TRISTE Y VACIO

19 de agosto de 1991

POCAS VECES EN LA HIStoria de la República se ha vivido un 20 de julio como éste. Las banderas con las que los ciudadanos hacen acto de presencia en la celebracián de la fiesta nacional de Independencia, seguramente colgarán de las ventanas como siempre. Quizás haya uno que otro desfile y no faltará un espontáneo que haga uso de la palabra en un sentido discurso. Pero el recinto del Congreso -símbolo por excelencia de la democracia- estuvo esta vez vacío y en silencio.
Revocado el mandato de los congresistas, en el Salón Elíptico sólo hay un arrume de curules como lo muestra la fotografía de Carlos Vásquez.

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