Patrimonio en Ibagué

Museo panóptico

Como ocurrió con el Museo Nacional de Colombia, la vieja cárcel decimonónica de la capital del Tolima será remodelada para albergar un museo. El proyecto ya comenzó y promete ser una revolución cultural en la ciudad.

Elizabeth Saravia Ríos
23 de agosto de 2007

El Panóptico de Ibagué está emplazado en la parte inferior del barrio Belén, sobre la calle décima, un eje vital para la ciudad, que va desde la Plaza de Bolívar hasta el cerro Pan de Azúcar. La construcción de la edificación comenzó en 1892 y sufrió una serie de modificaciones. La primera: la ocupación temprana del edificio en 1902. Luego, la necesidad de separar a los internos de la cárcel. Y, como era de esperarse con el aumento de la población carcelaria, el edificio sufrió un proceso paulatino de ocupación en el exterior. Pero a pesar de las reformas ha conservado su tipología de cruz griega, en cuyo crucero se pueden observar las largas naves de setenta metros, repartidas en dos pisos. Esta disposición espacial que obedece a un concepto de vigilancia característico de algunas edificaciones de finales del xix, remite al Panóptico de Bogotá que, hoy como Museo Nacional, es el referente privilegiado a la hora de convertir
lo que fuera centro de reclusión, en el Museo Panóptico de Ibagué.
La idea que guía la intervención es mantener la originalidad del edificio adecuándolo a su nueva función, pero respetando la estructura formal. En este sentido, “el edificio como pieza principal del museo, por sus dimensiones y características, resultará por sí mismo impactante para las personas que no han entrado a una cárcel, e imaginen en el recorrido la vida en confinamiento”, dice el arquitecto Luis Humberto Duque Gómez, ganador del proyecto arquitectónico y actual director del mismo. La propuesta resulta relevante no solo por la conservación de una construcción significativa en la historia carcelaria del país, sino por el impacto que representa para la dinámica de la ciudad: “Se quiere revertir ese proceso de deterioro urbano permanente que se genera en el anillo circundante, y que la edificación pase de ser un elemento negativo a un centro de atracción y de vida”.
La idea del proyecto pasa también por conservar el ala occidental con los mesones que utilizaban los reclusos y la decoración, la pintura y los textos que estos realizaron en algunas de las doscientas celdas del penal. “La vida en la cárcel era un reflejo en miniatura de la sociedad; había comercios, cafeterías, sectores y también un dominio de los más fuertes sobre los más débiles”, dice Duque.
El proyecto previsto contempla no solo el despeje de las naves y la recuperación del espacio original, sino las condiciones necesarias para realizar exposiciones y actividades culturales. “La idea es que sea un centro cultural de vida permanente con múltiples actividades que le ofrezca al visitante muchas formas de verlo”, explicó el arquitecto. Además, y a raíz de la designación que Ibagué recibió en el 2004 como Capital Andina de los Derechos Humanos y la Paz, en el segundo piso funcionará un Centro de Derechos Humanos.

Ruta Exterior
El Panóptico ocupa una manzana completa, y el terreno circundante también será transformado. “Lo primero que se hizo de manera drástica fue tumbar los muros de seis metros de altura que rodeaban la prisión, para convertir el espacio en algo permeable y abierto”, continúa Duque.
Se conservarán como vestigios carcelarios la Casa del Alcaide, un tramo del muro original de cerramiento y una garita. La idea en todo caso es que, contrario a la arquitectura de los panópticos “una construcción cerrada, introvertida, vertical y pesada”, el museo sea una edificación “horizontal, abierta, sin muros”. Otra área nueva será la zona de servicios donde se localizarán depósitos, cuartos técnicos y los parqueaderos. Y con el fin de ofrecer distintas actividades que otorguen nuevos significados al Panóptico como centro cultural, en uno de los antiguos patios se construirá un escenario al aire libre, con capacidad para cuatrocientas personas.
A estas propuestas se añade un tratamiento especial del “espacio público”, un trabajo detallado de paisajismo que recuerda la arquitectura islámica, rica en jardines y rumores de agua. Una vez los visitantes accedan al conjunto, como ruta alternativa al Museo podrán recorrer mediante rampas o escaleras, una serie de plazoletas escalonadas. El agua, en permanente circulación, colmará cinco estanques para convertirse en espejo del pasado restaurado. Uno de estos estanques se construirá sobre la antigua piscina que hacia 1915 prestaba a la población de Ibagué el servicio de baños públicos, y que servía para financiar obras de mantenimiento y adecuaciones de la penitenciaría.
En palabras del Luis Humberto Duque, “lo que se está haciendo es desarrollar un conjunto de proyectos, obras de restauración, obra nueva y tratamiento de paisajismo que sustenten la articulación de lo histórico con las nuevas necesidades y usos”. Se espera que este trabajo de preservación y de adecuación recupere la memoria de la ciudad y promueva una reflexión sobre los valores sociales y ciudadanos.