Especiales Semana

Altos estudios

Las universidades ofrecen programas que en su mayoría no corresponden a una buena calidad.

28 de mayo de 2001

La mediocridad de la educación superior colombiana está determinada, con contadas excepciones, por la explosión de nomenclaturas y programas ofrecidos, la deslegitimación de la autonomía de sus instituciones, el bajo nivel del profesorado, la ausencia de políticas públicas de mediano y largo plazo y su precario financiamiento.

Las instituciones educativas que construyen sobre calidad son un bien escaso frente a la abundancia de los establecimientos de educación superior de escaso o nulo valor agregado para la sociedad, estos sí muy rentables para sus propietarios. Existen 290 instituciones de educación superior que ofrecen cerca de 8.000 programas. Al contrario de lo que ocurre en el resto del mundo, tenemos una sobreoferta de especializaciones, escasez de maestrías de excelencia, y apenas 42 programas de doctorado centrados en 19 universidades.

Entre más de 300 maestrías ofrecidas sólo 71 fueron evaluadas por la Comisión Nacional de Maestrías y Doctorados. Casi todas las 290 instituciones universitarias existentes mencionan la investigación como esencia y eje fundamental de conocimiento y “venden sus programas en el mercado” sobre esta base. Sin embargo solamente 41 tienen grupos escalafonados en la Convocatoria Nacional de Grupos y Centros de Investigación realizada por Colciencias. ¿Qué pasa con las otras 249 que declaran en folletos su dedicación a la investigación?

A diciembre de 2000 sólo 19 instituciones de educación superior habían conseguido acreditar 66 de sus programas. La ley estableció la obligatoriedad de la acreditación previa para los programas de educación como primer paso antes de iniciar el proceso de acreditación plena. De 1.700 programas de educación existentes 632 la obtuvieron. Y para el caso de las maestrías en educación, de 45 existentes la obtuvieron únicamente 15, que ahora tienen que ir hacia la acreditación plena. ¿Dónde está la responsabilidad y la rendición de cuentas frente a los estudiantes de los 1.068 programas de educación que no lograron la acreditación previa?

En Colombia se dictan cerca de 2.978 especializaciones que, a excepción de las especialidades médicas, equivalentes a maestría, son en su gran mayoría realmente programas de educación continuada con título. Después del análisis anterior se concluye que no son más de 20 ó 30 las instituciones universitarias que realmente construyen desde el conocimiento.

Para transformar la educación superior se requiere un cambio sustancial en los valores y reglas de juego del sistema. Las políticas públicas deben privilegiar la eficiencia en la asignación de gasto y su destinación a instituciones de educación superior, públicas o privadas, que fundamentan su quehacer en el suministro de bienes públicos de calidad. Lo contrario es dejar que, en un mercado imperfecto como es el de la educación, prevalezcan las instituciones que fundamentan su desarrollo y extensión en la captación de rentas sobre la base de su baja calidad. Las primeras son un bien escaso, las segundas son parte de la abundante mediocridad existente hoy en el país.