La promesa del bebé genio

Ya en 1969 se había empezado a hablar de las técnicas del japonés Shinichi Suzuki y del estadounidense Glenn Doman para estimular sensorialmente a los bebés. En enero de 1983, SEMANA dedicó su portada a la llegada a Colombia de este revolucionario método, que tras conquistar el mundo arribó al país de la mano del sociólogo José Antonio Echavarría. Las promesas eran enormes. Se decía que un niño podía convertirse en un genio si desde muy temprano sus sentidos recibían un verdadero bombardeo de información, bajo la premisa de que cuando llegara al jardín infantil ya era demasiado tarde. Los bebés debían ejercer intensamente su cerebro desde el nacimiento. Un rápido desarrollo de la motricidad, la manualidad, el lenguaje, el tacto, la visión y el oído se consideraba esencial. Para este último se recomendaba, incluso, ponerles música de Ludwig van Beethoven. No todas las maravillas que el método ofrecía se cumplieron, pero sí contribuyó a que los padres de familia, los educadores y los políticos en Colombia se tomaran en serio la importancia de la primera infancia.