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A mí me gusta la fama

El economista Lucas Jaramillo habla del buen momento que vive ahora como futbolista y goleador de Independiente Santa Fe.

10 de septiembre de 2001

SEMANA: Después de ser un profesional exitoso en el mundo de Internet, ¿por qué irse a un oficio como el fútbol?

Lucas Jaramillo: Precisamente una de las virtudes de mi nuevo oficio es que no tengo que usar corbata. Ahora no sabe lo feliz que me siento a campo abierto, sin estar encerrado entre una oficina.

SEMANA: Eso dicen los niños. ¿Pero usted? ¿Un hombre de 27 años?

L.J.: 28. Voy a cumplir 28 el próximo mes. Pero aunque muchos crean que soy viejo para esto yo me siento perfectamente bien físicamente. Si me cuido puedo jugar a plenitud por lo menos cinco años más.

SEMANA: ¿Será una excepción?

L.J.: No. Mire el caso de Mauricio ‘El Chicho’ Serna. Tenía 31 años cuando el Nacional casi lo regala por 300.000 dólares y fíjese lo que ha hecho desde que se marchó y lo que aún le queda por dar.

SEMANA: No todo debe ser bueno para usted. Por ejemplo, las concentraciones deben ser aburridísimas.

L.J.: Eso es cierto. Si yo pudiera cambiaría las concentraciones. Pondría un sistema como el de Inglaterra, donde los futbolistas se encuentran tres horas antes del partido.

SEMANA: Y entre tanto ¿qué hace en las concentraciones porque los futbolistas son escasos de palabra?

L.J.: En parte es verdad aunque eso ha ido cambiando. En Santa Fe, por ejemplo, varios de mis compañeros están haciendo un gran esfuerzo y estudian de noche. A mí me gusta eso porque creo que los futbolistas mientras más estudien, más preparación académica tengan, son mejores personas y más preparados profesionalmente.

SEMANA: ¿Porque el fútbol se juega con la cabeza?

L.J.: Sí. La solidez de la estructura mental es una herramienta fundamental para el deporte.

SEMANA: Es goleador en Santa Fe, ¿ahora qué sueño tiene?

L.J.: Ir a la Selección Colombia aunque sea que me inviten a la banca. Sería un orgullo.

SEMANA: Parece que no le molesta nada la fama.

L.J.: ¿Por qué? A mí me gusta la fama. Creo que al ser humano por naturaleza le encanta que coreen su nombre.

SEMANA: ¿Y Catalina qué?

L.J.: Catalina y punto.