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Se quedó el ministro

El ministro de Transporte, Miguel Peñaloza, quedó atornillado al puesto, a pesar de los cuestionamientos por los contratos de PYG, una de las empresas de su familia, con el Estado.

4 de agosto de 2012

El ministro de Transporte, Miguel Peñaloza, quedó atornillado al puesto, a pesar de los cuestionamientos por los contratos de PYG, una de las empresas de su familia, con el Estado. El viernes de la semana pasada se rumoró que Peñaloza había renunciado, después de que el columnista Daniel Coronell reveló que la empresa maneja más de 1.700 procesos judiciales como representante de entidades oficiales. Ese mismo día la Procuraduría le abrió indagación preliminar. El presidente Santos se enfrenta a un complicado dilema: por un lado, no puede provocar una crisis ministerial debido a los recientes problemas de encuestas, pero por el otro, uno de los principios de transparencia con los que se comprometió el gabinete es evitar “que los intereses personales directos o indirectos se encuentren en conflicto con el interés general o puedan interferir con el desempeño ético y transparente de nuestras funciones”. Al final, sobre el ministro Peñaloza pende hoy una espada de Damocles que de caer afectaría la gestión en infraestructura, uno de los sectores claves para el gobierno en materia de resultados.