CULTURA

Arte en crisis

Se requiere un esfuerzo financiero estatal y privado grande para salvar a dos prestigiosas instituciones culturales del país: el Museo de Arte Moderno La Tertulia y la Filarmónica de Cali.

23 de abril de 2009

“El arte en Colombia se está muriendo”, aunque esta frase del pintor Ómar Rayo, suena temeraria, en los últimos meses se ha vuelto profecía. Sus palabras tienen autoridad, porque Rayo es justamente uno de los vallecaucanos que cada año debe sacar el sombrero para pedir recursos al Estado y garantizar así el funcionamiento del museo que fundó hace 25 años en Roldanillo, un pequeño municipio de 35.000 habitantes. 

A ese autorizado clamor se unieron esta semana los de la Orquesta Filarmónica del Valle y del Museo de Arte Moderno de Cali, dos insignias culturales de la región y el país, que debido a la falta de recursos y la escasa ayuda gubernamental, están apunto de tirar la toalla.
 
La alerta surgió con Amparo Sinisterra, presidenta de la Asociación para la Promoción de las Artes, Proartes, una fundación caleña creada hace 30 años con el ánimo de fomentar expresiones culturales en música, danza y teatro. Ella, junto a Proartes,  se hizo cargo de la Filarmónica desde hace nueve año, cuando había desaparecido.
 
En el país sólo existen cuatro filarmónicas, dos en Bogotá, una en Medellín y la de Cali. El compromiso del encargo estaba condicionado al apoyo con recursos de la Alcaldía, la Gobernación y el Ministerio de Cultura. Y así se mantuvo el convenio hasta 2008 cuando empezó a fraguarse la nueva crisis.
 
Según la señora Sinisterra, “Nuestros compromisos con la orquesta y el pago de los músicos los cumpliremos hasta el próximo 21 de junio”, dijo a Semana.com. El ultimátum surgió por la iliquidez causada por la falta de ingresos. Dicho en plata blanca, de los 2 mil millones de pesos que requiere al año para su funcionamiento, apenas están garantizados 400 millones de pesos de la Alcaldía de Cali y los ingresos que se puedan gestionar con la empresa privada.
 
La Gobernación les debe 400 millones de pesos de 2008 y este año ni siquiera han firmado el nuevo convenio.  El Ministerio de Cultura, a través de su Programa Nacional de Concertación, apenas les dará 50 millones de pesos. “No hemos dicho que no vamos a pagar, es sólo que estamos buscando los fondos”, explicó Saturnino Caicedo, secretario de Cultura del Valle. El presupuesto para su dependencia también entró en crisis y pasó de 6.700 millones de pesos en 2008 a sólo 1.300 en 2009.

Si por la Filarmónica llueve, por el Museo de Arte Moderno La Tertulia de Cali, no escampa. Esta respetadísma institución cultural fundada hace 41 años fue la primera de su género. Pero el prestigio y la antigüedad no le valieron a la hora de hacer cuentas y por ello esta semana debió realizar una subasta de cien obras entre donadas y litografiadas por reconocidos artistas, con el fin de recaudar cien millones de pesos para aliviar sus afugias económicas.
 
“Encogimos nuestro presupuesto de mil a 600 millones de pesos y pese a ello seguimos con problemas”, dijo María Paula Álvarez, directora del museo.  Sin embargo, la batalla del museo por sobrevivir sigue. En medio de la crisis están desarrollando el proyecto del Montaje de la Colección Permanente, cuyo valor es de 1.300 millones de pesos y con el que buscan exhibir las 1.500 obras de arte que hacen parte de su patrimonio.
 
Argemiro Cortés, secretario de Cultura de Cali va más allá frente a la crisis del sector y asegura que parte de ella se debe a la falta de apoyo de la empresa privada.
 
No obstante, experiencias como las del Museo de Arte Moderno de Medellín, que este año se alista a inaugurar una nueva sede, dejan claro que la cultura en Colombia se mueve sobre todo de la mano de la financiación estatal. “Con la Alcaldía de Medellín tenemos convenios que nos cubren casi el 50 por ciento de nuestro presupuesto que es de 1.400 millones de pesos al año”, explicó a esta revista Juliana Restrepo, directora del museo paisa.

El gobierno del Valle y también su sector privado tendrán que hacer un esfuerzo especial para evitar que dos de sus exponentes culturales más importantes sucumban ante la indiferencia. Construirlas ha  requerido un gran esfuerzo colectivo de décadas. Destruirlas puede tomar apenas unos meses.