Especiales Semana

Alta presión

El estrés es el principal mal de los ejecutivos y los empleados colombianos.

1 de octubre de 2001

En la oficina es posible tener cualquier tipo de accidentes. Desde troncharse un pie mientras se corre a contestar el teléfono o romperse la cadera al tropezar en un escalón hasta machacarse un dedo en el ascensor. Pero curiosamente los principales problemas de salud en el trabajo no son esos sino el estrés. Al igual que en otros países del mundo, en donde la mayoría vive a un ritmo acelerado, aquí son contados los empleados que se pueden dar el lujo de decir que no han sufrido a causa de la presión laboral. Desde los altos ejecutivos hasta sus subalternos padecen el mismo mal y muchas veces por las mismas razones.

Según la sicóloga Claudia Londoño, experta en manejo de estrés, existen numerosas causas que ponen los pelos de punta a los trabajadores. Entre esas las más recurrentes en su consulta son los problemas con el jefe, el salario, la falta de tiempo y el exceso de responsabilidades. También se quejan de la falta de claridad sobre las tareas que tiene bajo su cargo, lo que muchas veces conduce a una insatisfacción general con su desempeño. Todas estas angustias se manifiestan en el individuo de forma diferente.

Algunas veces se evidencian con problemas físicos, sicológicos o a través de actitudes de comportamiento. “Uno de los síntomas físicos más recurrentes es el insomnio”, aclara la experta. Pero también el estrés se revela por la fatiga, el cansancio, los dolores de espalda y de cabeza, los cambios de apetito y la sudoración. En las mujeres los síntomas sicológicos del estrés son la depresión y la irritabilidad mientras que los hombres desfogan sus presiones laborales con mayor agresividad. Los síntomas comunes a todos son la ansiedad, la confusión, la soledad, la falta de concentración y las pesadillas.

El estrés disminuye la capacidad de autocontrol en las personas y por ello afecta su comportamiento. Cuando alguien está bajo mucha presión en el trabajo es común que sea más impulsivo, que tenga peleas con sus compañeros, que llore o se aísle del grupo. “También se ve que fuman y toman más y que usan más medicamentos”, dice Londoño.

Si bien es cierto que muchas de las situaciones que ocasionan el estrés en los trabajadores no se pueden modificar, los empleados sí pueden controlar su reacción a esos estímulos externos. La experta recomienda hacer ejercicios de relajación y practicar algunas técnicas de pensamiento que ayuden a cambiar el discurso negativo que repite la persona en su cabeza constantemente por uno más proactivo. “Se trata de revaluar las circunstancias e interpretarlas como un reto y no como una desventaja”, explica. También son de gran ayuda los cursos para organizar el tiempo pues muchos de los problemas se originan en falta de planeación.

Cuando el estrés se vuelve un problema crónico aparecen las úlceras, la hipertensión, el colon irritable, las gripas y la depresión. Entonces la falta de motivación y la fatiga pueden hacer que el empleado afecte la calidad de su trabajo. Para evitar llegar a ese extremo lo ideal es tener un ambiente laboral en el cual las comunicaciones fluyan y haya una claridad sobre las funciones y objetivos de cada cargo. Discutir las preocupaciones es mucho más saludable para todos, incluso para la productividad de la empresa. Por eso es labor de jefes y empleados procurar atacar todas las fuentes de estrés antes de que sea demasiado tarde.