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LA RESPONSABILIDAD ES MIA

LUIS CARLOS GALAN

14 de abril de 1986

La responsabilidad es mía Tres días después de su derrota en las elecciones parlamentarias, SEMANA conversó con un Luis Carlos Calán sonriente, pero visiblemente agotado. Estos son apartes de esa conversación.
SEMANA: ¿Está usted aniquilado?
LUIS CARLOS CALAN: No. Todo lo contrario, creo que éste es un remezón para el Nuevo Liberalismo y para el tipo de proyecto que quiero defender. Creo que es un capítulo muy importante para manejar las cosas y para entender más el proceso del país.
S.: Usted dijo mil veces que no retiraría su candidatura. ¿Qué pasó? ¿Por qué lo hizo?
L.C.G.: Bueno, porque me parece que las proporciones del resultado del 9 de marzo, que yo nunca imaginé, le quitan sentido a participar en el proceso de mayo. Yo siempre pensé que había un supuesto seguro y era que nosotros no bajaríamos de 600 mil votos.
S.: El diario El Tiempo y especialmente el columnista D'Artagnan han hecho insinuaciones en cuanto al dinero del Nuevo Liberalismo.
L.C.G.: Está mal informado, ojalá y tuviéramos los dineros que él cree. No fue así. A precios corrientes, el Nuevo Liberalismo tuvo menos dinero en la campaña del 86 en Bogotá que en la campaña del 82, y en la del 82 fue poco dinero. Me atrevo a creer que, sumados todos los datos de toda Colombia, no llegamos a la misma cifra que tuvimos en 1982. Pasados 4 años, con depreciación de la moneda, no logramos mejorar los fondos y esto creó muchos problemas de desplazamiento, problemas de propaganda. La presencia en la radio también se afectó y fue muy a última hora.
S.: ¿ Y acaso eso también influyó en la decisión de no seguir?
L.C.G.: No, ese factor nunca se consideró. Para seguir en una campaña presidencial hay otros elementos fundamentales aunque yo creo que las chequeras de Alvaro Gómez y Virgilio Barco están bastante poderosas para la confrontación del 25 de mayo.
S. Y ahora, ¿qué? ¿Llegó la hora de pactar o deformar un nuevo partido?
L.C.G.: Nunca hemos pensado ser un nuevo partido, sino en constituir una organización autónoma y en esa forma afrontamos las elecciones y vamos a afrontar lo que continúa.
S.: ¿No cree que la permanencia en el gobierno pudo costarle algunos votos?
L.C.G.: Al término del primer año encontramos que el gobierno era un gobierno creativo, un gobierno valiente, un gobierno interesante y que merecía apoyo. Después vino el sorpresivo nombramiento del ministro de Gobierno Alfonso Gómez y yo personalmente me incliné por no entrar al gobierno. La verdad es que quise respetarle a Rodrigo Lara su oportunidad de ser ministro. A la semana siguiente se produjo el debate en la Cámara contra Rodrigo Lara. Entonces yo fui partidario de permanecer en el gobierno para que Rodrigo Lara tuviera una oportunidad de defender su honor. Luego la forma en que se produjo la muerte de Rodrigo Lara, nos obligó a permanecer en el Ministerio de Justicia.
S.: Se habla mucho del juicio de responsabilidades en el Nuevo Liberalismo. Dentro de ese juicio de responsabilidades, ¿cuál es la responsabilidad directa de Luis Carlos Calán?
L.C.G.: Pues yo creo que es la mayor responsabilidad. La permanencia en el gobierno, independientemente de las opiniones de muchos amigos del movimiento, era una decisión mía. Y yo soy el responsable de eso. En segundo lugar, soy responsable también de que me correspondió dirigir al movimiento y logré persuadir al país de que los problemas del país van mucho más allá del sectarismo, que fue el que llevó a muchos liberales a votar por listas oficialistas.
S.: ¿No faltó un poco la audacia? Muchos han considerado que el candidato de las ideas nuevas que era Luis Carlos Galán, no presentó realmente un bloque de ideas nuevas.
L. C. G: Probablemente ha habido siempre el escrúpulo de no caer en la demagogia, y yo prefiero pecar por eso que precipitarme en la demagogia. Yo puedo aumentar los votos haciendo demagogia e inventando cualquier tipo de instrumentos, pero perdería el derecho a representar al tipo de opinión que hemos ido construyendo. Pienso que, de todos modos, somos la fuerza de opinión nacional más grande, con todo lo paradójico que pueda parecer.
S.: Y ahora, en cuanto a la propuesta de Ernesto Samper de hacer la renovación por dentro, ¿qué piensa?
L.C.G.: No tiene ningún sentido, porque la renovación por dentro es una ficción. Eso ya se intentó más de una vez con los hombres más importantes: en 1980 con Alberto Lleras, Carlos Lleras y Alfonso López, y fracasaron con una dirección liberal que fracasó. Hay dos grados de oportunismo: uno, el de estar en el gobierno y hacer oposición, que es lo que hace el oficialismo; y otro, el de estar en el oficialismo y a la vez ser renovador. Este último es el máximo grado del oportunismo.
S.: Hay un punto bastante agrio, mencionado en la columna de María Teresa Herrán. Se trata del clan familiar, del llamado "Pachonato" que según muchos críticos es el responsable del alejamiento de gente valiosa del Nuevo Liberalismo.
L. C. C.: Cuando yo vine a Nueva Frontera a fines del 75, me correspondió asistir al teatro Gaitán a una reunión de apoyo al doctor Lleras y había unas 40 ó 50 personas, todos amigos míos de varios años, a quienes no veía desde que había viajado a Roma. Noté una actitud distinta de todos conmigo. Después comprendí que eran celos porque yo había sido nombrado codirector de Nueva Frontera. Yo creo que esos comentarios son expresión de ese tipo de celos y nada más.