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¿Solidaridad?

31 de julio de 2000

Gran despliegue le dieron los medios al día del orgullo gay. El cubrimiento se centró en las escenas pintorescas de travestis y drag-queens de gestos exagerados. Después de años de esconder su sexualidad, debido al temor a la discriminación y a los prejuicios sociales, es apenas lógico que exista el día del orgullo gay —aquí y en todo el mundo—. Y, en tiempos políticamente correctos como estos, es de esperar que la celebración de esta minoría se registre con vehemencia.

No obstante muchos criticaron, y con razón, el desenfoque de este cubrimiento. Primero, porque no demostraba una solidaridad con una minoría excluida sino más bien un gusto —algo morboso— por mostrar un carnaval estrambótico que refuerza en la mente de la gente la imagen prejuiciosa de que los gay son gente “rara”. Si, por ejemplo, luego de ver a los drag-queens, un colombiano tradicional escucha un debate sobre la posibilidad de que un homosexual sea maestro, imaginará inmediatamente que quien enseñará a sus hijos será esta figura pintorrejeada y ridícula.

Segundo, porque el día del orgullo gay no sirvió para que los colombianos conocieran más los problemas de esta minoría, ni para que entendieran mejor sus derechos. Por eso, flaco favor le termina haciendo esa celebración ya habitual, año tras año, al respeto por la comunidad homosexual o a la igualdad de derechos sexuales que debe reinar en una democracia.