Guillermo Arriaga fue el guionista del clásico mexicano de los 90, Amores Perros.

ENTREVISTA

“El cine es de autores”: Arriaga

Guillermo Arriaga, una de las figuras del nuevo cine mexicano, habló con Maria Alejandra Pautassi de Semana sobre su primera película como director: The Burning Plain.

Maria Alejandra Pautassi, enviada especial a Gudalajara
28 de marzo de 2009

Se estrenó en Guadalajara, The Burning Plain, la última película de Guillermo Arriaga, uno de los guionistas (y ahora directores) mexicanos más queridos y admirados en su tierra. En su nueva película retoma el lenguaje y las tramas de las cintas que lo hicieron famoso: Amores Perros, 21 Gramos y Babel. 
 
Fiel al estilo narrativo en el que varias historias se unen por un hecho que cambia el destino de sus personajes, The Burning Plain gira en torno a tres historias de amor entre norteamericanas y mexicanos. y una que vuelve a poner sobre el tapete la polémica que protagonizó con del director Alejandro Gonzáles Iñarritu, su dupla artística hasta hace dos años, después que éste publicara una carta en la que decía que el guionista reclamaba para sí la completa autoría de la cinta. 
 
The Burning Plain, la primera película escrita y dirigida por Arriaga, guionista que empezó en la literatura (tiene cinco novelas publicadas), ya se vio en el Festival de Venecia y de Toronto, donde tuvo muy buena aceptación de la crítica.

En Guadalajara la gala de inauguración se llevó a cabo en el Teatro Diana a donde asistieron unas 2500 personas. Se espera que The Burning Plain se estrene en México y el resto América Latina a finales de septiembre. 
 
Semana.com: En The Burning Train retoma el tema de las fronteras que ya habías tratado en películas como Babel, ¿de dónde sale esa obsesión? 
 
Guillermo Arriaga: Cuando yo era niño iba de cacería al Norte. La frontera entre México y Estados Unidos es la más fuerte que hay. No es lo mismo cruzar la frontera entre Colombia y Venezuela o entre México y Guatemala o entre Suiza y Alemania, porque hay ciertas similitudes culturales, a cruzar la frontera entre el país más poderoso del mundo y un país del Tercer Mundo. Las diferencias sociales, económicas, políticas, del lenguaje, de cultura son muy fuertes. De hecho, las calles son distinto o y color. 
 
De niño yo me preguntaba: ¿Por qué las calles en Texas son cafés, mientras en México son grises? De niño me impresioné mucho y empecé a descubrir un territorio que a mi me fascina en tanto territorio físico y como territorio de la metáfora. Y creo que mi cine ha tratado las fronteras metafóricas de los personajes. Los míos son personajes que llegan al límite de las fronteras. 
 
Usted lleva más de diez años escribiendo, ¿en qué momento decidió que quería dirigir? 
 
Siempre me había apetecido dirigir, pero nunca había encontrado el momento oportuno. Yo había tenido la experiencia de dirigir videoclips y comerciales, pero mi aprendizaje fue más bien, ver cómo se hacían las películas. 
 
Cuando terminé de escribir The Burning Plain, los productores empezaron a sugerir una serie de directores, pero ninguno me convencía. Y como habíamos acordado producirla juntos, yo les propuse dirigirla. Les empecé a llevar fotografías, ideas de casting, locaciones hasta que aceptaron. 
 
Muchos guionistas que también dirigen sus películas dicen que nunca acaban de escribir, que siguen escribiendo el guión durante el rodaje. ¿Este es su caso? 
 
Hubo momentos en que las circunstancias me obligaron a hacer reescrituras ahí mismo. Pero son reescrituras. Muchas veces se cree que escribir un guión significa sólo escribir las escenas. Escribir es crear un mundo, es crear unos personajes, es crear unos objetivos dramáticos. Yo he corregido páginas de novelas a dos días de que se impriman. Siempre está esa necesidad –siempre, siempre, siempre– de seguir corrigiendo. La tenemos todos los que hacemos parte de este trabajo: nunca se sabe cuándo has terminado la obra. 
 
Entonces, ¿hasta dónde debe meter la mano el guionista, en el rodaje?
 
Bueno, eso depende de la relación que tenga con el director. Yo, por fortuna, en mis anteriores películas tuve una relación creativa buena con mis directores. Y ahora, en los nuevos proyectos que estoy trabajando, los directores quieren que esté presente. Eso no amenaza su condición de director. Al contrario, creo que siempre es importante para un director tener a alguien con quién dialogar, con quién tener una intercambio de ideas.
 
El tema es viejo, pero ¿qué ha pasado con su desvencijada relación con el director Alejandro Gonzáles Iñarritú, con quien usted trabajó en llave hasta hace poco y quien lo acusó a usted como guionista de estar reclamando la autoría de sus filmes? 
 
Sobre ese asunto no quiero comentar nada. Pero lo que si quiero decir es que el cine es de autores. Nunca he dicho que el escritor (del guión) es el autor de una película. Porque eso fue lo que él dio entender en la carta que publicó hace dos años en los diarios mexicanos. 

Lo que dije fue que si querían llevar al extremo al cine de autor, vean a quién pertenece el mundo de la película. A veces pertenece al mundo de un actor, a veces pertenece al mundo de un productor, a veces pertenece al mundo de un escritor, a veces al de un director. Después de mi experiencia como director mantengo mi posición de hace dos años.
 

Vea el trailer de la película: