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"MI VOCACION ES DE CENTRO"

ALVARO GOMEZ HURTADO

23 de diciembre de 1985

SEMANA: Después de la toma del Palacio de Justicia, el tema de la paz se ha vuelto más neurálgico que nunca. Si usted es el próximo presidente, ¿cómo piensa manejar este proceso?
ALVARO GOMEZ: Yo he dicho que no se pueden hacer programas sobre hipótesis todavía desconocidas; no sabemos cómo va a evolucionar esto hasta finales de la administración. Por lo tanto, es muy difícil comprometerse con un determinado tipo de política. Hay muchos caminos que conducen a la paz, no se puede caer en la tesis de que sólo hay uno, porque se empobrece la política.
S.:Se lo podría acusar de improvisar, como se ha acusado a Betancur.
A.G.: No, improvisar no. Yo entiendo que hay que asumir una responsabilidad a partir de una fecha. Todo lo que está pasando está siendo registrado, y yo no quiero interferir la acción del gobierno que es el que debe tener ahora la responsabilidad del orden público.
S.: ¿No cree poco conveniente para un candidato no decirle a la gente cuál va a ser ese manejo?
A.G.: No. Yo tengo una gran cantidad de impresiones en torno del manejo del orden público, que he precisado a lo largo de una vida muy activa de político y de periodista. Es sabido que soy partidario del orden público y del sistema democrático. Creo que el restablecimiento del orden público no puede considerarse como una represión por el hecho de ser orden público. La vigencia de la ley no se puede considerar represiva, aunque puede haber medidas represivas que habría que quitarlas.
S.: Sin embargo, la administración Turbay se inventó el famoso Estatuto de Seguridad que compendiaba normas constitucionales para manejo de orden público y, sin embargo, fue fundamentalmente represivo.
A.G.: Hay normas de defensa de lo que se llama el Estado de derecho, que tienen un valor universal.
S.: ¿Insistiría en la solución política del problema guerrillero?
A.G.: Sí. Cuando hay esperanzas de conseguir resultados, se debe seguir un procedimiento que no se haya cerrado, aunque insisto en que para ello puede haber varios caminos.
S.: Dentro de esos procedimientos, ¿cree que siguen teniendo cabida los sistemas tipo Comisión de Paz, que ahora parece estar haciendo crisis?
A.G.: Sería cargar con un peso demasiado grande, pero habría que analizar cuál es el estado de ánimo de ese momento.
S.: ¿Qué opina del juicio de responsabilidades que quiere hacerle el oficialismo liberal al Presidente?
A.G.: Eso es una actitud calenturienta. No tiene naturalmente una consistencia, está situada en un terreno puramente electoral, muy bajo en relación con el terreno de las decisiones nacionales del momento.
S.: En este momento hay un cierto ambiente como de nuevo Frente Nacional. ¿ Usted estaría de acuerdo con eso?
A.G.: El Frente Nacional fue una solución de la cual me siento muy orgulloso, porque contribuí a ello. Después de los dos personajes, Laureano Gómez y Alberto Lleras, la persona que estuvo más próxima a eso fui yo. Creo que hicimos una paz y que estamos viviendo esa paz: la paz entre liberales y conservadores. Es una realidad que buscamos y que conseguimos. Ahora soy partidario de todas las aperturas democráticas y no hay nadie, oígame lo que le voy a decir, ninguna persona que haya propuesto una apertura institucional más grande que la mía. Me comprometí en la adopción por el sistema constitucional de la planeación y la logramos aprobar. La planeación consiste en llamar, además de a los partidos políticos que están de suyo participando en la democracia representativa, a los sindicatos, a los gremios, a las regiones, a las fuerzas vivas del país. Es una planeación democrática, más allá de la democracia representativa tradicional y es una apertura inmensa. La Corte la tumbó por una deficiencia de procedimiento, pero ahora se está volviendo a aprobar. Ahí hay una apertura institucional que es probablemente la más grande de América Latina.
S.: ¿Estaría en contradicción con el doctor Lleras Restrepo, quien dice que no se debió hablar nunca de apertura democrática?
A.G,.: No, yo digo lo mismo que dice el doctor Lleras Restrepo. Nuestra democracia representativa ha sido totalmente abierta.
S.: Pero, por ejemplo, hay limitaciones en cuanto al acceso a los medios de comunicación. ¿Usted mismo ha sido víctima de la gran prensa liberal que muchas veces le hace sordina.
A.G.: Claro, muchas veces, pero eso es lo que hay que saber manejar. Contra eso uno protesta y se trata de defender para que no le apliquen la campana neumática. Pero esas son contingencias de la democracia que no justifican que yo coja una ametralladora.
S.: Si al doctor Barco se le puede acusar de hablar poco, a usted se le podría acusar ahora de hablar vagamente. Se suele salir por la tangente en algunos temas. Ya no es el Alvaro del 74 que hablaba claro, que era contundente.
A.G.: No tengo esa impresión, soy de las personas que más opino, he opinado toda mi vida, en el Congreso, en el periódico, durante períodos electorales. Opino todo el tiempo y me recopilan mis opiniones, llevo 14 tomos de opinión y son congruentes, muy congruentes.
S.:¿Entonces no hay diferencia entre el Delfín de los 50, el Alvaro de la paz de los 70 y el de la participación nacional de hoy?
A.G.: La política cambia, uno modifica sus puntos de vista. Si uno permaneciera como un bloque monolítico agustiniano, estaría por fuera de la política. Cuando la política fue enfrentamiento de los partidos y eso era supuesto nacional, yo estaba en la lucha de los partidos; cuando la política se vertió hacia la paz de los partidos, yo me pasé a la paz de los partidos que estaban en la política. Yo estuve en primera línea, pues creo que la paz se debe hacer entre los que hacen la guerra. Cuando hicimos el Frente Nacional, no buscamos liberales desteñidos para hacerlo, sino a Alberto Lleras, y el liberalismo no buscó a conservadores desteñidos, sino a Laureano Gómez. Así es como se hace la paz.
S.: Usted sostiene que a pesar de no ser monolítico en política, no hay incongruencias entre el Alvaro de ayer y el de hoy. Pero se ha dicho que ha tenido que heredar el Movimiento Nacional, usted afirma de si mismo que es el último liberal y Galán hace poco que usted es el más claro reprensentante de las derechas. ¿Con cuál se queda?
A.G.: Nunca me ha gustado hablar de derecha o de izquierda. Estos son términos derivados de los sitios en donde los parlamentarios franceses se sentaban: del lado izquierdo o del derecho. Pero si se quiere buscar una definición, yo diría que mi vocación es de centro, inclusive por principios filosóficos. Es lo único que podría aceptar. Lo demás es un juego subjetivo de apreciacion. Pero lo de liberal si es bastante cierto. No háy que olvidar que los dos partidos, tanto el partido Liberal como el Partido Conservador, nacieron del conjunto de ideas y principios que condujeron a la representación democrática, oriunda de la Revolución Francesa. El partido Conservador en sus origenes es una ramificación del liberalismo. En la guerra del 40 aparecen unos conservadores que surgieron del mando liberal. Por otra parte, yo defiendo mucho la libre empresa y soy un escéptico de la habilidad del Estado para administrar. El Estado es mal productor, mal comerciante, mal patrón, mal deudor. Es demasiado costoso para un país pobre tener un mal Estado. En eso estoy, en una posición que se pudiera llamar liberal.
S.: ¿ Usted estaría dispuesto en caso de que resulte elegido, a darle participación política, por cuenta del 120, no sólo al oficialismo liberal, sino a otras fuerzas como el Nuevo Liberalismo, o la UP, por ejemplo?
A.G.: Sí. creo que sí, porque el 120 no me parece limitativo de nada. Hay una obligación establecida ahí para el Presidente de ofrecer una participación que no se dijo que fuera numérica, ni milimétrica, ni proporcional, sino equitativa, lo cual hace referencia a un juicio subjetivo. Además, los otros partidos o fuerzas políticas a los que se les ofrece participar, pueden aceptar o irse.
S.: Usted afirma que su vocación política es de centro. ¿Cómo considera a los doctores Galán y Barco: más hacia su derecha, más hacia su izquierda?
A.G.: Bueno, es difícil. Soy muy cuidadoso en buscar las opiniones de ellos para no calumniarlos. Entiendo que el doctor Galán es bastante hábil, muy inteligente para hacer la descripción, el análisis de lo que está pasando en el país, con estadísticas, con datos, y eso debe conducir a que él tenga conceptos sobre el gobierno. Pero esta en la primera parte, la del diagnóstico, faltan las soluciones. El doctor Barco es distinto -se ha visto en estos días-, pues depende mucho de quién escribe las cosas. Lo admiro mucho, es una persona moderada en economía, ahora parece que no es tan moderado en política.

S.: Usted ha dicho que el país está sobrediagnosticado. Hablemos de soluciones. ¿Cuáles son las suyas?
A.G.: En lo económico, el país se ha realizado dentro de los pequeños números. Tenemos mercados pequeños, que crecen poco; tenemos una pequeña industria, poco trabajo... Entonces hay que romper eso por algun lado, hay que buscar grandes flujos, lo único grande es el Estado que, además, es ineficiente. Todo el mundo piensa que el problema es el exceso de burocracia, pero no es sólo eso. Hay mucho confiado al Estado, queremos que el Estado resuelva las cosas. Cuando una persona quiebra en una fábrica, quiere que se lo resuelva el Estado. Hay que empezar a buscar una libertad liberal que consiste en que, por ejemplo, de pronto un banco o una empresa puedan quebrar. No se pueden seguir haciendo las cosas mal, a sabiendas de que el Estado va a resolverlas. Todo eso ha llevado a la situación de hoy: que no podemos pagar la cuenta del Estado, y la tiene que pagar alguien. Cada vez que el Estado resuelve algo que debiera resolver el sector privado, aumenta la cuenta del Estado en una cantidad que el país no tiene cómo cubrir.
S.: En materia de política externa, ¿cuál es su posición frente a Contadora y cuál frente a los No Alineados?
A.G.: Las dos cosas son útiles mantenerlas. Los No Alineados son un foro y el mundo está acostumbrado a los foros. Los países débiles como Colombia deben tener foros, son válvulas de escape, posibilidades de defensa de los países pobres. En cuanto a Contadora, es un grupo, no una institución, cuya gestión es una gestión de buenos oficios, que ha venido reemplazando a la diplomacia mundial que ha fracasado. Contadora ha tratado de hacer cosas, y aunque no ha conseguido la paz, por lo menos puede presumir de que ha evitado unas guerras, situaciones de conflicto mayor. Naturalmente como se evitaron, pues no se ha podido medir cuánto se evitó en cada ocasión.
S.: Cambiando de tema, ¿qué considera usted que ha sido lo bueno y lo malo del gobierno de Betancur?
A.G.: A mí me paréce, me entusiasma mucho, el despertar que ha motivado. Yo me dolía mucho de la tendencia a aceptar la decadencia que venía advirtiéndose en los últimos 8 ó 10 años, frente al poco progreso, frente a los pequeños numeros, frente a esa decadencia de la producción agropecuaria, a la disminución continua del empleo. El doctor Betancur ha movido el tablero, despertó una cantidad de anhelos. Eso es lo bueno.
S.: ¿Qué sería lo malo?
A.G.: Lo malo es que no siempre se consiguen las cosas de los gobiernos, por ejemplo la paz, que no se ha conseguido. Uno puede tener la ilusión de que la paz venga, pero no puede desconocer que la paz es muy esquiva.
S.: ¿Por qué cree que ha sido esquiva?
A.G.: Ha habido una confusión de elementos mezclados en las soluciones de paz. Se han mezclado principios tradicionales con fórmulas nuevas como la de mantener el establecimiento y la voluntad de tumbarlo. No creo que en Colombia existan, como se ha querido hacer creer, las condiciones de la toma de las armas para participar en la vida política. A eso no le encuentro razón, ni justificación. Para llegar a la situación de guerra justa, se necesita curnplir una serie de condiciones y ese no es el caso colombiano, porque aquí hay libertad de prensa, porque hay elecciones, hay leyes y el poder judicial es independiente. Se dan las condiciones jurídicas que hacen injustificable la acción armada.
S.: ¿ Usted cree en la buena fe de las FARC?
A.G.: Es muy difícil decirlo, porque las FARC no son homogéneas, hay muchos frentes. Por eso, aunque hay departamentos en donde parece que las FARC están en paz, en otros están en guerra. Y hay otros en donde ya no las llaman FARC, o están aliadas con otros grupos. Son situaciones que no son homogenizables. S.: ¿Cómo ve usted el lanzamiento de la candidatura de Jacobo Arenas?
A.G.: Es magnífico que haya candidatos.
S.: ¿Aunque haya armas?
A.G.: Bueno, la candidatura es una cosa y las armas otra. La candidatura es buena y cada vez que aparezcan en las plazas públicas con armas, las Fuerzas Militares se las deben quitar.
S.: ¿Cuál es su señuelo para pescar votos en la franja?
A.G.: Yo creo que, en general, la confianza.
S.: ¿Confianza en qué?
A.G.: En que a la gente le va mejor conmigo que con los demás, porque soy el más predecible.
S.: ¿ Todavía cree que el 30% de su votación va a ser liberal?
A.G.: Creo que más, me siento muy bien colocado frente al Partido Liberal.
S.: ¿Cuál cree que es su ventaja frente a Galán?
A.G.: La experiencia. Ya he pasado los tiempos en que uno tiende a la fogocidad. Esa es mi ventaja sobre el doctor Galán.
S.: ¿ Y cuál es su ventaja sobre Barco?
A.G.: Pues que tengo un gran conocimiento de los problemas colombianos. Uno aprende mucho en el Congreso, pero aprende muchísimo más en el periodismo. En el periodismo vivido como me ha tocado vivirlo a mí en el sector editorial, uno tiene que empaparse de cada problema antes de opinar. Una vez que uno llega al conocimiento de un problema para poder escribir, le gusta mantenerse informado. Entonces yo tengo un conocimiento bastante actualizado del país, es el hábito periodístico de estar informado.
S.:Sería inevitable no preguntarle sobre otro, "entre comillas", juicio de responsabilidades, el que se está abriendo con respecto a la catástrofe del Tolima y Caldas. ¿ Qué opina sobre esto?
A.G.:Yo estuve sobrevolando la zona. No soy muy aficionado a eso
tiene algo de cobardia buscar corderos expiatorios. Lo que hay que hacer es medir las consecuencias del desastre. Si hay un montón de gente damnificada, sin empleo, unas tierras destruidas... lo que sigue es un problema administrativo y político que muchos sostienen que se puede manejar sin emergencia económica.