Vuelan los ‘narcopilotos’

En agosto de 1984, una revelación sobre el homicidio del ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla conmocionó al país. La opinión ya sabía que detrás del magnicidio estaban los capos Pablo Escobar, Gonzalo Rodríguez Gacha y los hermanos Ochoa, pero ahora entraba a ese elenco macabro el cuñado de la víctima, un aviador de 34 años llamado Gustavo Restrepo. Hace 30 años, SEMANA dedicó su portada a reconstruir los hechos. La procuraduría acusaba al hermano de la viuda de Lara de haber participado en la reunión, celebrada en Neiva, durante la cual los narcotraficantes contrataron a los sicarios. A eso se añadía una chiva de esta revista: que el piloto tenía nexos con la mafia en Huila y que él, poco antes del crimen, había tenido problemas con su cuñado, pues este había descubierto que algunas de sus avionetas se usaban para transportar droga. La noticia no solo aumentó la indignación por la muerte del ministro, sino que también destapó un nuevo capítulo del narcotráfico: las acciones de los ‘narcopilotos’.