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ESPECIAL COMERCIAL

Alternativas de inversión en Finca Raíz

Sea nueva o usada, el colombiano tiene a su disposición un sistema bancario dispuesto a atender las necesidades de crédito para su adquisición.

30 de agosto de 2014

Uno de los sueños más preciados de los colombianos es tener casa propia. Existe en el imaginario nacional la necesidad de adquirirla pues, de alguna manera, ésta significa seguridad y arraigo. Además, no es un secreto que al tener casa propia se abren otras puertas de bienestar social, como el crédito para la compra de vehículo y de muebles, electrodomésticos y enseres.

De hecho, la experiencia muestra que la finca raíz es de las pocas opciones que tiene a la mano el ciudadano común para evitar que su dinero –a veces el ahorro de su vida- se valorice, es decir, gane valor en función del tiempo.

Pero siempre surge la pregunta: ¿dónde invertir en vivienda sin incurrir en riesgos innecesarios? Si bien la finca raíz es una alternativa de inversión muy segura,  existen riesgos  y a veces resultan costosos: por ejemplo, una zona de inestabilidad geológica o que vaya a cambiar el uso del suelo pueden hacer esfumar los ahorros en un parpadeo.

Por esta razón hay que dejar asesorarse de los expertos para no errar en la elección. Consultamos con el Grupo Aval, entidad que reúne a los bancos de Bogotá, de Occidente, Popular y Las Villas, y que en principio mencionan don grandes caminos para invertir en vivienda: el crédito hipotecario tradicional y el leasing habitacional.

Ambas alternativas son viables, solo que con la primera el apartamento o la casa entra a hacer parte del patrimonio del tomador, mientras que con la segunda, solamente al final. Esto tiene importantes consecuencias tributarias porque cuando el patrimonio supera los límites establecidos por la Dian, hay que declarar renta. Normalmente un leasing habitacional se firma en pesos a 10 o 15 años, previo desembolso de una cuota inicial que debe ser de mínimo el 30% del valor del inmueble.

Dentro de los detalles del crédito hipotecario el interesado puede encontrar diferentes opciones en plazos y sistemas de pago (en pesos o UVR), valores agregados para el proceso de escrituración en notarias o incluso créditos para gastos de escrituración y para amoblar. Además, es diferente comprar vivienda nueva o usada.

Sucede que la vivienda nueva puede ser VIS (de Interés Social) o No VIS lo cual determina trámites y requisitos diferentes. De la misma manera, si el cliente requiere subsidios o beneficios otorgados a través de Cajas Compensación o del Gobierno Nacional, como por ejemplo FRECH (Fondo de Reserva para la Estabilización de Cartera Hipotecaria).

Una vivienda nueva puede adquirirse sobre planos,  en proceso de construcción o cuando esté terminada, de manera que hay diferentes variables para cada caso como lo son los tiempos, trámites, costos y requisitos que se deben surtir.

Por el contrario, si se va a comprar una vivienda usada, igualmente se deben tener en cuenta variables como por ejemplo si la vivienda está hipotecada, su estado de conservación, su estado jurídico, etc.

En cualquiera de los dos eventos, nueva o usada, el cliente debe conocer y entender ampliamente las condiciones de negociación con el vendedor, por ejemplo, la forma de pago. De ahí dependerán los recursos propios que tenga la persona para el cálculo de la necesidad de crédito. Existen mecanismos para ahorrar la cuota inicial, como las cuentas AFC y cuentas de ahorro programado (también productos ofrecidos por el Banco AV Villas), así como las cesantías.