Vaca para un entierro

8 de marzo de 1993

CUATRO DIAS DESPUES de que estallara el carro-bomba en Bogotá, el drama de una de sus víctimas hizo estremecer nuevamente a los transeuntes del centro de la capital.
Se trata del caso del vendedor ambulante Alvaro Hernán Hermida, oriundo del Putumayo, cuyo cadáver tuvo que ser velado en plena calle, mientras sus solidarios compañeros, de la Asociación de Vendedores Informales de Colombia, pedían limosna para poder darle una sepultura digna.
La historia de Hermida, una víctima más del terrorismo, conmovió a los colombianos: un hombre que vivió en la calle, murió en la calle y en la calle lo velaron.

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