Home

Enfoque

Artículo

¿Qué pasó con?

12 de julio de 2008

Rodrigo Rivera
 
En medio de la lluvia de declaraciones por el rescate de Íngrid Betancourt, las encuestas reveladoras y las incipientes candidaturas a las próximas elecciones, el de Rodrigo Rivera es uno de los nombres que poco han sonado en el panorama político. Y es extraña su ausencia si se recuerdan sus aspiraciones de llegar a la Casa de Nariño en 2006, cuando obtuvo más de 500.000 votos en la consulta liberal y su participación como presidente de la Cámara de Representantes en pleno proceso 8.000. Pero el motivo de su ausencia no es gratis.
 
Radicado en Washington, este abogado de las filas liberales actualmente realiza las pasantías en el Banco Mundial como parte de sus estudios de posgrado en Derechos Humanos y Desarrollo Económico que adelanta como becario Humphrey, en el colegio de leyes de la American University Washington. Rodrigo, de 45 años y sin su característico bigote, vive en Estados Unidos desde hace dos años, en un modesto apartamento junto a su esposa y sus dos hijas gemelas. Aunque lejos de Colombia, no ha estado ajeno al acontecer diario del país. Confiesa que vibra con cada noticia que sacude la política colombiana, se alegra por la libertad de Íngrid y se emociona con cada golpe que recibe la guerrilla. Según Rivera, “el país vive un momento mágico, de optimismo, de afirmación de sus valores”. Aunque reconoce la crisis institucional producida por la para-política, todo hace parte un proceso necesario para neutralizar las prácticas delictivas. Su regreso está previsto para finales de agosto, y hasta ese entonces no piensa hablar de su futuro en el servicio público. No obstante, está seguro de que su vocación política no lo deja alejarse de esta esfera. Por ahora, seguirá con su vida de estudiante aplicado, que camina todos los días al metro, de bluyines y mochila al hombro.