ENTREVISTA

"Exponer es como desnudarse"

Maripaz Jaramillo celebra sus 30 años de vida artística con una exposición itinerante en la Galería Diners.

Alberto Trujillo
16 de mayo de 2004

En su casita amarilla de los años 50, en el norte de Bogotá, dos terrazas con matas flanquean el caballete y un torrente de luz traspasa la marquesina desparramándose por todos los rincones de su estudio. María de la Paz Jaramillo está cumpliendo 30 años de vida artística y los está celebrando con las series intituladas Besos y abrazos que matan, y Agua y Paz, una exposición itinerante con la que ha recorrido el país desde hace tres años y que está ahora en la galería Diners.

Maripaz, como se le conoce en el medio artístico y como firma sus cuadros, pertenece a la generación de la posguerra (1948); de ahí, el origen del nombre con que fue bautizada. A los 14 años se encontraba de colegiala, con minifalda y botas, en el Londres pop de los Beatles, los Rolling Stones y el estallido, no de las bombas de la Luftwaffe, sino del colorido enérgico e impactante del entorno visual.

Cuando estaba aún estudiando en la Universidad de los Andes obtuvo el primer premio del XXIV Salón Anual de Artistas Colombianos, con el grabado La señora Macbeth, en el que ya vislumbraba la impronta de su tendencia artística: el expresionismo, caracterizado por las líneas fuertes, cierta distorsión en el dibujo y los colores vivos y contrapuestos que palpitan ante los ojos del espectador. "Con eso busco la vibración, el impacto, por ejemplo con una mujer que se salta del cuadro gracias a una determinada combinación de colores. Esta es la primera vez en que incursiono en el tema de la política, adoptando una posición crítica matizada siempre con un sentido humorístico. En esta muestra, la mujer simboliza a Colombia y los hombres simbolizan las situaciones que la acompañan, para bien o para mal. Suelo recurrir al tema de la mujer y al de la pareja. Me he preocupado por la situación de la mujer desde la época en que terminé el bachillerato en Londres y al regresar me percaté de que ellas, en todos los estratos, estaban muy sometidas por una sociedad machista en donde el papel de toda mujer se limitaba a tener hijos y a cuidar del hogar. Pienso que mi generación se destaca por el auge de las mujeres profesionales, independientes y liberadas".

Respecto a la serie Agua y Paz explica que la realizó con un criterio ecológico, buscando crear conciencia acerca de la importancia de proteger las fuentes, evitar la contaminación y la deforestación. Los cuadros se complementan con un video de Sergio Trujillo Dávila en el que se destaca la riqueza de nuestros recursos hídricos.



SEMANA: ¿Sus papás no hubiesen preferido una profesión más práctica, digamos medicina?

MARIPAZ JARAMILLO: No. Cuando era una niña ellos se dieron cuenta de que me encantaba pintar y me alentaron a seguir, me llevaban a museos y me regalaban libros de arte. Y en cualquier caso, el trabajo que menos me hubiese gustado hacer en la vida sería el de cirujana... Cirujana de corazón abierto, ¡no!

SEMANA: ¿Quiénes influyeron en su arte?

M.J.: Fernando Botero, con las monjas, las prostitutas de Medellín y su manera de expresar lo nacional, y, por otro lado, Beatriz González, quien rompió con el dibujo tradicional y quien me dejó perpleja con su obra Los suicidas del Sisga, que obtuvo un premio en un Salón Nacional de Artistas. Toda mi obra se inspira, ante todo, en Colombia. En cuanto a los extranjeros, es evidente la influencia de Andy Warhol, que rompió esquemas y convirtió lo cotidiano en obras de arte. Y claro, el expresionismo, sobre todo el alemán. En ese país, como en este, la guerra ha dejado una huella profunda. Tal vez por eso mi obra tiene mucha aceptación en Alemania. Yo siento que nací en medio de la guerra entre liberales y conservadores, y hoy, tantos años después, seguimos viviendo en medio de un conflicto armado.

SEMANA: ¿En qué otra fuente se inspira?

M.J.: En las fotos del acontecer diario, por ejemplo, me baso para hacer collages, técnica muy utilizada por Warhol. También me inspiro en los titulares de los periódicos y en los noticieros. A todo le busco el aspecto humorístico, el aspecto anecdótico. Como hacía Rendón, yo caricaturizo nuestra realidad y también la critico. En esta muestra, es la primera vez que me meto con la política. Álvaro Uribe es el primer presidente que pinto y lo hice porque lo conozco personalmente. El cuadro representa al dignatario bailando con una mujer de tez amarilla que simboliza a Colombia, a la que él pretende llevar por el buen camino. La Colombia que yo muestro es una Colombia aguerrida e independiente, que no se deja dominar. En la obra en que aparece una mujer en ropa interior titulada El nuevo reto del Atpa, he pretendido mostrar a la Colombia liberada y buena negociante, que ya no exporta solo café.

SEMANA: Y este cuadro, 'Diálogos de paz', donde el guerrillero Raúl Reyes aparece tocando a una mujer que se está besando con un moreno, ¿qué alegoriza?

M.J.: Esta mujer es Colombia, que estuvo entregada de lleno a los diálogos: por un lado, los negociadores del gobierno y de las entidades internacionales y a la izquierda, la guerrilla. Fue una maravillosa oportunidad que perdió el país y que los guerrilleros no supieron aprovechar para bien de todos. Colombia, como muestro acá, fue manoseada en vano.

SEMANA: 'La Santísima Trinidad', el cuadro de 'Simón Trinidad' esposado y guiado por unos soldados, que se destaca por su colorido y por estar colgado en una pared rodeado con el mismo motivo repetido varias veces en dos tonos, tuvo gran impacto, ¿no?

M.J.: Sí. Justo al frente está colgado el cuadro ¿Colombia un carnaval?, que expresa la alegría de las fiestas de Barranquilla opuesta a una imagen relacionada con la guerra. Entonces surge la pregunta: ¿cuándo tendremos paz para poder disfrutar nuestro país?

SEMANA: Ya son muchos años de violencia.

M.J.: Cuando era niña me tocó ver los cadáveres que bajaban por el río Cauca, y por eso me atrevo a criticar a los políticos que no se dieron cuenta de los problemas del país, que no se preocuparon por la justicia social, por la pobreza, y que permitieron la corrupción que se ha estado robando el dinero que ha debido invertirse en hospitales, escuelas, carreteras. No creo que lo de ahora sea culpa de Pastrana, ni de Uribe, ni de los últimos presidentes, sino que viene de tiempo atrás.

SEMANA: Hay un lienzo titulado 'Mujeres en contra de la guerra'. ¿Se inspira en algún hecho en particular?

M.J.: Sí. Está basado en la masacre de la iglesia de Bojayá, en la que cayó mucha gente humilde. Esas mujeres son las madres, las viudas, las hijas, tanto de guerrilleros y paramilitares como de las Fuerzas Armadas, y todos son hijos de Colombia.

SEMANA: 'Políticas de gobierno', en el que están tres sonrientes reinas de belleza, ¿es una obra sarcástica?

M.J.: Es una alegoría humorística acerca de las ideas políticas que, al igual que las candidatas a los reinados, si son buenas, pasan. Y también es el caso de las leyes que se tramitan en el Senado y que, al igual que les sucede a las reinas, son sometidas a cirugías, recortadas y cambiadas. No tengo nada en contra de la belleza, pero prefiero una belleza auténtica como la de Luz Marina Zuluaga y Doris Gil, y no que sea producto de la silicona y del trabajo de un cirujano.

SEMANA: ¿En qué se basa la técnica de la serie 'Agua y Paz'?

M.J.: Es la multimedia, una técnica en la que utilizo fotografías que someto al tratamiento en una computadora. El resultado se imprime en un lienzo y después trabajo con pintura acrílica sobre él. Este es un recurso novedoso en que el nuevo pincel es el computador.

SEMANA: ¿Alguna vez la crítica le ha dado palo?

M.J.: Uno es consciente de que al presentar su obra habrá algunos a los que les agrade y otros a los que no; es imposible darle gusto a todo el mundo y tampoco puede uno caerle bien a todo el mundo. Eso le ha pasado a todos los artistas, a los escritores, a los políticos, yo creo que la gente que hace algo público está expuesta a la crítica. Exponer es como desnudarse.

SEMANA: Y si uno es amigo de los críticos, ¿también se arriesga a que le 'quiten la piel a tiras'?

M.J.: Uno no puede ser amigo de todos ellos.

SEMANA: Claro. Pero los críticos amigos, ¿le han dado palo?

M.J.: Sí. Hay momentos en que el crítico considera que uno no está en un buen momento y si el juicio negativo proviene de alguien que conoce la obra y que tiene fundamentos para ello, uno lo analiza y trata de entender las razones, pero hay personas que critican sin ver y sin siquiera haber ido a una exposición. Lo hacen, no de manera objetiva, sino porque le tienen rabia a uno. Tanto para ser artista o crítico hay que estudiar, así como quien quiere ser arquitecto debe estudiar arquitectura. Hay gente que, con el único fin de sobresalir, critica y habla mal de los artistas que ya tienen trayectoria y que ya son reconocidos, y eso les parece magnífico y hasta divertido.

SEMANA: Y si uno, como persona, no agrada a los críticos, ¿qué pasa?

M.J.: A veces uno cae mal y la obra de uno también. Eso da pie para que se haga una crítica devastadora que hace mucho daño.

SEMANA: ¿Y la envidia?

M.J.: Suele pasar que el que tiene éxito despierte envidia. En la política pasa lo mismo, hay odios a muerte.

SEMANA: ¿Esto es nacional o universal?

M.J.: En el medio de la cultura se mezcla mucho la pasión con la crítica, y por causa de ella hay artistas que han sido destruidos. Sobrevivir es cosa de héroes. Aquí somos muy pasionales y muestra de ello es la violencia que hemos vivido desde hace tiempos.

SEMANA: ¿Qué pasó con las mariposas?

M.J.: En la época de los diálogos de paz hice una serie sobre las mariposas, de las que tenemos gran variedad de especies, a la que llamé 'Maripaz por la paz'. Hay ocasiones en que a una le critican por salirse de lo que ha venido haciendo, como me sucedió con mi característica parte expresionista de la figura humana. Pienso que uno como artista tiene que investigar y buscar otros medios; no me puedo quedar toda la vida con la misma pareja bailando salsa o dándose besos. Esto podría ser muy cómodo, pero no me quiero encajonar, y así he arriesgado con nuevas propuestas como mis mariposas y el tema del agua. Y si eso no le gusta a la crítica, pues qué le vamos a hacer.

SEMANA: ¿La opinión de los críticos determina el gusto del público?

M.J.: Ellos orientan al público. Como dice Eduardo Serrano, los críticos son animadores del arte. En París viví una experiencia inolvidable: en el Grand Palais se exponía la obra de Gauguin. En el piso de abajo estaban todas las críticas negativas diciendo que él era un pésimo artista, que era un loco; en el piso de arriba colgaban sus pinturas, y en la calle, filas kilométricas de gente que quería ver sus cuadros. En un momento dado, la crítica deja de ser importante y es el público el que decide. Creo que en Colombia, muy pronto, va a haber una revaluación, tanto por parte de los críticos como del público, de artistas que sufrieron mucho rechazo.

SEMANA: ¿No es un poco tarde?

M.J.: Así es la vida de los artistas, esto es duro, esto es como una religión porque es en lo que uno cree, en lo que uno siente y en lo que uno piensa que es el camino a seguir en la vida.

SEMANA: El artista corre el gran riesgo de no estar empleado y no recibir su chequecito mensual, ¿no?

M.J.: Claro, uno se arriesga, uno tiene que armarse de valor y exponer guste o no. Exponer es como desnudarse.

SEMANA: ¿Alguna anécdota en especial?

M.J.: Sí. La de un señor que compró una de mis obras y su esposa le advirtió que se separaba si ese cuadro entraba a su casa.

SEMANA: ¿A qué mujer admira en la historia de Colombia?

M.J.: A Esmeralda Arboleda, quien, para terminar el bachillerato, tuvo que hacerlo en un colegio de hombres. Era una mujer muy inteligente que después estudió derecho. No entiendo, por poner un ejemplo, cómo era posible que a una mujer que heredaba una plata no le estaba permitido manejarla. ¡Qué absurdo!

SEMANA: Como si ustedes fuesen seres inferiores...

M.J.: A palabras tontas oídos sordos... Por conceptos como ese es que admiro a mujeres como la ex ministra de Defensa, Marta Lucía Ramírez, que se desempeñó muy bien en un medio estrictamente machista.

SEMANA: Y a escala universal, ¿a qué mujer admira en la historia?

M.J.: Escoger a una sola persona es difícil, pero destaco a la escritora George Sand, y a Camille Claudel, la escultora, persona valiente que cambió la imagen de la escultura tradicional. Su final fue triste porque terminó en un manicomio, tal vez por culpa de la envidia de Rodin.

SEMANA: Un músico.

M.J.: Destacaría a Beethoven. Me encanta toda clase de música, no puedo vivir sin ella. Y mi obra ha estado muy relacionada con ella. Hice cuadros con la serie del tango, la salsa, el bolero.

SEMANA: ¿Y los Beatles?

M.J.: ¡Claro! Ellos están en mi pintura en la parte pop: por las lentejuelas, las charreteras... Un premio que obtuve fue con un Bolívar engalanado con una capa al estilo Beatle, un Bolívar pop, un personaje muy pop... ular.

SEMANA: ¿Su arte está comprometido con alguna ideología?

M.J.: Es un arte comprometido con la pareja, con la mujer, con el país y conmigo misma, así ha sido siempre.

SEMANA: ¿Cree en la inspiración?

M.J.: Sí, pero no como un ángel con varita mágica, sino en la inspiración basada en la investigación, en el estudio, en el trabajo. De lo contrario no sale nada.

SEMANA: ¿Qué planes hay para el futuro?

M.J.: Sigo con esta exposición rumbo a Panamá. Y tengo el proyecto de exportar productos con diseños propios, como portavasos, individuales y suéteres.

SEMANA: ¿La pintura le sirve para desfogar la angustia?

M.J.: Sí, claro que sí.

SEMANA: Pero su expresionismo no es tan crudo como el de Edvard Munch, por ejemplo, ¿verdad?

M.J.: Yo trato de no pintar temas con figuras atormentadas. En mi obra hay política, hay dolor, pero también hay humor, hay alegría. No me sale trabajar con lo trágico porque soy positiva y creo en un futuro mejor. Adoro a Colombia, país que he recorrido viajando, y en este momento es el sitio en donde quiero vivir.

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