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Y siguen de mejores amigos…

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2 de agosto de 2014

Colombia y Venezuela tienen 2.200 kilómetros de frontera y una relación que ha ido mejorando, pero que todavía tiene pendientes. El viernes los presidentes Nicolás Maduro y Juan Manuel Santos se reunieron en Cartagena para ventilarlos.

Uno de los puntos más críticos es el contrabando. La delicada situación económica del vecino país trastorna el comercio, pues los subsidios a la canasta básica venezolana alimentan el comercio ilegal hacia Colombia y empeoran el desabastecimiento allá. Los presidentes prometieron crear un “comando conjunto” y compartir “inteligencia financiera” para luchar contra el flagelo. Para desestimular la venta ilícita de gasolina venezolana, Caracas propuso organizar un sistema de distribución con precios bajos en la frontera.

También hablaron del problema de la deuda de Venezuela con los empresarios colombianos. La Cámara de Comercio de Caracas la estima en 344 millones de dólares y dice que hay tres años de retrasos. Esta vez Maduro prometió un cronograma de pagos y crear una tasa de cambio para que los comerciantes puedan hacer sus transacciones en moneda local. El problema es que mientras sigan los desequilibrios económicos en Venezuela, va a ser complicado resolver estas dificultades.

Los indígenas wayúu, que son binacionales, también fueron tema. La Guajira sufre una pavorosa sequía y problemas de abastecimiento. Maduro prometió suministrarles alimentos a precios subsidiados.

Y claro, en Cartagena los dos mandatarios hablaron de paz. Todo el mundo sabe que Caracas apoya las negociaciones con las Farc en La Habana y sigue siendo un actor clave en las mismas. Es de destacar que, justo en un momento de alta tensión en el proceso por los atentados de la guerrilla, Maduro haya dicho que “la paz en Colombia nunca estuvo tan cerca como está en este momento”. No se sabe si fue una frase diplomática o si proviene del conocimiento íntimo que tienen de las Farc en Miraflores.

En resumen, Santos y Maduro mantuvieron un tono cordial, optimista y se vieron conectados. Por lo visto y más allá de las pequeñas protestas que despertó la visita de Maduro, Caracas y Bogotá siguen siendo los nuevos mejores amigos.