Home

Enfoque

Artículo

ENTREVISTA : ALBERTO SANTOFIMIO

Habla Santofimio

24 de agosto de 1998

Por primera vez desde que está detenido en la Escuela de Carabineros de Bogotá, hace tres años, el controvertido parlamentario tolimense Alberto Santofimio Botero rompió su silencio y se destapó con SEMANA.
SEMANA: Usted hace tiempos no da declaraciones de ningún tipo. Ahora que le acaban de negar la libertad condicional y que tiene que quedarse hasta el año entrante en la cárcel, ¿cómo ve las cosas?
Alberto Santofimio: Los parlamentarios detenidos fuimos chivos expiatorios del maridaje del país con el narcotráfico. Tenían que sacrificarnos para poder absolver a Samper. Es así de simple.
SEMANA: Pero eso es lo mismo que dice Ernesto Samper, que él ha sido el chivo expiatorio para expiar el maridaje del narcotráfico con la sociedad.
A.S.: No sé qué quiere decir chivo expiatorio. El estuvo preso en Palacio y nosotros en la cárcel.
SEMANA: Pero usted tiene que reconocer que cometió un delito. Al fin y al cabo le encontraron cheques de los Rodríguez Orejuela durante la campaña.
A.S.: Yo pude haber incurrido en una falta de ética, en un hecho escandaloso, inclusive en un acto inmoral si se quiere. Pero no en un delito. En Colombia no era ilegal recibir contribuciones económicas de esa naturaleza para hacer política. El delito se lo inventaron, a medio camino, cambiando toda la jurisprudencia y llevándose de calle el Estado de derecho. Solamente se explica este atropello por el ánimo político de Valdivieso y por su oceánica ignorancia en temas jurídicos. Es el gran contraste con Gómez Méndez, que en poco tiempo ha logrado demostrar que sí se puede hacer una justicia global y no selectiva, recta y no corrupta.
SEMANA: ¿Y cómo se volvió delito a mitad de camino?
A.S.: La dimensión del escándalo obligó a la Corte a hacer interpretaciones políticas y no jurídicas. A nosotros nos castigaron por ser políticos. Una legislación que era para particulares nos la aplicaron por ser parlamentarios, y no solo eso, sino que por serlo nos agravaron la pena, violando todos los principios de la no retroactividad de la ley.
SEMANA: Y según usted, ¿por qué cree que no se cayó el Presidente?
A.S.: Es admirable que Samper se haya podido sostener en el poder. Pero lo hizo a un precio enorme, dejando en el camino una montaña de cadáveres de amigos, valores y principios. Su permanencia en Palacio le costó al liberalismo el poder y al país el desastre económico, fiscal y moral.
SEMANA: No suena usted muy samperista. Sobre todo si se tiene en cuenta que usted y el Presidente están acusados de hechos parecidos, es decir, de ser elegidos con dineros del narcotráfico. ¿Cree usted que él sabía de esta financiación?
A.S.: Todo el mundo sabía lo que estaba ocurriendo en esa campaña. Era un hecho público que el cartel de Cali se la estaba jugando toda para que Samper le ganara a Pastrana. Nosotros en el Congreso lo sabíamos. Yo lo sabía. ¿Cómo va a ser posible que no lo supiera el beneficiario? ¿Ustedes creen que los Rodríguez Orejuela van a entregar esa cantidad de plata sin asegurarse de que el candidato se entere?
SEMANA: Pero el hecho de que usted estuviera familiarizado con todo esto no significa que el Presidente tuviera que estarlo.
A.S.: Es que no era un secreto ni un descubrimiento. Era simplemente la extensión de la forma como se estaba haciendo política en Colombia en ese momento. La política siempre la han financiado los ricos, y los ricos en los últimos 20 años han sido los grupos económicos y los narcotraficantes. Todo el que hizo política durante ese lapso ha tenido que ver directa o indirectamente con los dineros de los narcos. Unos recibieron cajas de billetes, otros sobres de dólares, otros, como yo, recibimos cheques. Cualquier político que no sea multimillonario tiene que acudir a una de esas dos fuentes para salir elegido.
SEMANA: ¿Pero usted, alguna vez, habló con Samper del tema?
A.S.: No, esos son temas que se evitan. Además yo no participé ni en la organización ni en la dirección de la campaña presidencial de Ernesto Samper. Yo no estaba en la rosca.
SEMANA: ¿Y habló de eso con Serpa?
A.S.: No, por las mismas razones. Tanto él como Samper saben que yo no me vengo con rodeos y que si iban a hablar del tema conmigo sería con toda franqueza.
SEMANA: Y hablando de Serpa, ¿cómo le pareció su campaña presidencial?
A.S.: A mí, a diferencia de todos ustedes los periodistas, no me pareció un gran candidato. Nadie en la historia de Colombia ha tenido al servicio la maquinaria liberal con la intensidad que él la tuvo. Perder con esa maquinaria es casi un imposible. Y se lo digo yo que la conozco. Todo ese poder, sin embargo, fue inferior a la impopularidad de haber estado en el gobierno de Ernesto Samper.
SEMANA: Tampoco suena usted muy serpista.
A.S.: Acabo de hacer simplemente un comentario político, en lo personal sí lo soy. Serpa es un hombre meritorio que pretendió hacer gaitanismo usando los métodos que Gaitán combatió. La tragedia de su vida consistió en que su ciega lealtad a Samper le permitió ser candidato pero le impidió ser presidente. Pero es un hombre cálido y buen amigo. Aquí me venía a visitar con frecuencia.
SEMANA: Sorprende lo locuaz que está usted después de tantos años de silencio.
A.S.: Viví 50 años de administrar la palabra y llevo tres administrando el silencio. Es un mundo diferente pero ya me acostumbré.