70 aniversario del fusilamiento del poeta andaluz

¿Quién mató a García Lorca?

Los restos de Federico García Lorca no descansan en paz. Dos debates se han tomado la conmemoración de los setenta años del asesinato del poeta: Por una parte, un nuevo documental asegura que su familia estuvo involucrada en su muerte. Y por otra, sus herederos se niegan a que sus restos sean exhumados. ¿Quién tiene la razón?

Gabriela Bustelo
15 de agosto de 2006

En esos momentos Federico García Lorca es el poeta más famoso de España. Su Romancero gitano ya es bien conocido y el recién publicado Llanto por Ignacio Sánchez Mejías ha terminado de consagrarlo. Por otra parte, su teatro se representa con éxito no sólo en su país, sino también en Argentina y Uruguay. El escritor, que no se considera un artista político, siempre se ha declarado republicano y “partidario de los pobres, de los que no tienen nada y hasta la tranquilidad de la nada se les niega”.
Ante la creciente inestabilidad política, los embajadores de Colombia y México le ofrecen asilo político, pues temen que el poeta pueda ser víctima de un atentado. Pero Lorca rechaza ambas ofertas y el 13 de julio viaja desde Madrid a Granada para pasar el verano en compañía de su familia. Apenas lleva un mes en su pueblo natal cuando es arrestado en casa de su amigo el poeta Luis Rosales, a quien las autoproclamadas autoridades nacionalistas prometen liberarlo “si no existe denuncia en su contra”.
En las primeras horas del 19 de agosto de 1936 Federico García Lorca es ejecutado cerca de Fuente Grande, en la localidad de Alfácar (Granada). El asesinato había sido vilmente premeditado y tramado. Su cuerpo jamás se recuperó.
La orden de ejecución fue dada por el gobernador civil de Granada, José Valdés Guzmán, quien había ordenado la detención del poeta. Valdés tenía el visto bueno del general franquista Gonzalo Queipo de Llano, que había hecho estas escalofriantes declaraciones por radio: “Por cada uno de los nuestros que muera, yo fusilaré por lo menos diez. Los sacaré de bajo tierra, si es preciso, y si ya están muertos, los volveré a matar”.
La muerte de Federico García Lorca simbolizó la de toda una colectividad artística: la prestigiosa Generación del 27 formada por Jorge Guillén, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre –que recibiría después el Nobel de Literatura–, Luis Cernuda, Dámaso Alonso, Gerardo Diego y María Zambrano, entre otros. Tras el asesinato de Lorca, muchos de ellos huyeron al exilio. Y España se hundió en el marasmo político, social y cultural de cuarenta años de franquismo.
Pero frente a la injusticia siempre queda la memoria. Hoy, setenta años después, un documental revela al fin la verdad. En Lorca. El mar deja de moverse, el enterrador Manuel Castilla Blanco desvela el paradero de los restos del poeta. Y los ancianos del pueblo de Fuentevaqueros confiesan lo que todos sabían y callaban: a Lorca lo mataron sus familiares.
El documental, dirigido por Emilio Ruiz Barrachina, sostiene que los Roldán –primos del escritor– fueron quienes instigaron la detención y el asesinato de Lorca. Según el director, las rencillas familiares, las ideas izquierdistas del poeta y su condición de homosexual desencadenaron el fatal desenlace. Los Lorca eran republicanos y los Roldán, adeptos al movimiento conservador Acción Popular. Ruiz Barrachina mantiene que esta situación se agravó cuando Federico publicó, en 1936, La casa de Bernarda Alba, “escrita con mala baba y donde hace una radiografía de los Alba, parientes de los Roldán”.
En la presentación del documental, que tuvo lugar en Madrid el 26 de julio, el director declaró que su obra “revolucionará el mundo lorquiano” al despejar las dudas y los tabúes en torno a quien define como “el muerto por excelencia de la Guerra Civil”. El filme es el resultado de una investigación realizada en Granada durante cuatro años y su elaboración ha requerido dos años y medio. En la rueda de prensa estuvo presente el historiador irlandés Ian Gibson, autor de los libros Federico García Lorca. A Life (Londres, 1989) y El asesinato de García Lorca (Barcelona, 1996) y “padrino” del documental, basado tanto en sus propios estudios como en los de los investigadores Miguel Caballero y Pilar Góngora.
Gibson hizo alusión al proyecto de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, creada por Emilio Silva en 2001 con el fin de exhumar las fosas comunes donde están enterrados los muertos de la Guerra Civil. Al hilo de este asunto ha surgido un desacuerdo entre los partidarios de levantar las llamadas “tumbas del olvido” y los contrarios a esta postura, como Laura García Lorca, sobrina del poeta, que no quiere desenterrar a su tío. El autor irlandés no entiende que la familia García Lorca no quiera buscar el cadáver de su ilustre antepasado. Según Gibson: “No es bueno que haya este silencio; es sospechoso”. Pero Laura, presidenta de la Fundación García Lorca afirma: “Una cosa es la memoria y otra muy distinta remover la tierra”. Por su parte, Emilio Silva mantiene que “la exhumación de los restos de los parientes desaparecidos durante la guerra lleva una gran paz a las familias de los afectados”. La polémica está servida. Nunca fue más cierta la frase de Lorca de que “Un muerto en España está más vivo como muerto que en ningún sitio del mundo”. .