ENTREVISTA

De mensajero a magistrado

El magistrado Javier Zapata empezó su vida laboral como mensajero de juzgados y hoy es el nuevo presidente de la Corte Suprema de Justicia. SEMANA habló con él.

4 de febrero de 2012

SEMANA: Magistrado, devuélvase al pasado por un momento. ¿Qué es lo que más recuerda de su origen?

JAVIER ZAPATA: Un día, cuando ya había terminado el bachillerato en la escuela San José de Venecia, municipio de Venecia, Antioquia, el rector me dijo que como yo había sido el mejor bachiller me había recomendado para citador en un Juzgado de Circuito de Medellín. Cuando me dio la noticia yo me puse a brincar de la dicha.

SEMANA: Ser citador de un juzgado era como el equivalente a ser el mensajero, ¿no?

J.Z.: Claro, era el mensajero porque además en los juzgados de esa época no había ni teléfonos. Me tocaba caminarme toda la ciudad llevando las notificaciones. Con ese trabajo me pagaba mis estudios de abogado en la Universidad de Medellín, mi manutención y además ayudaba a mi familia. Cuando terminé la carrera pasé de mensajero a escribiente y poco a poco empecé a ascender en los juzgados.

SEMANA: Con esa experiencia, ¿qué piensa sobre el oficio de ser abogado?

J.Z.: Los abogados son totalmente necesarios en nuestra sociedad para que prime más la conciliación que los pleitos. Y, como están siempre en medio de un conflicto, lo que se les pide es que no le echen leña al fuego.

SEMANA: ¿Hay abogados que lo avergüenzan?

J.Z.: Sí, hay muchos que me hacen sentir pena ajena. Lo que hago es valerme de algún amigo o de su gremio más próximo para hacerles saber que no están actuando impunemente. El verdadero control social se hace desde el mismo gremio para proteger nuestra imagen hacia el futuro.

SEMANA: Usted tiene un hijo que se acaba de graduar de abogado. ¿Qué le aconsejó?

J.Z.: El día que se graduó le di el libro Carta de navegación de los abogados. Allí hay tres principios básicos: ser estudioso, ser honesto y, algo que se olvida tanto, tratar a los demás como esperas que te traten a ti.

SEMANA: ¿Qué es lo más complicado de hacer justicia?

J.Z.: Lo más complicado es no hacerlo pronto, es que se presentan muchos obstáculos. Para nosotros, que es nuestra vida, es muy angustiante. Los términos judiciales son lo que más me fatiga. Y también me preocupa que se peque por exceso o por defecto.

SEMANA: En términos de justicia se le pide mucho a los jueces y poco a la sociedad. ¿Cuál sería su reflexión en ese sentido?

J.Z.: Que nos apropiemos cada vez más del ámbito público, porque lo que importa es el interés común de todos.

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