Un dolor de cabeza

En abril de 1984, los colombianos debieron apretarse el cinturón. La razón: el presidente Betancur presentó un nuevo impuesto llamado IVA. En principio, no debía afectar la canasta familiar. Pero pronto los precios de cosas tan básicas como el papel higiénico subieron, y productos como los lápices terminaron gravados. 

Hace 30 años, SEMANA dedicó su portada a los coletazos de aplicar esta política tributaria. La puesta en marcha fue un dolor de cabeza por la improvisación y el desconocimiento. Los efectos inmediatos de la medida solo habían sido estudiados por un par de meses, y el gobierno había fallado en la tarea de difundirla, pues no les dio muchas explicaciones a los afectados. Algo, según la revista, frecuente en un país donde muchas decisiones suelen tomarse a la ligera. En ese entonces, solo pocos entendían en qué consistía el IVA y cómo un impuesto podía aportar al desarrollo. Al final, los colombianos debieron acomodarse a regañadientes a las alzas. Hoy, a pesar de que los consumidores sufrieron, nadie imagina la economía nacional sin el IVA.