indeterminado de cadáveres. Un segundo horno se construyó en Puerto Santander en 2003, donde habrían sido calcinadas otras 20 personas. Se calcula que alrededor de 100 cuerpos humanos fueron convertidos en cenizas por los paramilitares de Norte de Santander.
 
Video macabro
 
A la Fiscalía llegó hace un par de semanas un video inédito de no más de 30 segundos que sin duda constituye una de las imágenes más tétricas de la violencia en Colombia. En la escena, que al parecer ocurrió en Aguachica, Cesar, se ve un paramilitar que machete en mano se dispone a cercenarle los antebrazos a un muchacho malherido que gime e implora clemencia. Tras cortarle la primera mano, la víctima es obligada a arrodillarse y a poner el otro brazo sobre una piedra. “Si no la pone le doy en la cabeza”, le dice el criminal a su víctima, segundos antes de blandir el machete y consumar la atrocidad con un sólo impacto. Tras esto la víctima sale corriendo horrorizado. Los investigadores están tratando de identificar al torturador y a quien grabó la escabrosa escena, así como a la víctima. Hasta ahora no se conocía un documento que revelara tan estremecedoramente el grado de frialdad y sevicia que pueden alcanzar los criminales.
 
La isla de la muerte
 
El Espectador reveló que el paramilitar Éver Velosa, alias ‘H.H.’, confesó que un islote ubicado a media hora en lancha del puerto de Buenaventura fue usado como cementerio por los paras desde 2001. Al lugar, conocido como Piedras Cantas, fueron conducidas decenas de víctimas. En el islote se les daba muerte de un tiro en la cabeza y sus cuerpos se amarraban a los árboles que crecen en la isla. El paramilitar dijo que puede conseguir las coordenadas exactas del lugar con uno de sus ex subalternos para que las autoridades puedan recuperar los restos de por lo menos 100 víctimas. Eso, si es que el mar crecido no se ha llevado sus restos para siempre.