ARQUEOLOGÍA

Cara a cara con la profecía ?

El Museo del Oro trae una exposición que permitirá conocer a fondo <br><br> la cultura maya, una de las más ricas del continente americano, y saber <br><br> la verdad sobre los augurios para el año próximo.<br><br>

8 de octubre de 2011

La cultura maya vive por estos días un cuarto de hora tardío. La ha puesto en boca de todos una interpretación de uno de sus calendarios, que señalaría el fin de la especie humana. Pero tanta atención sobre ese pueblo no ha llevado a que se conozca mejor su cultura, que se consolidó hacia el año 1500 a. C. sobre la actual península de Yucatán, Guatemala, Belice y parte de El Salvador y Honduras, y que pese a que padeció todo el rigor de la Conquista española, ha logrado sobrevivir hasta hoy.

Ir más allá de la profecía y, de paso, dar luces sobre esta, es lo que pretende la exposición La sociedad y el tiempo maya, la gran apuesta del Museo del Oro del Banco de la República para este final de año (abrirá el 27 de octubre e irá hasta febrero de 2012).

La muestra, sin antecedentes en Colombia, incluye 96 objetos que forman parte de la colección permanente del Museo Palacio Cantón de Mérida, México. La mayoría son piezas de cerámica, pero también hay metales, conchas y piedras, entre ellas, una utilizada para sacrificios. Cubre los periodos clásico y posclásico (del 1500 a. C. al 1000 d. C.) y, además de exhibir estos objetos, busca dar una información rigurosa y bien documentada que reemplace los lugares comunes.

"Queremos aprovechar todo lo que se ha dicho sobre las profecías, buscar el lado positivo", señala María Alicia Uribe, directora del Museo del Oro. Para lograrlo, habrá un énfasis en los avances de esta cultura que le permitieron tener varios calendarios: civil, solar y sagrado. Con actividades lúdicas, los visitantes podrán aprender los fundamentos de estos sistemas y tener nociones básicas para leer los manuscritos y contar según su sistema.

Además del calendario, el sistema de cálculo y la escritura son otros dos rasgos centrales de esta cultura, algo que la diferencia de sus contemporáneas. "Explicaremos cómo funcionaba su forma de leer y escribir, diferente de la nuestra, pues no utilizaban un alfabeto como el que hoy conocemos. Tampoco contaban igual: ellos lo hacían en base 20, nosotros lo hacemos en base 10, por el número de dedos de las manos", subraya Uribe. Para escribir utilizaban logogramas, esto es, dibujos de animales y de otros elementos de su cultura que pueden tener diferentes significados. "Un dibujo de un jaguar equivale a la palabra jaguar, pero también se refiere a otras cosas más abstractas. Al ponerle un pequeño símbolo antes, sobre la cara izquierda del recuadro, se convierte en una sílaba que alude al poder", añade.

Los mayas escribían sobre códices en la parte interna de la corteza de los árboles. Al

respecto, Eduardo Londoño, jefe de Divulgación del Museo, recuerda cómo "en la Conquista, varios de esos libros llegaron a manos de un obispo de Yucatán que reunió a varios lectores, se los hizo leer y le contaron qué eran. Al saber que eran religiosos, los mandó quemar. Solo sobrevivieron tres". Quienes primero trataron de descifrar la escritura maya creían que era alfabética, buscaban letras. Con los mayas no se contó con una piedra de Rosetta, como en Egipto, por lo que fue tardío el acceso a sus manuscritos para conocer el sistema de creencias y la historia de esta cultura. Se dio sobre todo en el siglo XX, gracias a esfuerzos siempre paralelos de arqueólogos estadounidenses, ingleses y soviéticos. Ellos fueron los primeros en regresar a las pirámides, que permanecían cubiertas por la maleza desde cuando los mayas decidieron instalarse en las montañas.

Pero, sin duda, el tema que más convoca es el de la profecía. Para entender qué hay detrás de lo que se ha dicho, la exposición abunda en explicaciones sobre cómo era la relación de los mayas con los astros. "Era una sociedad basada en el calendario. Hay que entender que este sirve sobre todo para la agricultura: hay que sembrar antes de que llueva y la sociedad se organiza alrededor de esto. También definieron cinco puntos cardinales hicieron el mapa del cielo, lo que les permitió hacer cálculos a partir del movimiento de los planetas", explica Uribe. En este tema se volvieron expertos, la vida de esta cultura giraba en torno a los astros, incluida su arquitectura. Por eso, la muestra incluye una maqueta de la pirámide de Kukulkán, sobre la que se proyectará una luz que simule la del sol para mostrar cómo la alineación de estos templos con la salida del sol les permitía reconocer solsticios y equinoccios.

Los mayas concebían la historia en ciclos, de ahí que hicieran calendarios para recordar lo que pasó, pues tenían la convicción de que se iba a repetir. Esta tarea estaba cargo de una élite de sabios: a los astrónomos que conocían la historia les correspondía registrarla. Y lo hacían con base en ciclos largos y cortos marcados por los cruces de los calendarios. Los cortos son de 52 años y los largos, de 5.125 o 13 bactunes, la unidad más larga del calendario, que equivale a 400 años aproximadamente.

Y justamente uno de estos ciclos largos termina el 22 de diciembre de 2012. Según los mayas, los humanos de este ciclo fueron creados de masa de maíz, mientras los de los anteriores, que venían del barro y de la madera, conformaron civilizaciones que fracasaron. ¿Qué pasará entonces el 23 de diciembre de 2012? "Simplemente comenzará otra era -explica Londoño, y añade-: la inquietud viene de que en la estela -monumento de piedra con símbolos o glifos tallados- en la que se habla de esto se asegura que este día tendrá lugar un descenso del dios Bolon Yocte, asociado a la muerte y a la guerra. La cuestión es que no se sabe a dónde, porque la estela está rota y se desconoce el final de la profecía". Para tranquilidad de muchos, otras estelas aluden a eventos que van hasta el año 4772 d. C.

Además de aclarar el asunto de la profecía, tan espinoso como taquillero, los organizadores de la exposición también aspiran a sembrar inquietudes en los visitantes. "Queremos que la gente piense que nosotros hoy también vivimos en una cultura, con una serie de creencias que se construyen a diario", concluye Londoño. n