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Más político que agrario

Esta semana quedó claro que el campo se convirtió en medio de hacer política en detrimento de los justos reclamos campesinos.

3 de mayo de 2014

El Paro Nacional Agrario, Étnico y Popular, que comenzó el lunes, surgió de los supuestos incumplimientos a los compromisos del gobierno para levantar las protestas del año pasado. La aceptación de estos movimientos, agrupados en la Dignidades Campesinas, motivó a algunos líderes, como César Pachón, a lanzarse al Congreso.  Pero ninguno logró una curul, porque muchos campesinos rechazaron que le sacaran provecho político a sus reivindicaciones. Esta tensión llevó a que naciera la Unidad Nacional Agropecuaria,  que busca un nuevo modelo en el que el Estado potencie el campo con innovación, transferencia de tecnología y recursos. Mientras que este grupo promovía un paro para el 5 de mayo, las Dignidades Campesinas promovieron otro para el 28 de abril, que afectó esta semana a varias regiones. El gobierno anunció soluciones inmediatas, como congelar embargos y comprar cartera, pero acusó a la guerrilla de infiltrarse en el movimiento. Con esto respondía a un tercer actor, la Cumbre Agraria de los Pueblos, que reúne a 16 organizaciones como la Marcha Patriótica, que no solo quieren cambiar el modelo agrícola, sino el económico y político del país.


Este cruce de intereses, expresados a pocas semanas de las elecciones, ha puesto al gobierno en una posición incómoda, pues a pesar de haber tenido que resolver problemas muy anteriores y a destinar billonarios recursos, no ha logrado desactivar el descontento. Toda una contradicción cuando hay partidos y sectores políticos que claramente quieren sacarle provecho a la protesta agraria aunque poco les interese el destino de los campesinos.